Capítulo 24: La confesión de la antílope. Parte 1

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"¿Cómo supiste dónde me estoy quedando?" "¿Por qué viniste hasta aquí?" "¿Qué es lo que sabes?"


Ésas y más preguntas rondaban incesantemente por la cabeza de Yazmín mientras conducía a Rosita a la sala de ese apartamento, el cual simplemente estaba junto a la cocina y solo había que dar unos pocos pasos. Podría haberle cerrado la puerta en su cara y haberla ignorado, pero no podía negar el cariño y el respeto que tenía por la cerdita. El rostro de determinación que le estaba mostrando fue lo que al final terminó causando que la dejara entrar y estuviera completamente dispuesta a contarle todo lo que quisiera saber.


Rosita no había dicho nada más luego de que la antílope la dejó pasar, miraba con seriedad y entró sin comentar absolutamente nada más. El apartamento que había conseguido lucía cómodo y lindo, ideal para alguien que vive sola, pero en esos momentos no estaba pensando en nada de eso, simplemente debía averiguar que estaba pasando, ya para entonces su embarazo ya estaba comenzando a dificultarle muchas actividades que en otras situaciones eran muy simples, su vientre abultado y que ya se notaba más a través de la ropa que se encontraba utilizando la cerdita era la prueba más clara de eso.


Se sentó en el sofá rojo que estaba ahí, y a pesar de que intentaba darle poca importancia a que su embarazo ya le estaba provocando mucho esfuerzo, Yazmín notó como se encontraba respirando pesadamente.

- ¿Quieres un vaso de agua? – fue lo que sí logró preguntarle


Giró su vista directamente a la antílope, y a pesar de que aún mantenía la seriedad, le asintió con su cabeza, rápidamente tomó uno de los vasos de un mueble junto al refrigerador y lo llenó con el agua del grifo para acercárselo rápidamente. Entre esa respiración entre cortada, solo logró dar unos pequeños sorbos antes de dejar el vaso sobre la mesita frente al sofá, y luego de eso, su vista giró hacia la antílope, quien permanecía de pie junto a la mesita. Sus brazos se encontraban sobre su pecho, como intentando protegerse, y su pelaje se estaba comenzando a erizar. Eso era extraño para ella, Rosita no parecía intimidar en lo absoluto, siempre fue una cerdita muy tranquila y amigable, así que una versión agresiva o intimidante de ella no parecía estar ahí, ni mucho menos con el embarazo que tenía, que la hacía notar mucho más indefensa, pero el rostro de seriedad con el que estaba mirándola, y más por el hecho de haberla encontrado y haber podido entrar a ese apartamento le provocó una inmensa sensación de pavor a la antílope.

- Creo que ya sabes a que vine


Yazmín asintió con la cabeza, aunque aún sin entender cómo es que Rosita lo terminó deduciendo todo, entendiendo todo ese rompecabezas en el que ambas eran parte.

- No te gritaré – le prometió la cerdita, aunque sin dejar el tono de firmeza en su voz – no te encararé ni restregaré tus errores o acciones en tu cara, pero a cambio, quiero que me lo digas todo


El tono de frialdad en la voz de Rosita parecía hacer un eco inmediato en las acciones de la antílope, intentó acercarse a la silla acolchada justo frente al sofá, más allá de la mesita, y se comenzó a sentar en ella.

- Que me digas absolutamente todo – continuó diciendo – el por qué hiciste lo que hiciste y por qué es que te dejaste convencer para hacerlo


Yazmín ya comprendía que Rosita ya lo había averiguado todo, y el viajar desde tan lejos solo para saber su historia era suficiente para que no pudiera resistirse a nada de lo que decía. Ella intentó escapar de todo eso, pero Rosita lo estaba impidiendo.

Sing: Ash y Johnny, un amor a pruebaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora