Episodio Siete

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Cuando salgo del almacén me encuentro con Kathy, me doy cuenta de inmediato que parece estar triste. En sus brazos lleva cargando como un bebe varios libros de la biblioteca.

—¿Quieres caminar a casa? —me pregunta. 

—Sí, me gustaría. —respondo.

Caminamos durante varios minutos en silencio, me ofrezco a ayudarla con los libros, pero ella se niega. Estoy nervioso, pues no sé como preguntarle si me vio con Selina.

—¿Recuerdas que me querías decir algo? —dice Kathy con la mirada en el suelo.

Estamos caminando por una calle vacía, había olvidado que iba a contarle a Kathy sobre Cristina hace unos días. Pero ahora creo que lo mejor es dejarla fuera de todo eso, es lo mejor para ella.

—Ah... sí... sobre eso, bueno... —digo intentando pensar en una excusa.

—Acaso... ¿lo que me ibas a decir es que estabas saliendo con Selina? —me pregunta.

¿Saliendo con Selina? Supongo que me vio abrazándola, estoy en un aprieto, no quiero que piense eso. ¡Ni siquiera sabía que Kathy conocía a Selina!

—Hem... bueno... —balbuceo, intentando ordenar una explicación en mi mente.

—¡Lo siento! No debería ser tan curiosa. Es solo que... últimamente pasas mucho tiempo ocupado y a penas hablamos... y bueno, quería saber si esa era la razón...

—¡No! ¡No estoy saliendo con Selina! Ni con nadie, ella es solo una amiga que conocí hace poco.

Kathy me observa confundida. Supongo que ahora se está preguntando por qué la abrazaba si la "conocí hace poco". Espero no pregunte, no puedo decirle la razón.

—Bueno... pero si algo está pasando puedes decírmelo. Estos días te he visto muy alterado y nervioso y no me gusta verte así. Sé que no te lo digo muy a menudo pero te considero una persona especial y me gustaría que confiaras en mi. —dice Kathy mientras abraza sus libros.

Quiero decirle que confío en ella, que cuando sepa que esta a salvo de Cristina le contaré todo. Pero no digo nada, solo asiento con la cabeza y sonrío. 

Por suerte Kathy no hace más preguntas y parece más animada. 

***

Cuando llega la noche, intento dormir pensando en lo que ocurrió durante el día. Otra vez no puedo dormir. Luego empieza a ganarme el sueño mientras mi mente se desvía pensando en que tal vez podría pedirle dinero a mis padres para comprar productos de limpieza en el minimarket y así limpiar mejor el salón... que idea tan tonta, me rió estando medio dormido. 

Toc. Toc.

Abro los ojos. ¿Qué ha sido ese ruido?

Toc.

Definitivamente no soñé eso. Me levanto y miro hacia la ventana, de repente veo como una pequeña mano golpea contra la luna. 

Toc.

Me sobo los ojos y veo a Cristina en la ventana. ¡¿Cómo ha llegado aquí a esta hora?! Aún más importante ¡¿Cómo ha subido hasta el segundo piso?! 

Siento mi corazón dar un brinco. Salgo de la cama de un salto con el temor de que Cristina se caiga y se haga daño, a pesar de que la odio no quisiera ser responsable de algo así. 

Abro la ventana.

Cristina me mira con una expresión de agotamiento, tiene el pelo rubio alborotado, un polo que le llega a las rodillas y un short pequeño que imagino usa de pijama. 

—¿Cristina? ¿Qué haces aquí? —pregunto en susurros, no quiero que mis padres se enteren de que hay una persona en mi cuarto a esa hora.

Cristina salta de la ventana y cae en el piso de mi cuarto.

—Por favor no hagas ruido, mis padres pueden escucharte. —digo susurrando.

Cristina se pone de pie y me mira. Sus ojos azules parecen muertos, tiene la mirada de alguien que acaba de escapar de una escena del crimen. En ese momento me doy cuenta por primera vez de lo alta que es, me lleva casi media cabeza en tamaño. 

—¿Cómo subiste, acaso usaste el muro de las plantas? ¿Cómo sabías que mi cuarto estaba en el segundo piso? ¿Cómo supiste dónde vivía? —pregunto rápidamente.

Cristina no responde, tiene una expresión seria. La luz de la noche apenas ilumina su rostro, y no puedo encender las luces por miedo a que mis padres suban. 

—¿Cristina?

Me siento intimidado de inmediato. No sé si es por su silencio, por su mirada asesina o por haberme dado cuenta de lo alta que es. 

—No llevas zapatos... —digo, dándome cuenta de ese detalle. 

—Cállate y vuelve a la cama. —me ordena Cristina.

Quiero responder, negarme, pero siento que estoy en gran peligro si la desobedezco. Después de lo que Selina me contó sobre lo que paso con su amiga, temo de lo que esta hermosa chica sea capaz de hacerme.

Me echo en la cama y me cubro con las sábanas, ella se queda de pie observándome unos segundos más. Luego camina rodeando la cama y se echa a mi lado.

Lo único que escucho es su respiración fuerte en mi espalda. Intento voltearme, pero Cristina me detiene de inmediato.

—No voltees. —me ordena.

Trago saliva y me quedo en silencio. La respiración de Cristina se hace más agitada cuando siento que me rodea el pecho con sus brazos.

Mi corazón está por estallar. Ella parece notarlo porque me abraza con más intensidad. Siento su respiración en mi nuca.

—No te haré daño. Solo duérmete. —dice Cristina.

¿Dormirme? ¡¿Acaso ha perdido la cabeza?! ¡¿Cómo se supone que me duerma cuando tengo básicamente a un depredador abrazándome?! 

En ese momento me doy cuenta de algo que me hace sentir confundido. Veo que en el brazo delgado de Cristina hay un moretón muy grande de color verde. Como si hubiese recibido un golpe fuerte con una mano gigantesca. 

—¿Estás... estás bien? —pregunto.

Cristina no responde durante varios segundos.

—¿Me odias? —pregunta.

No sé que decir. Siento que es vulnerable y decirle la verdad en este momento no parece adecuado. Así que elijo guardar silencio. 

—Yo me odio. —dice Cristina.

 —Cri... Cristina... —intento decir.

Cristina me abraza más fuerte.

—No quiero escucharte y no voltees. Solo duérmete, te prometo que no te haré daño.

No digo nada más. Pero escucho en el silencio cómo ella parece estar temblando. 

Ninguno de los dos vuelve a hablar esa noche. 

Y de alguna forma, luego de unas horas, el sueño termina ganándome y antes de que me dé cuenta me he quedado dormido junto a ella.


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¡Próximo episodio: 14 de Mayo!

El Secreto de mi Bully - Temporada 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora