❤ Reunidos otra vez ❤

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Solo hacía apenas un par de semanas que habían dejado la casa en la que habían pasado una temporada juntos y ya estaban planeando volver a hacerlo.

Les había parecido una buenísima idea. Y lo bien que se lo habían pasado les dejaría todos los recuerdos para siempre guardados.

—¡Copi! —Álvaro ya había salido corriendo hacia el coche.

—¡Oye, no! ¡Ya fuiste tú la última vez de copiloto, me toca! —Apolo era más alto y corría más rápido. Álvaro resopló y rebajó el ritmo caminando de nuevo.

—Yo no puedo quejarme, ¿no? Total, conduzco yo otra vez... —Miguel abrió el coche y se subió correctamente. Apolo se lanzó al sitio del copiloto y empujó un poco a Miguel, que se sobresaltó y se rió. —Estáte quieto, pesao'. —Apolo respondió con otra risita y se sentó bien.

—Oye, ¿y Tati? —Álvaro miró por la ventanilla.

—¿Qué te apuestas a que aún está bajando la maleta por las escaleras? —Miguel encendió el coche.

—¿Pero tú sabes cuánto pesa eso? —Apolo frunció el labio.

—No, si ya... 

El claxón del coche sonó de golpe y todos gritaton a la vez. 

—¿Qué hacéis? —Tati estaba en la ventanilla de Llanos. Estaban todos tan concentrados mirando la puerta que no se habían dado cuenta de que ella ya estaba fuera.

—¡Joder! ¡Avisa! —Álvaro se cogió del sillón.

—Creo que me ha dado un infartito... —Apolo se tocó el pecho. Estaba medio tumbado en el asiento.

—Venga va. Quiero piscina. —La chica se subió junto a Álvaro.

Después de unos segundos para calmarse, arrancaron y el viaje se hizo largo y largo. Por Apolo cantando sus canciones en Spotify, Tati hablando en inglés y Álvaro contando los árboles. Miguel hacía poco que se había puesto a cantar con Apolo para no dormirse mientras conducía. Ya no se veía casi el sol y las carreteras ya estaban en plena oscuridad.

—¿Ves? Esto nos pasa por hacer caso a Apolo. Habría que haber salido antes. Por la mañana. Y no después de comer. —Álvaro se cruzó de brazos echándole la culpa al chico que tenía delante.

Llanos miró de reojo a Apolo. Estaba dormido.

Y eso le hizo sonreír. Hacía mucho tiempo que se conocían. Y era una de las pocas personas con las que se sentía tan seguro. Levantó una mano y le puso la mano en el pelo.

—Apolitooo... 

El mencionado soltó una queja frunciendo el ceño.

—Despierta que ya llegamos.

—No. Me llevas en brazos a la cama que tengo sueño.

—Es tu culpa, ¿eh? Si hubiesemos salido por la mañana...

Tatiana se despertó. —¿Queréis dejar de hacer tanto ruido?

—Stop you noisy spoilbrats! —Álvaro copió a la chica con su acento. Llanos y Apolo se rieron.

—No sé donde veis la gracia. —Se cruzó de brazos y se encogió en el asiento. 

—Ya estamos, cabeza corchos. —Llanos aparcó el coche delante de una casa blanca, moderna. Con una piscina grande y seguro que luminosa por la cantidad de ventanas que había.

—¡Toma ya! —Álvaro abrió la puerta sacando con rapideza la maleta y corrió hacia la puerta. Dio saltitos esperando a los demás, pero solo le seguió Tati. Apolo y Llanos se quedaron en el coche.

—Apolo, va. Sal. Ya estamos. —se desabrochó el cinturón y se acercó a él. Pero el chico solo se removió medio adormilado. —Tío, va. Que quiero dormir. 

—Déjame en el coche. Ya saldré.

Llanos chasqueó la lengua y negó con la cabeza. Salió del coche, abrió la puerta de Apolo y lo cogió en brazos con dificultad. Se acercó a la puerta y Álvaro y Tati se rieron.

—Cómo se lleva a la novia.

Llanos sonrió y sacó las llaves pero se las dio a Álvaro, ya que era obvio que él no podía abrir. 

Al entrar, todo estaba impoluto. Limpio. Y la luz de la casa era cálida y de un tono que no hacía daño en los ojos. Miguel buscó la primera habitación que pudiese ver y sin poner sábanas ni nada por que le daba pereza, dejó caer a Apolo en el colchón, que se quejó.

Lo tapó un poco por encima con su chaqueta y arrastró los pies del cansancio por el suelo.

—Llanooos... —sonó con tono cansado la voz de Apolo. Llanos se giró apoyándose en el marco de la puerta. —Duerme aquí porfi... —Se cogió a la chaqueta de Miguel mientras Miguel se rascaba la nuca.

—¿Me dejas ir a ver el resto de la casa? Ahora vengo. —No esperó a respuesta del otro, se marchó de la habitación. Apolo frunció el labio arqueando las cejas y apoyó la nariz en el cuello de la chaqueta. Frunció el ceño porque el perfume de MIguel era muy fuerte y apartó la cabeza para toser.

Álvaro extendió la manta y las sábanas en el colchón y se abrazó a la almohada para tirarse a la cama y hacer algún que otro suspiro interior mientras sonreía por la comodidad. Intentó cerrar los ojos pero Llanos entró a su habitación. —¿Y Tati?

—En el baño. —Escondió la cara en la almohada y se removió hasta estar cómodo.

—Ahm, vale... —Levantó una ceja pero no preguntó más. Salió de la habitación y fue al baño en el que efectivamente estaba la chica. Llamó a la puerta. —¿Vas a tardar mucho? 

—Un poco. ¿Por qué? ¿Tienes que entrar?

—No, no. Qué va. 

—¿Entonces?

—Nada, mañana te cuento. —Se alejó dos pasos de la puerta.

Tati abrió la puerta rápidamente.

—¿Tú y Apolo?

—¿Qué? —levantó una ceja confuso.

—Nada... —volvió a cerrar la puerta con una sonrisa. Llanos frunció el ceño y el labio. Miró a un lado pensativo y al no encontrar respuestas, hizo un gesto con la cara y se alejó hacia unas escaleras que subían a la azotea. Caminó mirando las casas y las luces de al lado y se apoyó en el borde. Se veía el mar al fondo y se escuchaban las olas. A MIguel se le caían los párpados. Necesitaba tumbarse cuanto antes pero entonces se acordó de Apolo.

Apoyó la frente en el borde donde estaba apoyado y suspiró. Dio un golpe suave con el puño en el muro y se alejó volviendo a entrar en la casa. Arrastró los pies hasta la habitación de Apolo. Pero hizo otro gesto de pereza cuando vio que el chico ocupaba toda la cama.

—Apolo, hermano... —Se acercó y lo empujó para ver si podía hacerse hueco pero el otro se resistía. —Oye, me voy te lo juro... —Se rindió alejándose.

—No, jolín... —se encogió dejando todo el espacio posible. Llanos negó con la cabeza y se acercó otra vez. Se quitó las zapatillas y se tumbó a un lado. Pero Apolo se arrastró por el colchón y se abrazó a él. Miguel lo notó pero no dijo nada, tan solo bajó la mirada y miró las manos de Apolo en su cintura. 

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GATHERED || LLANOS x APOLO ❤Where stories live. Discover now