Dos influencers que son mejores amigos deciden juntarse en una sola casa junto a otros dos amigos para volver a vivir la experiencia que tuvieron la primera vez que quedaron juntos en una casa.
Pero los problemas empiezan a asomarse cuando a uno de...
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A la mañana siguiente Llanos se levantó y se encontró con la "sorpresa" de que estaba rodeado completamente por el cuerpo de Apolo. Se intentó soltar deslizándose pero el otro chico no hacía más que apretar.
—Ahm, Apolo. Me quiero levantar, suelta anda. —Giró la cabeza para mirarlo pero Apolo se acurrucó en su espalda. Miguel chasqueó la lengua e hizo fuerza para sacarse de encima los brazos de Apolo y así, deslizarse hacia abajo para finalmente soltarse. Suspiró y salió por la puerta alegre y con rapideza pero al llegar al comedor, se le borró la sonrisa. Parecía ser que Tati y Álvaro no habían salido aún de la habitación.
Caminó por el comedor y divisó en una esquina la bolsa de Apolo. Que no había podido llevar a su habitación porque la noche anterior habían estado todos muy cansados.
Se acercó a la bolsa al ver una vibración proveniente de ella y al meter la mano, se dio cuenta de que no era más que su móvil. Se sabía la contraseña, pero Apolo no lo sabía y no se le había ocurrido nunca mirar.
Con una sonrisa de anticipación, y asegurándose de que nadie lo observara, desbloqueó el móvil y exploró curiosamente las conversaciones de su mejor amigo. No encontró nada inusual en Instagram ni en WhatsApp, solo interacciones normales con amigos y familiares. Por pura curiosidad, decidió revisar la aplicación de Notas.
Supuso que las notas especiales y "secretas" estarían archivadas, así que dirigió su atención a esa sección y, efectivamente, encontró una nota llena de corazones y... su propio nombre escrito repetidamente.
"Miguel, Miguel, Miguel, Miguel..." Por todas partes. El chico levantó una ceja con sorpresa.
Miró a su alrededor nuevamente para asegurarse de que nadie se había despertado, luego abrió un enlace que había en la nota, el cual lo llevó a un video en la galería de fotos. Además, había una carpeta llena de fotos de él y Apolo juntos, y algunas de él solo. Cada foto que dejaba pasar, era más concreta y cuando llegó casi al final, sus ojos ya se movían solos por el contenido de la carpeta.
Abrumado por los pensamientos, decidió salir de la galería y apagó el móvil sin dejar rastro. Lo dejó donde estaba y se quedó mirando a la nada.
Era coña, ¿verdad? Sí, era coña.
Llevaban años haciendo la coña de que se "gustaban". Apolo nunca se lo tomaría en serio. Es tan solo una coña que se supone que todo el mundo sabe que es una coña, ¿no?
Se dejó tirar en el sofá. Y frunció el ceño aún procesandolo todo.
