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El jueves había pasado rápido. No habían hecho nada realmente. No tenían muchas ganas de salir a ingún sitio así que se pasaron el día probándose conjuntos y grabando Tiktoks.
A primera hora de la mañana, el día siguiente más o menos las seis, Tatiana se encargó de despertar a todos uno por uno. A Apolo le costó, Miguel se levantó rápido y Álvaro se quedó dormido hasta último momento.
Esta vez, Llanos se negó a conducir y fue Tati la que cogió el coche y los llevó a la entrada del parque.
Se pusieron a gritar como niños pequeños y sin poder esperar más, entraron corriendo.
Se encaminaron hacia la primera atracción del día: Dragon Khan, una de las montañas rusas más conocidas del parque.
La fila para el Dragon Khan era larga, pero el tiempo pasó rápido con las bromas y las conversaciones. Tati y Álvaro se aseguraban de que Miguel y Apolo estuvieran siempre cerca y uno detrás del otro. Cuando finalmente llegó su turno, se subieron a la montaña rusa: Apolo junto a Miguel, que gritaron a la vez mientras daban vueltas y vueltas. Nadie se pararía a verlos ahí subidos, así que Apolo le agarró la mano a Llanos por el miedo y Llanos, que no estaba pendiente ni pensando en eso por la adrenalina, la apretó.
Tati y Álvaro no se habían dado cuenta al ir también disfrutando de la atracción, pero tenían clarísimo que al acabar el día, ya no serían solamente amigos.
—¡Dios! —exclamó Apolo, con una amplia sonrisa, cuando bajaron de la atracción.
—Voy a vomitar... —dijo Miguel, riendo. Se agachó y apoyó las manos en sus piernas.
Tatiana miró a Álvaro, y él asintió discretamente. Era el momento de poner en marcha su plan.
El sol aún brillaba intensamente cuando el grupo se dirigió a las atracciones de agua. Habían pasado la mañana disfrutando de las montañas rusas y otras atracciones, y ahora era el momento perfecto para refrescarse un poco.
—¡Vamos a los rápidos! —sugirió Álvaro, señalando la atracción de los rápidos del río.
—Sí, necesito un poco de agua después de tanta adrenalina —añadió Tatiana, riendo.
El grupo se dirigió a la atracción y se subieron a una balsa juntos. A medida que avanzaban por los rápidos, se reían y gritaban cuando las olas y los chorros de agua los empapaban. La energía del grupo era contagiosa, y cualquier rastro de tensión se desvaneció con las risas.
—¡Chorrito! —gritó Apolo, levantando los brazos mientras una ola los mojaba.
Miguel, empapado pero feliz, miró a Apolo y sonrió. —¿Qué chorrito ni que chorrito? Creo que me he mojado hasta el tuétano de los huesos. —Tati y Álvaro se rieron por el comentario.
Después de la emocionante atracción de los rápidos, el grupo se dirigió a la atracción de los troncos, donde se deslizaron por un tobogán de agua en un tronco de madera. La caída final los empapó completamente, y salieron de la atracción riendo y secándose como podían.
—Hoy ya paso de bañarme.—Apolo agitó la cabeza para secarse el pelo y se frotó la cara.
Llanos miró a Apolo y notó cómo el agua acentuaba la forma de su rostro y su cuerpo, haciéndolo ver más atractivo de lo habitual. Su corazón comenzó a latir más rápido y sintió un nudo en el estómago. Quería hacerlo.
—Directos a la piscina nada más llegar a casa, te lo juro. —disimuló Llanos, su voz temblando ligeramente mientras intentaba no mirar demasiado a Apolo. Estaban ya pasando el puente de madera mientras miraban las figuras tiki de la zona Polinesia que era la que más les gustaba para empaparse.
—Buen momento para llevar la camiseta transparente, ¿eh Llanos? —Apolo lo miró de arriba a abajo.
—¿Eh? Ah, ya... —Fingió una risita y tragó saliva. Lo iba a hacer.
Tatiana, que observaba la interacción, sonrió para sí misma. Sabía que el plan estaba funcionando y que Miguel estaba comenzando a darse cuenta de sus sentimientos.
—¿Qué os parece si vamos a por algo de algodón de azúcar? —sugirió Tatiana, con la intención de darles un respiro.
—Me parece una idea genial —dijo Álvaro, siguiéndole el juego a Tati.
Se dirigieron al puesto de algodón de azúcar, y Tati se aseguró de que Miguel recibiera uno. Álvaro se llevó otro.
—Esto está buenísimo, tío... —comentó Apolo, arrancando un trozo de algodón de Miguel.
—Sí, porque es azúcar puro. —respondió Miguel, feliz de que a Apolo le gustase.
La chica aprovechó el momento para sugerir su siguiente movimiento. —Deberíamos subirnos a la noria ahora que tenemos algo más tranquilo que hacer. Además, la vista desde arriba es espectacular.
Ya era más o menos de noche y el cielo estaba oscuro.
—¡Sí, qué guapo, es verdad! —dijo Álvaro, animado—. ¡Va, va!
Se dirigieron hacia la noria, y Tati y Álvaro se volvieron a asegurar de que Miguel y Apolo compartieran una cabina. Mientras subían, las luces del parque se reflejaban en sus ojos, creando un ambiente de lo más romántico.
—Es brutal... —dijo Apolo, mirando hacia abajo. Aún no habían subido del todo, estaban más menos por la mitad.
—¿A que sí? Es super bonito. —respondió Llanos, con voz suave, mientras trataba de calmar sus nervios.
Volvió a notar una vibración en el pantalón y mientras Apolo miraba hacia un lado, sacó el móvil y leyó un nuevo mensaje de Álvaro:
"Dale, es el momento."
Tragó saliva con un nudo en la garganta y antes de que Apolo se girase otra vez, guardó el móvil.
—¿Todo bien? —ladeó la cabeza sonriendo levemente.
—Sí, sí... todo perfecto. —miró abajo.
Cuando la noria estaba a punto de llegar a su punto más alto, Miguel sintió que su corazón se aceleraba. Miró a Apolo, que también lo miraba con una expresión de calma y expectativa.
Apolo levantó las cejas. —¿Seguro? ¿Tienes miedo a las alturas?
—Ahm... —comenzó Llanos, miró la mano de Apolo y tocó el meñique de Apolo con el suyo—. En verdad, puede que haya algo que tenga que contarte. Ahora que no hay nadie y no están Álvaro y Tati...
Apolo lo miró fijamente, con expresión suave y comprensiva pero con intriga. —Dime.
Miguel respiró hondo, sabía que debía abrirse de una vez, incluso si realmente no sabía con certeza lo que estaba pensando. Realmente no quería que pasara más tiempo. Sabía que si dejaba más tiempo, era posible que se arrepintiera. Y sí, Álvaro tenía razón, era el momento.
La cara de Apolo se tornó a una de preocupación. —¿Qué ha pasado? ¿Es malo o algo de lo que me tenga que preocupar?
—¿Qué? ¡No, no! —sin darse cuenta, ya le había cogido la mano a Apolo. El otro chico bajó la mirada, lo vio y volvió a mirar a Llanos. Notó que los labios de Apolo temblaban un poco.
—¿Entonces?
Miguel cogió aire y finalmente, llegaron al punto más alto de la noria. Las luces brillantes y de colores se reflejaban en sus ojos y se escuchaba la música que lo hacía ver todo de película.
Ahora.
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GATHERED || LLANOS x APOLO ❤
FanficDos influencers que son mejores amigos deciden juntarse en una sola casa junto a otros dos amigos para volver a vivir la experiencia que tuvieron la primera vez que quedaron juntos en una casa. Pero los problemas empiezan a asomarse cuando a uno de...