Capítulo 80 - Pactos

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Hola Pergaminos y Nazarinos, un capítulo más de mi fanfic El Que Volvió.

Encuentros inesperados conducen a alianzas esperadas.

Con ustedes

El que volvió

Capítulo 80 - Pactos

Néia soñaba que alguien le estaba dando un abrazo muy apretado y reconfortante, pero no había el calor habitual, solo el dulce abrazo frío.

- '¿Estoy muriendo?' - pensó y luego abrió los ojos.

La arquera estaba atrapada entre el cuerpo congelado de Rali'ah y sus brazos que no la dejaban moverse. Con cierto esfuerzo, Néia escapó del extraño abrazo.

Al soltarse, caminó hacia el espejo y se miró. Se dio cuenta de que no había cicatrices, ni señales de necrosis en sus propias manos o en cualquier otra parte de su cuerpo, y tenía labios nuevamente.

- Hola, ¡finalmente despertaste! - dijo la voz con aliento frío.

- Hola Rali'ah, ¿cuánto tiempo dormí?

- Tres días, dos noches. Casi moriste.

- Lo siento por eso. ¿Dónde están mis cosas, dónde está mi visera?

- Tus cosas están guardadas, pero tu visera la dejaste caer desde la torre, se rompió y se perdió. ¿Por qué aún quieres usarla? Tus ojos son tan bonitos. - dijo la dragoa, pasando su garra de arriba abajo por la espalda desnuda de Néia.

Néia se volteó y mostró su mirada habitual.

- ¡Aah! La mirada de un dragón - bromeó Rali'ah.

- Eso fue un regalo de Su Majestad.

- ¡Oh! Entonces la encontraremos después.

En ese momento, la puerta de la habitación se abrió de golpe.

- ¡Lady Baraja! ¡Usted despertó! - dijo la arquera ballestera.

- Hola Marin, estoy bien, gracias por preocuparte.

- Qué bueno, mi señora. Queríamos haber estado aquí para protegerla, si no fuera por el problema del dragón blanco en medio de la sala. - Marin señaló que la dragoa estaba acostada en medio de la habitación y todo a su alrededor estaba apretado contra la pared.

- Todavía tengo que aprender la magia de cambio de forma, tal vez pueda cambiar a algo más pequeño y menos escamoso, ¿qué tal, Néia?

Ambas arqueras se sonrojaron.

- Queríamos ayudar, Godia quería hacer una danza de recuperación para ayudar a usted, pero Rali'ah no dejó.

- Marin, la magia bárdica solo sería una molestia, no funcionaría correctamente con mi propia magia. - justificó la dragoa. Néia miraba sus manos blancas.

- Gracias de nuevo por preocuparse, deja que los demás entren para agradecerles.

- P-pero, mi señora, usted aún está... uuh, desnuda.

La arquera finalmente se dio cuenta de su estado.

- Bien, saldré pronto entonces. - dijo sin pudor.

- ¡Ahá! También hay visitantes solicitando una audiencia con usted, son importantes. - completó Marin.

- Bien, programa una reunión para dentro de una hora.

La arquera ballestera se despidió y salió de la habitación.

- Deberías descansar.

- Estoy bien, más que bien, me siento diferente, demasiado diferente, ¿qué me hiciste? ¡Nunca actué así! - preguntó Néia, poniendo ambas manos en la cintura.

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