Capítulo 90: Finales

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Hola Pergaminos y Nazarinos tenemos una guerra que terminar en mi fanfic El Que Volvió.

El destino de Néia se acerca.

Con ustedes

El que volvió

Capítulo 90: Finales

En lo alto de la Torre Negra, Néia se aferraba al borde del parapeto con las puntas de los dedos, solo por un segundo antes de caer.

Durante su caída, pudo ver a Remédios unos pisos más abajo, todavía intentando golpear algo. Ver tal escena la consolaba, saber que vería morir a la paladina primero, pero, para su sorpresa, algo pasó volando y la agarró, algo rápido... y plateado.

- '¡Así que esto es! Ella vive y yo muero' - pensó la Arquera al ver a su verduga ser llevada lejos.

Durante la caída, Néia recordó su infancia.

A pesar de tener la misma mirada aterradora de su padre, solo recordaba cuán amorosos le parecían a ella los ojos del hombre. Los de su madre siempre fueron severos; aun así, sentía que la amaba a su manera. Gustav, aunque solidario, parecía temerle, y Remédios solo sentía desprecio. El resto de las personas la veía como una criatura extraña, y, tras perder a sus padres, solo otra persona la miró sin miedo, sin prejuicio: el Rey Hechicero. Durante el poco tiempo que estuvieron juntos, él mostró su grandeza con sus acciones en el Reino Santo y le enseñó la fuerza de la justicia. Por eso, ella dedicaría su vida a defender sus ideales.

- 'Tal vez puedan resucitarme... espero que no duela' - se resignó durante sus momentos finales.

En ese instante, fue golpeada por algo antes de chocar contra el suelo. Fuera lo que fuera que la agarró, lo hizo con tanta fuerza que se estrellaron contra la pared. Hubo el sonido de algo raspando la piedra y, finalmente, cayeron frente a la puerta principal de la torre.

Néia estaba viva, aturdida y mareada. Cuando logró levantarse, vio que había sangre blanca fresca sobre ella.

- ¡Rali'ah! No, no, no, no, ¿qué has hecho? Despierta, ¡DESPIERTA! ¡NO MUERAS! - gritó la Arquera en desesperación sobre el cuerpo inmóvil.

- ¡NO ESTOY MURIENDO! - respondió la dracónica de repente.

- ¡Oh! Lo siento, pensé que...

- Solo... déjame... descansar un poco.

- Sí, claro. Gracias por salvarme, Rali'ah - dijo Néia con emoción.

- Tú harías lo mismo... si pudieras volar... o fueras más grande... o...

- Para, tonta, me preocupaste, con todas esas heridas - lágrimas de alegría brotaban de sus ojos.

- Lo sé, lo siento por eso, estoy mejorando - dijo ella, extendiendo un ala casi curada. - Tú también me preocupaste, y ahora estamos a salvo, pero creo que hay otras personas que necesitan atención.

Néia miró hacia donde Rali'ah señalaba, hacia la multitud que ocupaba toda la plaza y las calles laterales.

La Arquera se levantó y limpió lo mejor que pudo la sangre blanca. Pasó las manos por su cabello, tirándolo hacia atrás, lo que la hizo parecer una guerrera legendaria salida de una batalla épica, algo que acababa de suceder.

Rali'ah observó a la humana y pensó:

- 'Si mi aliento fue suficiente para revivirla, ¿qué habrá hecho toda esta sangre mía con ella?'

La multitud que se formaba no dejaba de crecer. Desde la muerte de Caspond, toda la ciudad parecía haber venido a la plaza de la Torre Negra, atraídos por la lucha, por un lugar seguro o por la expectativa de un final.

El que volvioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora