❪ 06. the beginning of their friendship ❫

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CAPÍTULO SEISel comienzo de su amistad───※ ·❆· ※───

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CAPÍTULO SEIS
el comienzo de su amistad
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    La pequeña pelinegra ronroneaba adormilada al sentir las suaves manos de su madre acariciar su cabello. La melodía que salía de sus labios era tan tranquila y dulce que la teletransportaba al cielo volando libremente entre las nubes, sintiendo el aire chocar contra su rostro y el sentimiento de paz abundante en su cuerpo.

«Luce igual que un osito de Invierno. Duermes tan bien».

«Te deseo buenas noches, buenas noches, buenas noches».

«E imagino tu rostro diciendo “hola” a mí. Así los días malos no serían nada para mí»

«Si estás conmigo, mi osito de Invierno»

—Mami. —se removió la pequeña, regresando sus ojos.

La mujer de cabellos largos y azabaches carcajeó con ternura al ver los ojos hinchados de su hija, acariciando sus mejillas rojas.

—Aquí estoy. —le hizo saber, abrazándola con fuerza mientras aspiraba su dulce aroma,— Mi osito de Invierno.

De repente, la atención de la mayor recayó en su ventana y en como las cabañas de la gente de su civilización estaban ardiendo en llamas.

Pero esas imágenes se fueron haciendo cada vez más borrosas cuando Eva comenzó a sentirse asfixiada.

Y en cuanto pudo abrir sus ojos, entendió el por qué.

Sus manos se movieron desesperadamente en un intento de salir a la superficie, sin éxito. En su pecho guardaba una sensación angustiante que le provocó un miedo que hacía tiempo no sentía en su vida.

Hasta que notó algo moverse hacia ella desde arriba.

Algo se acercaba. Alguien.

Todo estaba borroso, pero lo siguiente que sintió fue como la tomaron bruscamente del brazo y la jalaron hacia arriba, ayudándola a subir.

Con las pocas fuerzas que tuvo, intentó ayudar moviendo sus piernas. Y así, en menos de diez segundos, su cabeza salió debajo del agua y pudo tomar una enorme bocanada de aire.

Se apoyó en lo primero que sintió (que fue la orilla) y se aferró a ella como si su vida dependiera de ello. Tosió desesperadamente mientras sentía como alguien salía del laguito al lado de ella.

—Dioses, ¿estás bien, Eva? —preguntó Hipo, salpicando el cuerpo de la chica sin querer cuando la tocó del hombro.

Pero, al contrario de lo que esperaba, la pelinegra sacudió con fiereza su hombro y lo miró furiosa.

—¡Ni se te ocurra tocarme!

—¿No sabes nadar? —parpadeó varias veces.

—¡No, que va! ¡Lo que pasa es que me gusta tanto el fondo del agua que me quise quedar ahí para ver si me convertía en un pez!

Soul and Dragon ; Hiccup HaddockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora