❪ 10. the dragon's nest ❫

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CAPÍTULO DIEZel nido de dragones───※ ·❆· ※───

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CAPÍTULO DIEZ
el nido de dragones
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          —¡Eva, por favor, escúchame! —Hipo se apresuró a ir a su costado y verla a los ojos,— ¡Ella no es un peligro, no tienes que lastimarla!

La mandíbula de la Andrácula se mantuvo apretada, mostrando sus dientes mientras gruñía con rabia. No se detuvo a ver al humano aunque este intentaba establecer un contacto visual para tranquilizarla.

Solo era capaz de ver cómo el rostro de esa humana con cabellos rubios se ponía rojo por la falta de aire, ya que en ningún momento Eva soltó el mango del hacha que estaba sobre el cuello de la chica.

—¡Eva, detente! —suplicó el ojiverde,— ¡Eva!

A Hipo no le interesó llevarse algo de daño si con eso lograba alejarla, por lo que la tomó de los hombros y empujó levemente hacia atrás para ganarse su atención.

Y lo logró.

Eva lo miró de reojo sin dejar dejar de estar alerta. Aflojó levemente su ataque, lo que permitió que Astrid pudiese respirar con dificultad.

—Vamos, suéltala.

—Quiso lastimarlo... No puede, no debe...

Y el muchacho sabía que ella se refería a Chimuelo, el como Astrid estuvo por enterrarle su arma sin dudarlo. Si Eva era sobreprotectora con él, no quería ni imaginarse lo que era capaz de hacer si alguien lo mataba frente a ella.

—No lo hará, créeme. —intentó levantarla, pero ella se rehusó a dejar a la rubia en paz.

—¡Quítamela! —exigió Astrid a duras penas, tosiendo varias veces,— ¡Mons...truo!

Eva volvió a afirmar el agarre y de regalarle uno que otro gruñido a la vikinga, deseando arrancarle la cabeza y quizás alguna extremidad.

—¡Eva! —pero Hipo sacó las fuerzas de lo profundo de sus huesos para girar bruscamente a la susodicha de los hombros y hacer que lo mirara directamente con esos ojos llenos de rabia pura,— ¡Tú... Tú no eres un monstruo!

Solo así, Eva se quedó terriblemente quieta.

Hipo tragó fuertemente sin atreverse a soltarla, ni desviar la mirada que era testigo de la expresión perpleja de que Andrácula.

—No eres un monstruo. —insistió en un susurro, negando levemente,— No lo eres.

—Pero ella-...

—No lo eres. —acunó su mejilla casi de inmediato, sin pensarlo.

El corazón de Eva se calentó de una forma que no supo describir, y sintió un vacío cuando la mano de Abadejo dejó de tocarla para levantarla y ponerla detrás de él en un acto de protección. Ella no hizo nada para detenerlo.

Soul and Dragon ; Hiccup HaddockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora