❪ 18. a pair of lovebirds ❫

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CAPÍTTULO DIECIOCHO:un par de tórtolos

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CAPÍTTULO DIECIOCHO:
un par de tórtolos

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    Esto es Berk.

Isla de vikingos intimidantes y valientes, dispuestos a sacrificar sus vidas por el bien de los suyos para caminar con las Valkirias rumbo al glorioso destino del Valhalla, pero también, eran aquellos que batallaron con pudor y destreza para hacer el gran cambio de su existencia. Según otros, eran las más locos al mantener como mascotas a quienes fueron sus enemigos mortales: los dragones. Y no solo eso, sino también los afortunados en descubrir que la leyenda de los protectores de dicha especie, aún seguía vigente aunque sea en una sola criatura.

Específicamente, en una mujer.

―¡Oye, Eva, eso es trampa! ―exclamó Brutilda al notar como la pelinegra extendía sus alas encima de su dragón, Ragnarok, para poder ganar más velocidad.

Las carreras de dragones eran algo que también resurgió en los últimos cinco años desde que los vikingos los aceptaron como parte de ellos, siendo un deporte importante para esas épocas del año. Bueno, más bien, para casi todos los meses. Todos podían jugar, siempre y cuando tuvieran algún dragón. En el caso de Eva, al ser una Andrácula, le permitieron concursar siempre y cuando se abstuviera de usar sus propias alas porque era considerado, por obvias razones, como algo injusto para los demás.

La pelinegra hizo una mueca, desapareciendo sus alas aunque eso no le ayudó en mucho porque hicieron sonar el cuerno que le hacía saber que estaba suspendida.

―Ya son tres veces que te sacan por incumplir las reglas. ―le dijo Estoico el Vasto cuando la muchacha llegó hasta la torre donde era expectante, sentándose en la orilla con sus pies colgando mientras veía como Ragnarok descendía hasta los establos para comer,― Te necesito pendiente, acabo de apostar cinco monedas a que te llevarías a victoria.

―Lo sé. ―canturreó sin sentirse orgullosa, viendo el resto de la carrera.

Quería tener alguna explicación para su despiste, pero es que ni siquiera ella lo sabía. Últimamente sus alas se extendían por si solas y sus poderes se activaban cuando estaba dormida. Todo empezó un mes atrás, cuando la encontraron en el bosque a punto de atentar contra su cuerpo con su oscuridad, y desde entonces sus problemas se volvieron algo rutinario con lo que tuvo que acostumbrarse a duras penas.

Supuso que tal vez solo se trataba de cambios en su cuerpo, cosas de Andráculos al llegar a cierta edad...

Y para su sorpresa, solo había alguien que era capaz de hacerla calmar cuando esas cosas le pasaban, haciéndola sonreír antes de ver sobre su hombro para asegurarse de que Estoico tenía toda su atención en la carrera y poder moverse despacio para no alertarlo.

―¡Ja! Nueve para los gemelos, Astrid se queda tres atrás, Eva mantiene cinco puntos congelados por su suspensión, Patapez y Patán no tienen nada, e Hipo está... quién sabe donde. ―dejó de sonreír cuando notó que la cesta de su hijo estaba vacía, sentándose en su trono con un gruñido,― Oye, Eva, ¿tienes idea de dónde-...

Soul and Dragon ; Hiccup HaddockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora