11: El misterio de las llamas fantasmas.

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SLOANE

—¿Ya se enteraron del nuevo caso que salió en las noticias?

La pregunta retórica de Jones resonó en el ambiente acogedor de Tera Coffee, interrumpiendo el sonido de los platos al posarse sobre las mesas. Eran por ahí de las dos de la tarde, estaba medio nublado y no dejaba de nevar. También había un gran aroma a café y pan. Que delicia.

Tyler, sentado a su lado, asintió con la cabeza, mientras vendaba sus nudillos. En una hora, tenía entrenamiento de boxeo, una de las tantos talleres extracurriculares de los que Ty se había metido porque era un tío con tdh.

—Mi hermana no deja de hablar de eso —gruñó—. Lo comentará hoy en las noticias.

—Adivino, tú serás el rostro del noticiero otra vez —Steven bromeó con ambos brazos largos apoyados en el respaldo del mueble.

Levanté la mirada para observarlos con de curiosidad en mis ojos antes de volver a sumergirme en mi tarea.

—No exactamente, me despidieron el primer día. Sobrepasé el límite de palabrotas permitidas. Y no era un empleo formal, solo fui un invitado especial —aclaró con una sonrisa irónica.

—Fuiste el único que acepto, a todos nos lo propusieron —dijo Jones.

—No lo creo. Mi hermana me dijo que eso no fue cierto —negó demasiado seguro.

—Hermano, tu linda hermana le rogó a Connor Thompson que apareciera, pero él se negó porque no estaba afeitado y nadie podía verlo así —Steven resopló.

—Dime que eso no es verdad.

—Oh, parece qué hay problemitas de comunicación familiar —Jones le dio un sorbo a su té caliente.

—El verdadero problema aquí es que Sloane no ha parpadeado en los últimos tres minutos —me observó Steven, medio en broma, medio preocupado—. Empiezo a pensar que se ha petrificado.

—Estoy adelantando trabajo, y si pudieran conversar más bajo, me harían un grandísimo favor —finalmente levanté la vista de mi computadora portátil y esbocé una sonrisa forzada. Los tres deportistas parlanchines me miraron, ofendidos.

—¿No te cansas de dar órdenes? —preguntó Jones, con una sonrisa burlona.

—Jamás —respondí, sin dejar de teclear en mi laptop.

—Bueno, ¿tú qué opinas de ese caso, Lonie? Tu padre es policía, seguro tienes información privilegiada —el castaño se inclinó hacia adelante con curiosidad, asomó la cabeza hacia la pantalla y cubrió una gran parte de mi investigación. Lo jalé de las greñas y él se quejó.

—Papá no comparte muchos detalles, pero al parecer se trató de dos hombres no identificados —revelé.

Steven frunció el ceño.

—Es demasiado extraño. Todos los que han muerto son desconocidos. Aunque me alivia, no puedo evitar pensar que es una coincidencia muy peculiar —Steven reflexionó, yo me lo pensé.

—Todos murieron congelados —añadí, reflexionando en mi cabeza.

Muerte por congelación...

Algo me cruzó por la mente, pero fue demasiado extraño. No pude cacharlo. Era como si, tuviera un teoría en la cabeza. Un recuerdo de algo. Un ligero dolor de cabeza comenzó a hacerse presente. ¡Ya! como si tuviera la respuesta en la mente, pero estuviera bloqueada por alguna fuerza invisible. ¿Qué diablos?

—Es una mierda. En realidad, me parece una muerte estupida —Tyler agregó.

Lo miré con una ceja enarcada.

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