Capítulo 5: Noche de bodas

158 10 0
                                    

A pesar de que el silencio de su habitación le parecía extremadamente molesto y lo obligaba a intentar cada posición que existía para poder dormirse, Maegor seguía aferrándose a su anhelo desesperado de alcanzar el mundo de los sueños

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A pesar de que el silencio de su habitación le parecía extremadamente molesto y lo obligaba a intentar cada posición que existía para poder dormirse, Maegor seguía aferrándose a su anhelo desesperado de alcanzar el mundo de los sueños. Necesitaba escapar de su realidad y de toda la amargura que traía consigo aún así fuera llenando su mente de mentiras y puras fantasías.

Un ligero toque sobre la puerta de sus aposentos lo hizo soltar par de maldiciones por lo bajo. Honestamente no tenía deseo alguno de ver a nadie en estos momentos, sintiendo que si lograban empeorar su mal humor más de lo que ya estaba, podría incluso blandir a Hermana Oscura y rebanar sin remordimiento alguno a quien se atreviese a perturbarle.
Ignorando el llamado que ya comenzaba a sonar abatido, se removió entre las sábanas y cubrió su cabeza con una almohada, prefiriendo hacerse pasar por dormido en vez de levantarse, tomar su espada y hacer brotar sangre en medio del pasillo.

Algunos minutos transcurrieron y cuando dio por hecho que quien había llamado antes se había marchado, tres fuertes toques cargados de desesperación resonaron por cada rincón de sus aposentos.     

-¡Por las catorces llamas! ¿Quién mierda me molesta a esta hora?

Rabió con notable enojo abriendo la maldita puerta de una vez y encontrándose con un recibimiento para nada esperado.
Una estrepitosa cachetada voló contra su mejilla izquierda, dejándole la zona ardiendo por el dolor y un ardor tan fuerte que le hizo formar una mueca de confusión. Ya iba a protestar cuando llegó una segunda, acompañada de palabras de recriminación que sinceramente no creía que merecía.

-Eres un jodido imbécil Maegor. ¡Te odio! ¡Te odio tanto! ¿Cómo puedes hacerme esto?

Aenys se veía tan alterado que su rostro lleno de lágrimas se le había enrojecido por el ataque de cólera que presentaba. Sus manos le temblaban y la diestra parecía dolerle luego de haberla estrellado con tanto estrépito contra el rostro de Maegor.

-¿Se puede saber qué mierda te hice? Vienes a mis aposentos a esta hora y me golpeas de la nada, ¿acusándome de qué, Aenys? Ni siquiera deberías estar aquí en tu noche de bodas. ¿Qué pasa? ¿Realmente no sabías dónde meterla o no se te pone dura?

Entre enojado, confundido y dolido, Maegor decidió expulsar todo su veneno en forma de sarcasmo, burlándose de Aenys sin saber que no estaba muy alejado de la verdad.

El mayor lo fulminó con su mirada llena de odio acumulado, al mismo tiempo que levantaba su mano para abofetearle una vez más. No obstante este último golpe jamás llegó. Maegor había sostenido su muñeca justo antes de que la palma se estrellara contra su ya enrojecida mejilla, y de un solo movimiento atrajo el cuerpo ajeno hacia el suyo, quedando con sus bocas tan cerca que al menor desliz podrían besarse.

-No pude...No...no pude hacerlo.

Confesó con una voz tan lastimera que rompió el corazón de su hermano menor. Por una parte le hacía feliz que no se hubiera acostado con Alyssa, pero por la otra le devastaba saber que tan solo era una dilatación a un hecho que ocurriría tarde o temprano.

SunsetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora