Chapter XLVII

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CHAPTER FOURTY SEVEN
"Cartas del pasado"

Frey había llegado exhausta a su departamento en Londres esa noche. Cerrando la puerta tras de sí con un suspiro fatigado, dejó caer su bolso al suelo con un golpe sordo. Caminó lentamente hacia su habitación, sintiendo cada músculo de su cuerpo reclamando descanso. Al entrar, se desplomó en la cama sin siquiera molestarse en quitarse los zapatos. Su cuerpo tocó la superficie suave y, por un momento, todo el peso del mundo parecía levantarse de sus hombros.

Pero la tranquilidad fue breve. Su mente, traicionera y rápida, saltó inmediatamente a Abraxas. Verlo después de tanto tiempo había sido un golpe directo a su corazón, como si un espectro del pasado hubiese cobrado vida ante sus ojos. No lo odiaba; ¿cómo podría? Él había renunciado a tanto para estar con ella, incluso alejándose de Tom y de sus oscuros caminos, confesándole la verdad sobre la terrible noche de 1944, la noche que había cambiado todo. Pero el recuerdo de Abraxas invariablemente la arrastraba de vuelta a Tom, reviviendo un enojo soterrado por los rincones más oscuros de su ser.

La imagen de Tom invadió su mente sin permiso. Se preguntó cómo se vería ahora, después de todos esos años. Recordaba su mirada penetrante, oscura, casi devoradora, y las manos firmes que exploraban su cuerpo con una intensidad que a veces rozaba el dolor. A pesar del tiempo y la distancia, la intriga persistía, un hilo tentador que sugería que seguir a Abraxas podría, de alguna manera inexorable, llevarla de vuelta a Tom.

Los recuerdos de aquella última noche de graduación surgieron como un vendaval, cuando el amor que sentían mutuamente se quebró, dejándola con un corazón fracturado y un dolor que parecía consumir todo lo bueno que alguna vez habían compartido. Vivir de nuevo esos momentos, a través de los ecos del pasado que traía Abraxas, le mostraba claramente la oscuridad que había visto en Tom, una sombra que aún amenazaba con envolverla si se acercaba demasiado.

Acostada en la oscuridad, Frey cerró los ojos, intentando ahogar las emociones conflictivas que la asaltaban. Necesitaba dormir, olvidar por unas horas el caos que amenazaba con arrastrarla de nuevo hacia un pasado que tanto había luchado por dejar atrás.

Sin embargo, al cerrar los ojos, Frey no encontró la oscuridad tranquilizadora del sueño, sino el reflejo palpable de un pasado que se negaba a permanecer oculto. Los recuerdos fluyeron hacia ella con la claridad del cristal, llevándola de vuelta al verano de 1945, un momento congelado en el tiempo que había dejado una cicatriz indeleble en su corazón.

Recordó el día de su graduación, un día que había comenzado con la promesa de nuevos comienzos. Abraxas le había entregado una carta ese mismo día, acompañada de un pequeño frasco que contenía sus recuerdos más preciados. La carta, escrita con la elegante caligrafía de Abraxas, había sido un adiós, una confesión y un intento desesperado de redención. Decía que lo que había en el frasco mostraba su verdad, su participación en eventos oscuros y su deseo de alejarse de todo eso por ella.

Frey se levantó de la cama, impulsada por un deseo súbito de enfrentar esos recuerdos. Abrió el cajón de su mesita de noche, donde guardaba el frasco y la carta como si fueran reliquias de una vida que pudo haber sido. Sus dedos temblaron al tocar el papel, sintiendo la gravedad de ese momento una vez más.

Desdobló la carta y la leyó bajo la luz tenue de la lámpara:

"Mi querida Frey,

Cuando leas esto, estaré lejos, quizás más de lo que ambos desearíamos. Lo que te dejo en este frasco son mis recuerdos, aquellos que he guardado solo para ti. No son solo momentos de felicidad, sino también de oscuridad, porque es la verdad de quien soy, una verdad que necesitas conocer. Espero que algún día puedas perdonarme por los errores que he cometido, y entender que mi amor por ti es lo único puro que me queda.

House of Evergreen | Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora