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No estaba seguro si había compartido de más al admitir su gusto por la escritura a Penelope. Aun así, Colin sintió la necesidad de decirlo al menos a una persona en el mundo.

Llevaba años desde su primer viaje escribiendo diarios donde narraba todo lo que veía, todas su experiencias, pero nunca tuvo la necesidad de comentarlo con sus hermanos o su madre. Le daba vergüenza, incluso miedo de que alguien leyera sus escritos y le dijeran que no eran buenos.

Además, todos tenían una idea de él muy diferente. No muchos se imaginaban lo mucho que amaba leer y escribir. Colin siempre fue bueno para pretender que era más que eso. Era una parte oculta que siempre le gustó mantener así, al menos hasta ese momento, que había confesado con Penelope.

Por alguna razón, sintió que ella podía entenderlo y su sonrisa, su sonrisa lo dijo todo. Él no pudo evitar ser contagiado por esa sonrisa, sus labios se curvaron sonriendo junto con ella.

Penelope se alejó de la puerta y lo miró con creciente interés.

—Nunca hubiera imaginado que te gustaba escribir, así que asumo que debes ser un lector apasionado.

—Hay personas que cuánto más se hace por ellos...—comenzó citando su frase favorita.

—Menos hacen ellos por sí mismos —terminó Penelope con una sonrisa aún más grande que antes. Colin sonrió algo nervioso al notar que ella lo miraba entre sorprendida y contenta.

Habían sido amigos por años y solo hasta ese momento se sintió real. Su conexión fue diferente, como si estuvieran de verdad en la misma página.

—Tu también disfrutas leer, por lo que veo.

Ella asintió sin quitar esa sonrisa. Colin no podía dejar de admirarla.

—Disfruto todo lo que el mundo de la literatura pueda aportar —habló emocionada de repente. Se sentó en el sillón.

Colin estaba demasiado absorto en su reacción para entenderlo. Nunca había visto a Penelope tan alegre y cómoda. Y eso lo instó a sentirse cómodo también, se sentó a su lado. Ella se giró hacia él, acercándose.

—Tus diarios... cuéntame sobre ellos.

Él no podía creer que estuviera interesada en eso, pero ella lo miraba emocionada y expectante. Le dio miedo comentar detalle de eso, tampoco era como si Colin fuera un gran escritor. Solo era un hobbie.

—Yo... tengo ya varios. No es mucho en realidad, solo un pasatiempo —pasó su mano por el cabello, sintiéndose expuesto.

—¿Podría...? —se interrumpió —. Olvídalo es una idea tonta.

Penelope se alejó y Colin quien ya se había acostumbrado a su cercanía sintió cierto vacío. Entonces él fue quien se acercó y la miró con interés. Necesitaba saber que era lo que estaba a punto de decir.

—Dudo que tengas ideas tontas, Penelope Featherington. Dímelo, por favor.

Por alguna razón, sentía que lo que ella fuera a decir Colin inmediatamente trataría de concederlo. Penelope se sonrojó.

—Tus diarios, me gustaría leerlos.

Sintió que el aire dejaba sus pulmones. Era aúna combinación entre nervios y otra cosa. Sabía que no había una persona más idónea para leer sus diarios que Penelope.

Pero también lo hacía sentirse vulnerable, abrir su corazón al mundo de ella era un paso diferente. Más allá de la amistad que podrían tener. No podía creer que ella estuviera genuinamente interesada en algo que él escribiera.

Por más de un Bridgerton | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora