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La madre de Penelope había tomado bastante bien la cancelación del compromiso entre ella con Colin. De hecho, no parecía sorprendida en lo absoluto, casi como si hubiera esperado que Colin la dejara. Penelope se sintió triste ante la idea. ¿Por qué su madre no podía quererla como a las demás? ¿Por qué siempre pensaba que estaba destinada a fracasar?

Era doloroso, ver como nunca eres suficiente para tu familia y siempre esperan tu fracaso. Que su madre apenas estuviera molesta, demostraba que no vio ningún futuro de ella con Colin. Ni siquiera lo deseó y eso la destruía por dentro.

Se limpió las lágrimas de las mejillas. Era una tonta, siempre terminaba amando sin recibir nada a cambio. Siempre era incondicional y lo único que recibía era crueldad.

Su único rayo de esperanza era irse de Londres. Había ideado el plan perfecto para irse en barco y no regresar. Tenía el dinero suficiente para vivir en otro país, no necesitaba casarse, tampoco necesitaba a nadie más porque estaba claro que siempre debió quedarse sola.

Aunque si que le dolió no poder despedirse de Eloise. No había tenido el valor de verla antes, además no quería encontrarse con Colin en su casa. Sabía que él no la detendría, pero para Penelope dolería. Si lo veía una vez más, sería suficiente para que se quedara y no podía permitir eso. 

Ahora se encontraba en el puerto, esperando que terminaran de subir el equipaje. No llevaba más que dos maletas y un libro. Escoger entre sus más preciados libros fue la decisión más difícil, pero no podía cargar demasiado. La fila de personas que iban a abordar el barco ya era demasiado larga, así que se detuvo a leer un rato, buscando distraerse.

En una hora estaría lejos de ahí, lejos del único sitio que la vio crecer. Una parte le rompía el corazón y la otra le emocionaba. Al menos conocería otras ciudades, otras personas. Tenía que ser positiva.

Estaba tan concentrada leyendo que no fue hasta después de un rato que varios gritos en la fila de adelante llamaron su atención.

—¡Ya le dije que esa señorita no está aquí, por favor cálmese! —era uno de los trabajadores del barco.

—¡Mi prometida está ahí, necesito subir!

La voz masculina se alzó entre los demás y no le tomó más que segundos a Penelope para distinguirla.

—¡Penelope!

Era Colin.

Sí, ahí estaba él mirando con el ceño fruncido al trabajador y tratando de entrar al barco. Ella abrió la boca, tenía que estar soñando. ¿Cómo sabía que ella estaba ahí?

—Señor, por favor.

—Es pelirroja, seguro siempre trae un libro consigo y es la mujer más hermosa que va a conocer. Por favor —insistió Colin.

Penelope aun estaba paralizada. ¿De verdad estaba diciendo todas esas cosas tan lindas? 

No, no podía dejar que su encanto influyera otra vez. Colin Bridgerton había decidido dejar ir, no tenía derecho a hacer eso.

—¡La he encontrado! —gritó una voz.

—¿Qué? —preguntó Penelope.

—¿Qué? —dijo Colin.

Era la voz de Eloise Bridgerton, que iba caminando entre la fila y miró con superioridad a Penelope.

—¿Acaso creías qué te ibas a librar de nosotros? —dijo ella. Parecía entre enojada y aliviada de haberla encontrado.

—Mira lo que ha traído el viento, hermano —llegó Benedict a su lado sonriendo igual que Eloise.

—Eloise, Benedict...¿qué..?

Por más de un Bridgerton | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora