°'Capitulo dos'°

121 15 1
                                    

Istambul, Palacio Topkapi, Octubre 11 de 1535

El sultan se encontraba discutiendo temas de estado en el consejo, como era costumbre.

—Debemos adelantar la campaña— , comentó el sultán a su visir, Ibrahim Pashá.

—Me encargaré, Majestad—, el Pashá iba a continuar hablando cuando fue interrumpido por el ruido de la puerta seguido de un hombre que entraba corriendo a la sala del consejo.

—¡Sultán Suleyman!— vociferó aquel hombre mientras era tomado por los guardias.

—Disculpen, Su Majestad, no fuimos capaces de detenerlo—, pronunció con miedo el guardia.

El hombre cayó al suelo a los pies del Sultán.

—Emperador del Este, mi nombre es Francisco, mensajero del Rey Carlos I. Traigo para usted una carta de mi soberano— El hombre extendió la carta hacia el sultán, quien la tomó y comenzó a leer en voz alta:

"Sultán Suleyman,

Yo, Carlos I, Rey de España y Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico, me dirijo cordialmente a usted para proponer un tratado entre nuestros dominios. Si bien las diferencias entre nuestras culturas y tradiciones apuntan a hacernos enemigos, considero que enfrentarnos, como se espera que hagamos, solo traerá muerte y desgracia para nuestros pueblos y familias. Por eso, propongo una convivencia pacífica entre nuestros imperios y religiones. Aquellos días en los que todos luchaban por instaurar una sola religión en el mundo han terminado, y por lo que se me ha informado, usted comparte ese pensamiento conmigo.

Yo le ofrezco a mi adorada hija Elena, hija de mi dinastía y la luz de mis ojos, para que se una en sagrado matrimonio con uno de sus hijos. Su unión y descendencia representarán la paz entre las religiones que gobiernan el mundo. Con este tratado también se levantará la prohibición de mercancía otomana en mis territorios, y mis barcos protegerán a los suyos en alta mar.

Espero su respuesta, Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano-Germánico"

Suleyman pensó unos segundos en lo que acababa de leer. Su intención siempre fue hacer un tratado entre el cristianismo y el Islam. En su criterio, todas las religiones podían convivir; pelear solo acabaría con ambas. Los visires del consejo intentaron intervenir, pero el sultán ya tenía su decisión.

—¡Samira efendi, escribe!— Los hombres en la sala quedaron sorprendidos.

"Emperador Carlos I,

Yo, el Sultán Suleyman Khan, acepto el tratado. Al igual que usted, considero que las religiones no deberían enfrentarse y que es decisión de cada quien cuál profesar. Valoro que me ofrezca a su única hija Elena. Por tanto, yo ofrezco al más distinguido de mis leones, el príncipe Mehmet, para que se unan en sagrado matrimonio. El matrimonio será celebrado inmediatamente. Por tanto, pido que la princesa sea enviada lo antes posible. Asimismo, la prohibición a sus mercaderes en mi territorio está revocada y la protección a los barcos será recíproca.

Respetuosamente,

El Sultán Suleyman Khan"

—Que envíen la carta lo antes posible— exclamó el sultán, para luego retirarse.

Palacio de Alhambra, reino de España

—Mi Elena— de entre los árboles salió un apuesto hombre. La princesa no dudó en correr a abrazarlo.

Elena se separó rápidamente del abrazo de Murad, su corazón latiendo con fuerza mientras luchaba por mantener la compostura

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Elena se separó rápidamente del abrazo de Murad, su corazón latiendo con fuerza mientras luchaba por mantener la compostura. Murad la observó con preocupación, notando la angustia en sus ojos.

—¿Qué sucede, querida? ¿Por qué estás tan preocupada?— , preguntó Murad, su voz llena de ansiedad mientras la miraba con atención.

Elena inhaló profundamente, buscando valor para compartir la noticia que cambiaría sus vidas para siempre.

—Han decidido que me case...—, comenzó, su voz temblorosa mientras luchaba por contener las lágrimas. —Con un príncipe otomano—

El rostro de Murad palideció al escuchar las palabras de Elena, su corazón sintiendo un dolor punzante ante la noticia.

—No, esto no puede ser verdad— , murmuró, su mente luchando por procesar lo que acababa de escuchar. —Hablaré con tu padre, encontraré una manera de solucionarlo, mi amor—

Elena bajó la mirada, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Sabía que el amor entre ellos era fuerte, pero también entendía lo que significaba este matrimonio para su familia.

—No, Murad—, respondió con determinación, su voz apenas un susurro. —La decisión está tomada. Debes irte a una provincia alejada y encontrar una esposa adecuada para ti—.

Murad la miró con incredulidad, su corazón hecho pedazos sabía que la iba aperder a Elena para siempre. Pero también sabía que ella estaba decidida a sacrificar su amor por el bien de su familia y su pueblo.

Con el corazón roto, Murad asintió en silencio, sabiendo que no había nada más que pudiera hacer para cambiar el destino que les esperaba.

"Mi nombre es Elena. Nací el 23 de septiembre de 1521 como hija de Carlos I, Rey de España y Emperador del Sacro Imperio Romano, y de Isabel de Portugal. Fui criada y educada para defender mi imperio. Estaba destinada a morir por esta causa, pero la vida siempre nos depara sorpresas. El Islam se esparce rápidamente, liderado por el sultán Suleyman, cuya influencia se extiende por Europa y el mundo. ¿Qué puedo hacer? ¿Qué debo hacer para proteger a mi dinastía del león del Islam? Simple, entrar en su casa, renunciar a mis principios y casarme con el hijo del sultán. Yo soy Elena la flor del rey, la princesa de España, Elena la princesa del Sacro imperio Romano-Germano, soy Elena la salvación de la dinastía y un día gobernare sobre el mundo. Porque yo soy Elena y lo juro"

 Porque yo soy Elena y lo juro"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Prenses || Sehzade Mehmet Donde viven las historias. Descúbrelo ahora