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Pov: Ace

Los betas abrieron la puerta con alguna dificultad, la puerta era pesada, y muy gruesa. Cuando abrieron la sala el olor era asqueroso, olía a sangre seca, a carne quemada, pero el olor era mínimo comparado al hedor de la sangre seca,

Estaba buscando a todos ellos, esta vez estaba seguro, tenía a Marco cerca mía ellos no podían hacerme nada, aunque no se como reaccionar, me dan miedo las palabras de Tato, ella dijo que yo no estaba en peligro, pero tampoco sería seguro. Yo a decir verdad no me siento del todo listo pero... los quiero ver por última vez.

Marco soltó mi mano y se paró.

-Los omegas primero.

Dijo besándome la mano delicadamente. Suspiré profundamente. Antes de entrar dejé de respirar y cerré fuertemente mis ojos, era ahora o nunca. Cuando entre se escuchaban las respiraciones de los presos, no eran continuas ni mucho menos eran agradables de escuchar. Aún tenía los ojos cerrados, tengo demasiado miedo como para abrirlos, sentí a Marco detrás de mí, su olor destacaba en este lugar.

Marco me daba seguridad, sabía que con el no me tocarían o siquiera me alzarían la voz, ya no había vuelta atrás, lo tenía que hacer, abrir los ojos y mirarlos por última vez.

El estado de los cuatro era asqueroso, por mucho que verlos así me dio un pero también potencia, esto demostraba que Marcó aria cualquier cosa que yo quisiera, que me quitara las piedras del camino.

El silencio era abrumador, no sabia que hacer ahora que los veía ahí, tan malheridos y miserables, mi cuerpo no reaccionaba, no sentía nada por ellos, ni pena, ni lastima, ni odio lo único que sentí fue indiferencia.

Marco cogió mi cintura y apoyó su cabeza en mi hombro.

-Ace, ¿estás bien? estas muy quieto y tampoco se te escucha respirar.

Marco tenía sus labios cerca de mi oreja haciendo que su aliento chocara con esta, me sonrojo, realmente no me importaba como estuvieran los otros, ahora mi prioridad era mi alfa.

-Si, estoy bien, solo... no sé cómo reaccionar. La última vez que los vi ellos tenían una sonrisa de suficiencia en su cara, y ahora ellos están tan demacrados, no se que hacer, además esta es la primera vez que alguien hace algo por mi.

Dije mirando fijamente a las personas que anteriormente me hicieron tanto daño. Marco noto eso y medio sonrió.

-¿Te gusta? ¿Quieres terminar con este trabajo?

Marco se alejó y cogió un bisturí.

-Amor, si les cortas el cuello su muerte será en cierto punto rápida, pero... hay mejores métodos.

Dijo Marco entregándome el bisturí.

-Entonces, déjame matarles con tu método favorito.

Dije con voz segura, aunque realmente tenía miedo nunca había matado a alguien, pero... quiero seguirle el ritmo a mi alfa, mi compañero hasta la muerte.

Marco sonrió en grande.

-Perfecto. Tú traes tres camillas.

Dijo Marco señalando a alguien que estaba en la puerta. Se escuchó como alguien salía del cuarto, cuando este salió todo se quedó en silencio.

El silencio no era muy cómodo, ya que solo se escuchaban nuestras respiraciones, aún tenía el bisturí en la mano, estaba muy limpio, pero parecía estar usado.

Los cuerpos de los tres alfas estaban muy débiles, su olor casi ni se notaba, además tenían su glándula muy destrozada, como si alguien los hubiera estado marcando, tampoco tenían mucha ropa, solo tenían la interior y estaba en un punto rota.

Su cuerpo tenía moratones y muchos cortes, algunas partes estaban como derretidas, pero lo que más resaltaba eran marcas de mordidas chupetones y marcas por todo el cuerpo, se parecía a como me habían dejado, pero ellos estaban considerablemente peor, además ellos tenían los ojos vendados y les faltaban extremidades.

Al cabo de unos minutos vino la misma persona que Marco había mandado a por tres camillas, nadie había hablado durante ese periodo, pero Marco me daba leves besos, yo tenía la fiesta fijada en el bisturí que Marco me había dado.

Los betas cogieron a los tres, alfas y los pusieron en una camilla, los ataron y volvieron a donde estaban antes. Marco cogió el bisturí que tenía en mis manos y se acercó a donde estaban los alfas.

-Cariño, ven, te voy a enseñar lo mejor.

Marco cogió unos guantes, se los puso e hizo señas para que me acercara con él, rápidamente fui a su lado.

-Ace ponte los guantes, no me gustaría que mancharas tu hermoso cuerpo con esta sangre sucia y podrida. ¿Ahora, con quien quieres empezar?

-No se , con el que quieras.

Marco miró a uno y lo separó de los demás, ahora estaba mucho más cerca mía y descubrí por qué no podía hablar, no tenia lengua y ademas tenia un aguero donde las cuerdas vocales, era una vista horrorosa.

Marco dejó unos botes cerca de la camilla en la que estaba el hombre, también cogió más materiales médicos y los puso en una mesa cerca de el alfa.

-Tengo todo para comenzar, ¿estás listo Ace? recuerda si no quieres ver me lo dices y los mato rapido. No quiero que lo pases mal, ¿entendido amor?

-Tranquilo, lo quiero ver.

Dije con un tono serio.

Marco asintió y se giró, puso el bisturí en el pecho del alfa y empezó a cortarle la piel en donde estaba el corazón, su pulso era magnífico. Por la expresión en la cara del alfa eso dolía.

Marco terminó de cortar toda la piel, y con un martillo empezó a romper las costillas, Marco estaba tarareando algunas canciones haciendo que para nosotros dos el ambiente no fuera tan malo.o

Cuando Marco terminó de reventar las costillas del alfa, cogió otra herramienta y empezó a cortarle el corazón, el hombre estaba llorando pero no podía gritar ni hacer algún tipo de sonido. Sus compañeros lo miraban con terror, ellos ya sabían que ellos serían los siguientes.

Marco se manchó de sangre cuando terminó de sacarle el corazón al tipo. Se giró y con los guantes y el corazón en sus manos, me sonrió.

-Ya va uno, quedan dos. 

Mi nuevo sirviente..... es...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora