La presencia de la criatura con rostro de reptil y cuerpo humanoide y de gran tamaño había puesto en alerta a los devotos, incluso al mismo Rey del Averno. Aquel ser era de cuidado, poseía habilidades y una fuerza que Lucifer aún no era capaz de entender del todo. No temía de él, la criatura intraterrestre no tenía oportunidad contra él, tampoco era su intención enfrentarlo, pero el Amo oscuro sentía una gran aversión por aquel monstruo de ahora semblante seguro, imperturbable.
— ¿A qué te refieres con lo que has dicho?
— A lo que es evidente, mi señor. Se quedará sin devotos, al igual que el creador. Ellos le dan una especie de poder, ¿no es así?
— Ellos sólo me dan la energía para presentarme aquí, pero ahora ya no los necesito. Si ya no se encuentra nada de la divinidad de Padre... entonces puedo ser libre sobre este agonizante mundo.
— Y tenía que ser en el momento en el que empezara este a perecer.
Este se movió sigilosamente hacia donde se encontraba el Amo oscuro y sus devotos. Estos de inmediato se ponen en guardia al percatarse de su intención de acercarse. Sus grandes ojos amarillos y de pupilas rasgadas se posaron sobre cada uno con diversión. Su capa volaba hacia atrás con el viento. Un campo extraño, color violeta lo rodeaba. Era lo que lo protegía del ojo humano, era lo que lo mostraba cómo uno ante ellos, pero no ante Lucifer y sus devotos. Ellos podían ver su verdadera identidad, ellos podían ver qué, en realidad, se trataba de un monstruo.
El verdadero monstruo que ha estado manipulando a los humanos durante tanto tiempo.
De pronto lo ven extender su mano hacia él, pero es Baltazar el que primero se atreve a cubrir a su Amo de la cercanía del ser lagarto. Este sólo sonríe de lado.
— Tranquilos, sólo quiero invitarlos a dar un paseo. Parece que para eso ha venido nuestro señor Lucifer, démosle entonces el gusto.
Lucifer le indica a Baltazar que todo se encuentra bien y, luego de mirarse cada uno de hito en hito, Lucifer es el primero en corresponder al contacto, y, luego de unir a sus devotos a él, estos desaparecen del lugar de donde estaban y aparecen en el punto de una nueva ciudad.
El ser lagarto hace una reverencia hacia Lucifer y después le indica que lo sigan hacia la zona en la que está ocurriendo un terrible desastre ahora. Es en Nueva York, el río Hudson se ha desbordado y ahora ha inundando a toda la ciudad. Las aguas se han levantado con furia que han provocado los previos terremotos y ahora lo han cubierto todo. Personas piden ayuda con desesperación. Todo se encuentra hecho un caos, al igual que el había ocurrido en Londres.
Grandes cedes han sido destruidas por la inundación, esta ya ha abarcado la totalidad de la ciudad y pueblos cercanos a esta. Los gritos de desesperación y las súplicas son más terroríficas y resonantes. Lucifer de nuevo es capaz de sentir una inquietud por ello.
Percibe después la cercanía de Baltazar y de Nerón, al investigar se percata del porqué de su compañía, pues Colio, el ser lagarto que los ha llevado hasta ahí, había cortado demasiado la distancia con el Amo oscuro, pero este ahora se ha reprimido dar un paso más, pues se ha inmutado por la reacción de los devotos.
Niega con burla y vuelve a extender la mano hacia Lucifer, este apenas es capaz de enfrentarlo con firmeza, pues aún está tratando de asimilar lo que está pasando en Nueva York.
— Tenemos aún mucho que ver, descuiden. — indica que tomen de nuevo su brazo y, luego de contemplarlo Lucifer con detenimiento, accede y, nuevamente, él y sus devotos viajan a otro sitio con el ser lagarto.
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Luzbel. (En Curso)
Science FictionSoy Lucifer. Me pueden llamar como quieran; "Satanás", "El Diablo", "El Demonio"... La verdad es que me tiene sin cuidado el nombre que usen. Sabré que, si lo usan, es para nombrar al mal. Incluso a su propio mal. Mucho gusto, mi nombre es Lucifer...