17

2 0 0
                                    












La bodega estaba en silencio, solo se interrumpía la quietud por el sonido de la tormenta de arena que rugía desde fuera. Lucifer y Leal se encontraban sentados en el suelo, uno al lado del otro, pero con una distancia emocional que parecía haber crecido después de lo que había ocurrido entre ellos.

Lucifer miraba hacia adelante, sus ojos fijos en algún punto invisible en la oscuridad. Leal, por su parte, miraba hacia abajo, su rostro iluminado solo por la luz débil de la linterna que habían encontrado en la bodega. La tensión entre ellos era palpable, y una sensación de incertidumbre y de confusión parecía haberse apoderado de ambos.

Lucifer se preguntaba qué había pasado, cómo se había atrevido a cruzar esa línea con Leal de esa manera. Leal se preguntaba qué significaba lo que había hecho, si era solo un momento de debilidad o si había algo más detrás de él.

Los dos sólo se mantenían allí, sentados en la oscuridad, tratando de entender el significado de aquel intenso contacto. Ninguno de los dos parecía querer hablar del tema. En lugar de eso, se concentraron en la tormenta de arena que aún no parecía querer calmarse.

Después de un rato, Leal se levantó y comenzó a explorar la bodega. Lucifer la siguió con la mirada, pero mantuvo una distancia, como si estuviera tratando de evitar cualquier contacto físico o emocional con Leal. Mientras ella caminaba, Leal podía sentir la mirada de Lucifer sobre ella, y pensaba que tal vez él también se estaba sintiendo incómodo por lo que había pasado.

Lucifer, por su parte, estaba luchando con sus propias emociones. No sabía qué había pasado cuando se besó con Leal, pero sabía que había sido algo intenso y que realmente deseaba. Y ahora, no sabía cómo manejar ésos sentimientos.

La tormenta de arena seguía resonando desde fuera, y la bodega se estaba volviendo cada vez más oscura y aterradora. Leal y Lucifer sabían que no podían permanecer ahí para siempre, pero la tensión entre ellos estaba haciendo que fuera difícil trabajar juntos.

Leal lo miró durante un momento, como si estuviera tratando de leer en sus ojos. Pero siguió obteniendo el mismo silencio y la misma evasiva. Suspiró y decidió concentrarse en buscar  algo de agua para el gatito que había salvado. El pequeño ser se había convertido en su prioridad, y se sentía responsable de su bienestar. Mientras caminaba, también buscaba una manta o algo que pudiera servir para mantener al gatito caliente y cómodo.

Lucifer la siguió con los ojos, su presencia silenciosa, pero constante. Aún se sentía extraño y ansioso, pero se esforzaba por mantener la calma.

— ¿Necesitas ayuda?—, preguntó Lucifer, su voz suave y baja.

Leal se detuvo y se volvió hacia él, sorprendida por escucharlo al fin.

— Oh...  Sí, estoy segura de que el pequeño bebe agua también. ¿Cierto?

Lucifer asintió, sonriendo un poco por su pregunta.

Leal tragó grueso al ver su sonrisa, sus labios mullidos, esos que hace un par de horas había probado. Se perdió un momento por verlos y después sacudió la cabeza para volver al aquí.

— Bien... Entonces creo que necesitará un poco cuando despierte. — ella señala después al pequeño felino que yacía recostado sobre un pedazo de tela que ella había cortado de su vestido para él —. También creo que necesitará una manta o algo para mantenerlo caliente.

Lucifer asintió y se puso de pie para unirse a la búsqueda. Leal se intimidó un poco al verlo, pero no dijo nada, sólo asintió en agradecimiento. Juntos, exploraron la bodega, buscando cualquier cosa que pudiera ser útil. Después de un rato, Lucifer encontró un pequeño recipiente de plástico que podría servir para darle agua al gatito.

Luzbel. (En Curso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora