4- Colecciones

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— QUE GRIMA.

Pov (t/n):

Venga ya, que clase de sicario se espantaba al ver un globo ocular. Le miré perpleja, cuestionando esa reacción de su parte. Los demás pasaron de mirarle a el, a mirar al frasco en mis manos.

— ¿Para que quieres eso?

Ghiaccio fue el que habló, aunque todos parecían querer preguntarlo; su mirada era tranquila. Escribí mi respuesta y se enseñé: "me gustan los ojos, así que voy a empezar a coleccionarlos", ahora que tenía este trabajo iba a ser más fácil conseguirlos, lo leyó y no dijo nada, solo me miró sin expresión alguna para luego hablar.

— Eres raro.

No me molestó, ni me ofendió, ni nada por el estilo, me gustaba esa palabra. Los demás lo analizaron por un momento antes de volver a relajarse en sus sitios. El que habló después fue Formaggio.

— ¿Coleccionas alguna cosa rara más?

Parecían interesados, lo cual me animaba, me gustaba hablar de mis colecciones por que las amaba como nada en este mundo. Escribí y deje el cuaderno en la mesa, para que todos pudieran leerlo: "la otra cosa que colecciono no es tan rara, colecciono navajas".

— ¿Es lo que tienes en el cinturón?

Asentí ante la pregunta de Illuso, y saqué la navaja verde militar que tenía en el lado izquierdo, abriéndola. Antes de que dijeran nada, escribí: "Las uso para defenderme, mi stand no es muy bueno en eso".

— Entiendo lo de las navajas, ¿Pero que tienen de guay unos ojos marrones?

La pregunta de Illuso no me gustó, le miré como si acabase de decir la cosa más ofensiva del mundo, y escribí una simple palabra: "Ocre".

— ¿Ocre?

Repitió, confundido. "Son ocres, no marrones". Leyó mis escritos aún confundido.

— ¿Y cual es la diferencia?

El lápiz se movía rápidamente en el papel, me parecía una pregunta tonta, y no me gustaban las preguntas tontas, aun así, respondí por respeto: "El ocre es mucho más que un simple marrón, entra en la escala de los naranjas; algunos tonos en la de los amarillos".

— Agh, ¿Otro nerd como Ghiaccio?

— Illuso como no te calles te congelo las bolas hasta que se te caigan.

Illuso puso sus manos en su entrepierna asustado mientras miraba a Ghiaccio, su mirada no tenía pizca de duda, e Illuso pareció captarlo, así que se mantuvo callado. Yo de mientras guardé mi frasco de vuelta en la bolsa de mi cinturón.

Pasaron unos minutos más hasta que Risotto bajó a donde estábamos, acompañado de Prociutto, y justo cuando el primero llegó a la sala la puerta se abrió, dejando ver a una pareja de chicos, uno rubio y otro azabache.

— Sorbet, Gelato, al fin llegáis, iba a dar el anunciado sin vosotros.

Risotto puso sus dedos en el puente de su nariz, con irritación, mientras que la pareja solo se encogía de hombros mientras se sentaba en los sillones libres, Pescy también se acercó a nosotros desde la cocina.

— Ahora que estamos todos. Supongo que ya habéis conocido a nuestro nuevo integrante.

Alzó una mano hacia mi, para señalarme, la mayoría asintió, ya que todos menos los dos chicos que acababan de entrar me habían conocido ya.

— Bien, (t/n), necesito saber si tienes stand.

Yo no hablé, pero Melone respondió por mi, emocionado, por alguna razón.

— Si que tiene uno, pero como soy tan majo te lo voy a explicar yo para que el no tenga que escribir.

— ¿Escribir?

— No parece gustarle hablar, pero dice que puede, igualmente, cuando quiere decir algo lo escribe.

Melone señaló mi libreta, y Risotto le lanzó una mirada por unos segundos, y volvió a mirar al de pelo lila.

— No creo que eso suponga ningún problema, así que, ¿Que hace su stand?

Melone empezó a explicar todo lo que les había enseñado anteriormente, Risotto solo escuchaba mientras veía seriamente a Melone, sus ojos no transmitían nada aparte de seriedad, ese hombre imponía, mucho.

— Es un stand interesante, nos será bastante útil.

Eso me hizo sentir bien, me gustaba ir por mi cuenta pero que alguien pensara que soy útil me hacía feliz, Risotto continuó hablando, tenía una mirada con algo de duda.

— (T/n), aquí todos somos usuarios stand, y por si no te había dado cuenta, solo los usuarios de stand ven otros stands.

Lo explicó brevemente, lo agradecía ya que desconocía eso. Ghiaccio parecía frustrado y los demás algo sorprendidos.

— Risotto, ¿No crees que a sido algo precipitado el compartir esa información?

Prociutto preguntó, un poco sorprendido, Risotto suspiró, y habló de nuevo.

— Quizá, pero iba a descubrirlo tarde o temprano, habéis sido vosotros los que habéis decidido ver su stand. Además, está en vuestra mano el decirle o no cual es vuestra habilidad.

Risotto se giró tras decir eso, y volvió por donde había llegado. Los demás solo asintieron, no parecían tener más quejas que decir a su jefe. Sorbet y Gelato se presentaron y me dieron la bienvenida antes de irse arriba también. Prociutto soltó un suspiro.

— (T/n), sígueme, te enseñaré tu habitación.

Me levanté ante la mirada del rubio, recogiendo mi lápiz y mi cuaderno, pasando por al lado de Formaggio, el cual me dijo que nos veríamos más tarde. Seguí a Prociutto escaleras arriba. Había un pasillo con varias puertas.

— Bien, la puerta que hay a tu izquierda nada más subir, es la que da al despacho de Risotto. Las demás con nombres, son los dormitorios. Hay dos baños, uno al principio y otro al final del pasillo.

Me explicó eso estando al principio del pasillo, después avanzó unos metros más hasta a la que sería mi habitación, aún no tenía nombre.

— Dormirás aquí, tiene una cama, unas estantería vacía y un escritorio. Puedes hacer lo que quieras en esta habitación mientras no moleste a los demás integrantes. En cuanto a la comida, todos pagamos por igual para cenar, así que preocúpate por eso.

Asentí, después de eso el rubio me dejó sola, así que entre a ver mi nueva habitación. Hacia ya un tiempo que no tenía una, solía quedarme en moteles baratos con el dinero que robaba, así que era un cambio agradable.

La cama tenía sabanas viejas, pero estaban limpias, eran moradas, desteñidas. La madera de la estantería y escritorio estaba raspada, como si hubiera recibido algún golpe al moverla. Las ventanas tenían persianas, sin cortinas. La habitación estaba bastante bien, me senté en el colchón, no era la cosa más blanda del mundo pero era cómodo.

Saqué el pequeño frasco donde tenía los ojos, apretujados, realmente iba a necesitar frascos más grandes. Suspiré, dejándolos en una balda de la estantería. Me quité los cinturones, de la cintura y de los muslos, y los dejé encima del escritorio.

Decidí volver a bajar, con mi cuaderno en mano por si necesitaba comunicarme. Escuché ruido en el cuarto de estar, los demás parecían conversar animados.

— Bienvenido de vuelta.

***

Silence [Ghiaccio x reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora