No sintió dolor alguno cuando cayo. Miró a su alrededor y todo estaba totalmente obscuro, seguramente entró dentro de ese cuadro con ojos rodeados de colores. A lo lejos miró algo sentado en el piso, no se podía ver que era exactamente hasta que se acercó a el. Era un osito de peluche pero con textura computarizada. Quiso tocar su cabeza lentamente cuando este habló
- ¿ Que haces? no sabes que es de mala educación tocar a otro sin su permiso.
- Discúlpame ¿ Que hace este sitio? - preguntó Mabel.
- No te comprendo - contesto el oso con una voz aguda que tenía un pronunciado eco.
- Bueno cada cuadro hace algo aquí, este tiene que tener una gracia.
- La verdad no.
- ¿ Solo eres tu, no te sientes solo ?
- No suelo estar solo, tu si estas sola, no veo a nadie que te acompañe.
- No creo que alguien que venga conmigo aguante esta locura.
- ¿ Que quieres en este sitio. Ves algo que te guste ?
- No se ve nada - contesto Mabel mirando y girándose de ambos lados.
- Espera, encenderé la luz. Si que eres astuta.
El oso de peluche se levantó y dio unos cuantos pasos hasta aparecer una manivela frente a el , la tocó y de pronto apareció un gran salón lleno de juguetes. Una gran escultura de payaso se encontraba al fondo . Mabel no sabía si este sitio era lindo o aterrador.
- Oye No enciendas la luz, quiero dormir - dijo una voz desde abajo.
Tenía puesto un traje del sombrereo loco de Alicia color verde, en la solapa del saco llevaba un pin de taza de te y sobre sus pantalones color café tenía algunos parches a cuadros, debajo e ellos se podían apreciar unos calcetines a rayas de colores, con unas botas negras de agujetas. Su gran sombrero de copa morado tenía un adorno de reloj de bolsillo.
Este individuo se levantó lentamente del piso donde dormía y se quito el sombrero del rostro. Mabel sintió como su estomago se sobresaltaba de shock al ver que se trataba de su compañero de trabajo Maurice Hatcher. El también se quedo impactado al verla y se puso muy nervioso.
- ¿ Que ...haces aquí ? - preguntó Mabel, a quién ya le sudaban las manos, tal era su desconcierto que alucinaba a su compañero de trabajo, o al menos así se sentía.
- No ¿ Que haces tu aquí ? ¿ Eres real o solo mi imaginación te disfrazó de Alicia?
-¿ No eres parte del programa ? ¿ O acaso eres ... ?
- Soy el creador el museo. Yo programé todo.
- No puede ser, todo mundo aquí dice que eres el loco mayor - dijo lentamente Mabel, intentando que su cerebro no estallara.
- Bueno gracias, todos son tan cariñosos conmigo. Pero ¿ como lograste entrar ? - preguntó el demasiado confundido.
- Caí por una alcantarilla y de pronto ya estaba aquí.
- Mmm... curioso, muy curioso - murmuró para si Maurice - No sabía que podía pasar eso, francamente me jacto de tener todo bajo control.
- ¿ Sabes como salir ? Debo llegar a la fiesta de Anne. También iras supongo.
- ¡ Claro ! No visto así de manera cotidiana, aunque me gustaría, me queda bien.
Mabel se dio cuenta que esta es la primera vez que entablaba una verdadera charla con Maurice. Desde que trabajaba en Gateway solo habían cruzado unas cuantas frases de trabajo.
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El museo donde todo se vale
FantasyAdaptación del clasico de Lewis Caroll ''Alicia en el país de las maravillas'' y el programa para computadoras de Wayzata Technology '' The museum of anything goes'' esta novela sigue la historia de Mabel Salazar una joven latina que vive en New Yo...