Capitulo 9

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De nuevo en la sala y tratando de recuperarse de la ráfaga de pimienta recibida, Mabel trató de buscar a Maurice. Se había quedado un tanto preocupada desde que lo dejó antes de adentrarse al cuadro de la patinadora y su cerdito, quería creer que el no la dejaría sola en este mundo Inter dimensional y demente. Al llegar nuevamente a la primera sala el se le apreció de repente haciéndola sobresaltar de susto.

- Maurice ¿ estas bien ? - le preguntó ella.

- Toma una - dijo Marice ofreciéndole unos pequeños frutos rojos y con una sonrisa de oreja a oreja.

- Que miedo preguntar que es esto.

El comenzó a incitarle a que se los comiera haciéndole gestos y señas  como si mordiera algo invisible en su mano. Asumiendo que era algo seguro ella se los metió a la boca, cuando comenzó a sentir un intenso sabor amargo y escupió automáticamente el regalo.

- Sospechaba que no era comestible- dijo Marice pensativo.

- ¿¡ Pero que les pasa a todos ustedes ! ? Ninguno tiene sentido de la cordura.

- ¿ Estas molesta ?

- PUAJ , pareciese que están conspirando en mi contra.

Ella se retiró molesta, mientras el la miraba muy triste y confundido. Tenía muchas arcadas por el terrible sabor que le había quedado , metió la mano en su bolso y saco la cajita metálica con las mentas de limón y rápidamente probó una. Parecía estar mejorando cuando recordó que esos dulces se los había ofrecido la oruga, aunque no lograba recordar que instrucciones le había dado, habían pasado aproximadamente 5 minutos mientras deambulaba nerviosa por la sala esperando a que expulsara fuego por la boca o le salieran escamas en los brazos pero no   no sentía nada extraño, tal vez no le había dicho algo relevante y sería mejor no estresarse por ello. Con temor y curiosidad decidió ingresar a la tercera sala del museo, la cual tenía menores exhibiciones que las otras dos y es que en ella solo se miraban un cuadro con flores, otro con una mujer de espaldas mirando el mar, otro más con un jardín llenó de flores y vegetación y por ultimo uno mostraba a un enorme rascacielos visto desde abajo. 

 Aún tenía un sabor amargo en la boca, miró el cuadro del edificio y pensó que podría conseguir un poco de agua potable, tocó y rápidamente se vio rodeada de 4 paredes en un pequeño cuarto. Se dio cuenta  que era un elevador al ver los botones, así que presiono uno que tenía una flecha que dirigía hacia arriba lo presionó y subió. No estaba muy segura sobre lo que encontraría, después de todo nada era normal o cotidiano en el museo virtual. El elevador no tenía botones que indicaran piso por piso sino únicamente contaban con flecha arriba y flecha abajo, pero tampoco se veía un edificio muy alto por lo que Mabel ya tenia un aproximado de 15 minutos en el asesor y este no paraba, lo cual la preocupó, pensó que tal vez se habría estropeado y que este se movía sin sentido o tal vez se quedaría atascado en algún punto ya que este comenzó a sacudirse muy bruscamente. Se sentó en una esquina del ascensor asustada y esperando un horrible final hasta que este se detuvo con un sonido de campanilla. 

Se levantó y salió estaba en la parte más alta donde se podía ver una gran ciudad, muy parecida a New York o Chicago, un viento suave le pasaba por el rostro y el cielo era muy azul. Mabel pensó que esta debía ser una atracción tranquila, aunque esperen un minuto...TODO SE VALE. En la parte central del gran balcón en el ultimó piso había unos binoculares como aquellos que suelen encontrarse en lugares altos así que se acercó para mirar que podía ser distinguible a lo lejos. Fijo su mirada en el aparato más sin embargo solo pudo ver otros edificios a lo lejos, bajó el binocular pero solo eran edificios, se preguntó que tan alto era el edificio pues ella podía mirar perfectamente el suelo en el se veían transeúntes pasar. Miró nuevamente por el binocular para encontrar su mirada con un pez nadando en el cielo que la miro y le dijo ¿ Que quieres ?  Eso la asustó y dio varios pasos atrás, ya tenia un enorme presentimiento de que esto sin duda no iba a ser algo predecible.

El museo donde todo se valeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora