Capitulo 2.

2 0 0
                                    


─¿Cómo dormiste, Thanya? ─preguntó esa mujer, aún no recordaba su nombre, más bien, ni siquiera presté atención cuando papá habló de ella; al fin y al cabo, era la novia de la semana nada más.

─Debería saber que ni siquiera dormí, señora. ─respondí. Tomé un brownie de la mesa y ella sujetó mi mano por la muñeca.

─No, no. No son para niños. ─espetó. Intenté no ser tan brusca y di un pequeño tirón soltándome, segundos después me lo llevé a la boca volteando a ver a la señora a los ojos.

─¡Me voy, papá! ─grité─. Ten un buen día. ─me dirigí a la mujer. Unos pasos más lejos de la reja de mi casa, escupí el pedazo de brownie y tiré el resto en el contenedor de mi vecino; era un viejo amargado como mi padre, pero al menos no revisaba su basura.

Mis piernas se congelaron con la brisa helada, quizá debí cambiarme para ir a la escuela y no usar sólo shorts con medias, pero el frío mantenía mi mente alejada de los pensamientos y la concentraba en las sensaciones.

No era tan tarde como para no alcanzar el autobús, pero preferí caminar y llegar justa a la escuela. Pasé por el puente, luego por la tienda donde trabajaba la amiga de mi madre, y sólo para hacer quedar mal a papá, saqué una cajetilla de cigarrillos de la cazadora y fingí encender uno.

Minutos más tarde, mi madre había llamado a mi teléfono varias veces: vaya que esa señora era rápida para contar chismes.

Ya estaba cerca de la escuela cuando me topé con un anciano de suéter verde; me miraba directo a los ojos, quizá por la perforación de mi ceja o las ojeras de delineador que traía luego de no desmaquillarme el fin de semana.

─¿Cuál es el punto de ese look? ─atacó cuando estaba a punto de pasarlo. Podía no contestarle, pero por algún motivo decidí darnos gusto con mi respuesta.

─Molestar a mis padres, probablemente.

─Que honesta, pero ¿a ti en que te beneficia?

─Ellos me molestan a mí, es... les devuelvo el favor.

Realmente era una tontería, no sólo la parte de responderle al anciano verde; mi respuesta en si era una estupidez. Me gustaba mi cabello, no lo había cortado y pintado para molestar a mi padre, pero una vez que lo vi rojo de coraje, por algún motivo me gustó aún más.

Y la perforación sólo cubría una parte de mi ceja que nunca se decidió a crecer.

Claro que; fingir fumar, lo del brownie y las botellas en mi habitación que había recogido de la calle, sí que eran para molestarlos, aunque bueno, pronto eso terminaría, al menos cambiaria esas cosas por otras para molestar a mi madre en su lugar.

En mes y medio, mi padre me enviaría al centro de la ciudad para que estudiara la preparatoria lejos de él. Había hecho un trato con mi madre; una vez terminara la secundaria, yo era problema de ella.

—Escribirán un ensayo de su futuro —dijo la maestra, sin dejar de ver la pantalla de su celular—. No me interesa que tan extenso sea, sólo quiero saber que harán con sus vidas: Y tonterías como "morirme" o "casarme con un/una rico/a" no son válidas, dejen esos pensamientos para la universidad sí es que siguen estudiando —. Estoy segura que con eso ultimo que dijo, su mirada se clavó en mí.

Era una mujer realmente agradable a mi parecer, me encantaban las personas sarcásticas y medio sínicas.

Me quedé bastante perdida hasta el descanso, si me encargaron otras tareas o no, permanecería como uno de los ocho misterios más grandes de la humanidad, ¿o eran diez?

—Evite comer en clases, Ethanya —. Prometo que el profesor apareció de la nada; un instante se encontraba en el piso de abajo, caminando frente a la ventana, y al siguiente, tenía su manota en mi indefensa y pobre rebanada de pizza.

—Thanya. —le corregí.

—Su nombre es Ethanya, ¿o me equivoco?

—Nadie tiene el derecho de decirme así, es más, si lo hace frente a mi padre, ni siquiera sabrá de quien habla —. Levanté uno a uno sus dedos hasta que soltó mi comida.

—Tiene en muy mala percepción a su padre, jovencita —, en ese momento, ignoré que había más personas en el salón y saqué mi teléfono, marqué el número de mi padre y dejé que sonara.

Al ultimo timbre, contestó.

—¿Qué quieres? —preguntó, la bocina resonó con el altavoz.

—Oye, viejo, ¿Quién es Ethanya? —pregunté, llevándome la rebanada de pizza a la boca.

—Ni idea ni ganas de saber, ponte a estudiar o algo —, la expresión del hombre valió completamente la pena—. Esta mañana Sara me ha dicho que tomaste un brownie de la me...

Ahí corté la llamada, por si acaso.

El profesor ordenó que habláramos después de clases; claro que eso nunca sucedió. Terminó el día y me fui de la escuela, igualmente no creo que en realidad le importara mi vida personal.

En poco tiempo ya no podría ir a ese puente por lo que planeaba pasar ahí el resto de mis días; con los pies colgando y las manos aferradas al cemento. Eso de estar al borde de una ciudad con la cabeza en la muerte, enserio me hacía valorar mi vida.

"Mi futuro como escultora."

Escribí, quizá en este momento me importaba más que no se me cayera la pluma que el no estar bien agarrada al puente.

—¿Quieres ser escultora? —la fastidiosa y familiar voz me sorprendió tanto que perdí el equilibrio. El idiota me sujetó, pero el cuaderno se me cayó en el charco de abajo.

—¡¿Qué demonios te pasa?! —le grité, con los pies bien plantados -ahora si- en el suelo. Asomé la cabeza para ver si al menos era rescatable para bajar por él, pero desistí apenas me cuestioné como bajar.

—Perdona —, hasta ese momento sus manos seguían sujetándome débilmente de la cazadora—. No planeaba asustarte, creí que me habías visto al llegar.

—Ni siquiera esperaba que estuvieras vivo, mucho menos me iba a poner a buscarte por la ciudad —. Le di un golpecito en las manos para que me soltara.

—Te compraré otra libreta, ¿a dónde te gustaría ir por una nueva? —, consideré negarme a que lo hiciera, pero no quería volver a mi casa. 

EthanyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora