Amor

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 El amor es algo que no sabremos con certeza si sucede y que jamás comprenderemos totalmente, simplemente es algo de lo cual disfrutaremos al escuchar el eco de sus o al inhalar su aliento regocijante. Es el éxtasis de su roce y calma de su sombra lo que nos llena. La sed insaciable de su copa rota, la brisa sutil del abrasador sol de verano.

Amor es lo que yo siento por ti, siento miedo de admitir algo escurridizo y de analizar sus turbias aguas, de ahogarme en mis propios sentimientos extraviados y resurgir impregnado de su suave aroma aturdidor. Paz y calma, entre mezclas de confusión y alegría, azotan mi alma fuertemente y se lamentan en mi corazón perdido.

Tal vez no sea correspondido, pero este egoísta gozo libertador quiere ser escrito y grabado en tu mente, y ser recordado por su esencia y no en su creencia; quiere aclamar sin temor alguno sus verdaderos deseos desesperados, gritar sin voz el segado albedrío que posee y enorgullecerse de que besó los pies del cariño ajeno.

Tomaré la daga y diseccionaré toda frivolidad de mi caparazón, dejaré que mi carne desnuda sea rasguñada con tus dulces besos y que aprenda a no temer más de los fantasmas de la inseguridad que le atormentan. Dejaré que me enseñes, si está en tu deseo, a sufrir como el viejo por su juventud lejana, y a amarte como las caricias del viento a las hojas de los árboles. Me someteré a la peligrosa pena y vergüenza de un fallo, o al dulce y preciado néctar de la posible victoria.

Escúchame si tu corazón presta oído, entiéndeme si tu mente se abre; mi alegría y mi tristeza, mis días y mis noches, mis sonrisas y mis lágrimas, mi inocencia y mi malicia, son tuyos y para tu disposición, junto al amor único, sincero y puro que desborda amargamente mi pecho. Acógelos con humildad y dicha, hazlos florecer en las áridas e infértiles tierras de la vida, donde el reto de hacerles prevalecer será grande y parecerá a veces imposible; o destrúyelos, pisotéalos con la humillante y áspera suela de la indiferencia y lánzalos en la fructífera tierra del olvido, donde miles de almas ajetreadas son fertilizadas con el dolor del mundo y alcanzan alturas indeseables, rodeándose de espinas sangrantes, floreciendo con su propio sufrimiento constante.

Oye las palabras del cariño que expreso en tu honor, y crea en tu corazón un jardín donde sembrar sus débiles raíces. Hazle un altar en la cima de tu amor y conviértelo en nuestro tesoro íntimo, cuyo tronco sirva de soporte en tus días nublados y la sombra de sus ramas floreadas te susurren canciones de serenidad en tus tiempos de amarguras. Deja este preciado secreto sea nuestro orgullo al esconderlo y protegerlo de los ojos viles del mundo, y que al duplicarlo para nuestra propia alegría la vida nos muestre por fin la belleza de su rostro.

Oh querida mía, deja que nuestro amor haga concebir serenidad en la melancolía de los poetas, que nos despierte de la rutina tormentosa que nos cose la vida en las espaldas y que haga de la muerte nada más que un insignificante suceso que eternizará, por siempre, este sentimiento.

Si mi amor no llega a satisfacerte un día, no sientas pena en destrozar el jardín que formamos, si mi cariño vacila en tu pecho, deja que tus desenamoradas manos ahoguen los girasoles de las praderas; mi alma no sufrirá, porque ya he probado la gloria, y ni el más duro golpe de la desdicha y el dolor serán capaces de arrancar sus raíces. El único veneno capaz de asesinar el deleite de este noble sentimiento, reside en el desastroso engaño descubierto y jamás dicho y del que tu corazón no esté arrepentido; sólo así podrías tomar esas raíces y quemarlas en el fuego infernal de la infidelidad, y observarás como las cenizas ensuciarán tus manos pasajeramente y como su humo contaminará para siempre tu conciencia. No hay pecado más grande que insultar el nombre del frágil amor y matar su progenie.

No quiero sembrar temor en tu ser, quiero exaltarte e invitarte a que bebas del vino fermentado con el cariño y pasión de nuestros corazones y te embriagues en un sueño que marcará un letargo en tus penas, que la sinceridad te de cobijo en su cálido abrazo y no te miedo liberar tu lengua de sus ataduras para decir siempre los profundos deseos de tu pecho.

Mírame, porque aquí estaré, esperando quieto y firme como estatua de marfil, anhelando con profundos suspiros tus besos y caricias, deseando abrazarte y jamás soltarte; hasta el día en que ya no quieras buscar más mis ojos, en que ya no quieras tocar más mi piel, cuando no te alegre más tener mi pecho contra el tuyo para sentir los latidos de mi corazón, ese día aceptaré tu pérdida, lloraré en secreto y mis manos temblaran en el desesperado recuerdo de sentir las tuyas, pero me mantendré firme para darte la libertad de ser feliz, y aún más , para soportar mis propias penas

Aunque el tiempo o los inconvenientes del destino nos ataquen, un girasol quedara sembrado en algún lugar de nuestros seres, florecerá o se marchitará con el tiempo, y el borroso recuerdo de nuestras borracheras de amor nos alegrara vagamente cuando se asome a nuestra mente un momento de tristeza. Tal vez lleguemos a olvidar nuestros nombres, inclusive nuestros rostros, pero algo de lo que fío mi vida sin titubear es que este sentimiento tan desinteresado que nos atravesó en un momento dado, jamás pero jamás será olvidado. Mi amor, cariño y aprecio por ti lo guardaré, lo encerraré y lo cuidaré con recelo hasta que las sublimes alas de la muerte se posen sobre mi cuerpo y tomen mi alma en su vuelo cíclico al más allá.

Cariño mío, comprende estas palabras de un hombre cruzada por la luminosa flecha de la iluminación y conmovido por tu fascinante forma: TE AMO. No te doblegues a la lastima ni el temor, si no sientes lo mismo por mí, no repliques ni te quejes de las razones del por qué lo hago; como mencione, este es un gozo egoísta del cual me alegro aunque sí sólo yo lo sienta, pero del cual me enternecería si lo compartieras.

Que los años sean sabios contigo, que el destino sea benevolente al ofrecerte sus amargas píldoras y que la mano de la vida te muestre su brillo en tu momento más oscuro. Más que tu pareja, obsérvame como el leal amigo eterno que no temerá en tenderte sus manos aún cuando las desprecies, que te abrazará aún cuando no lo necesites y que mantendrá un aprecio inmutable hacia ti por las generaciones y a través de la muerte.          

Palabras de un Alma CansadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora