La Espiral del Tormento Eterno

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No sé si, al someterme a este tratamiento para exaltar la serotonina, mi psique comenzó a vincular tu presencia con el éxtasis. ¿Es realmente así? ¿De verdad eres mi salvación? Todo ha transmutado. Todo se desploma. El insomnio retorna como un espectro inmemorial, y la rumiación se instala como un parásito insidioso. Aquellos pensamientos lúgubres giran y giran en un torbellino febril, ávidos por usurpar mi razón.

La noche se metamorfosea en un campo de batalla, donde entablo combate contra mis demonios internos. Padezco, en un silencio sepulcral, un suplicio de melancolía y despecho. La ira e impotencia me devoran, mientras una parte de mi ser clama por liberación, por un hálito en medio de esta vorágine. Mis días se han convertido en un eco distorsionado de lo que otrora fueron, una sombra persistente de mi antaño júbilo.

Cada pensamiento es un estilete, cada recuerdo una llaga incurable. ¿Eres tú la panacea o el tóxico veneno? La línea es tan delgada, tan nebulosa. Las noches interminables se colman de lágrimas mudas y alaridos sofocados, mientras las estrellas en el firmamento parecen mofarse de mi tormento.

Atrapado en un palacio de espejos oscuros, cada reflejo distorsionado de mi ser grita en un clamor de desesperación. Las sombras danzan en las esquinas de mi mente, susurrando promesas de liberación que nunca llegan. Los muros de este laberinto mental se alzan cada vez más altos, aprisionándome en una espiral descendente de desesperanza.

Las ruinas de mi alma se yerguen como vestigios de una catedral derruida, sus vitrales rotos reflejan fragmentos de mis sueños desvanecidos. Los cuervos graznan en el horizonte de mis pensamientos, presagiando la eternidad de mi sufrimiento. Un viento helado recorre los pasillos de mi conciencia, apagando cualquier chispa de esperanza que pudiera asomar.

Y mientras me debato entre la esperanza y la desesperación, solo anhelo hallar la paz que tanto ansío. Pero la contienda interna prosigue, y el alba parece un ensueño remoto en medio de esta noche perenne. Las corrientes subterráneas de mi alma luchan por emerger, pero se ven arrastradas nuevamente a las profundidades abisales de mi mente. Atrapado en esta espiral de angustia, me pregunto si alguna vez recobraré la calma, si alguna vez podré escapar de esta tormenta enclaustrada.

En cada latido de este corazón desolado, resuena el eco de una batalla perdida. ¿Eres tú el bálsamo que cicatrizará mis heridas, o la ponzoña que me condenará a una eternidad de tormento? La respuesta se pierde en la neblina de mi incertidumbre, mientras sigo vagando por los oscuros recovecos de mi propia psique, en busca de una redención que quizás nunca llegue.

Palabras de un Alma CansadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora