Lee Minho, según las personas, era uno de los mafiosos más conocidos de toda Francia. Un día en venganza de un hombre que hablo mal de él decidió secuestrar al hijo de este, sin pensar en las consecuencias que iban a repercutir en el más tarde.
-¡Er...
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Cuando llego al dichoso complejo de apartamentos bajo del coche y siguió al menor de los Seo hasta adentro del edificio.
Aprovechó que no había nadie en recepción para poder ingresar sin problemas. Se quitó las gafas y el cubrebocas, acomodo su cabello y subió las escaleras. Sabía que Changbin estaba en el tercer piso, así que para que no ser visto aún decidió subir por ahí.
Mala elección porque Minho al terminar el primer piso se había cansado. ¿Quién ponía tantos escalones por piso?
Después de mucho esfuerzo y voluntad llegó, fue hasta la puerta que tenía el número 08 marcado. Le dio tres golpecitos y esperó.
—Señora Song le dije que ya le llevaba el azúc... Tu no eres la señora Song—.
—Creo que no—.
—¿Qué haces aquí? Tu problema es con mí padre, no conmigo—.
—Temo que te volviste parte del problema, ¿Puedo entrar?—.
—¿Le llevas primero el azúcar a la señora Song? Está al lado, en el 09—.
—Ah dios mio, dame—El menor le entrego una bolsita y Minho fue hasta la puerta de al lado, Changbin nunca se movió, lo observaba atento—.
—Oh pero que lindo muchacho—Dijo la anciana apenas vio a el pelimorado, Minho le sonrió y le saludo amablemente. Changbin abrió la boca en grande—¿Es tu amigo Changi?—.
—Changbin señorita Song—Le corrigió—.
—Changi es un viejo amigo—Hablo ahora Minho, la mujer asintio—.
—Um, parecen muy cercanos, bueno, debo preparar mí budín de manzana, luego les mandaré un pedazo a cada uno en agradecimiento por el azúcar—.
—No hace falta señora, igualmente muchas gracias—.
—Patrañas, les daré un poco luego—Les dio una última sonrisa y luego ingreso a su departamento—.
Minho fue hasta el más bajo nuevamente.
—¿Ya me dejas pasar?—.
—Adelante, pero no tengo mucho tiempo—.
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