Lee Minho, según las personas, era uno de los mafiosos más conocidos de toda Francia. Un día en venganza de un hombre que hablo mal de él decidió secuestrar al hijo de este, sin pensar en las consecuencias que iban a repercutir en el más tarde.
-¡Er...
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—Vamos es hora de levantarse—.
—No—.
—Anda Jisung, debemos llevar a tus amigos a sus casas—.
—Tengo sueño Min...—Hablo medio dormido, abrazándose al cuerpo del mayor—.
—Amor no me estás ayudando—.
—Un ratito más ¿Si?—.
El mayor le miro, viendo cómo se aprovechaba de que le costaba decirle que no a el. Rodó los ojos y termino por asentir.
—Solo un ratito—.
Ambos se acomodaron para dormir un poco más, después de todo eran las nueve y media de la mañana.
Hasta que el celular del menor sono, recibiendo una llamada.
—Uuuhh—Se estiró para poder agarrarlo—El destino no estaría queriendo que duerma—.
Minho rio y lo soltó un poco para que pudiese contestar.
Jisung atendió sin leer de quién se trataba.
—¿Hola?—.
—Hola hijo... ¿Estabas despierto? Lo siento, olvidé que te gusta dormir hasta tarde—.
—¿Mamá?—Se despertó por completo al escucharla—No te preocupes estaba despierto, ¿qué sucede?—.
—Bueno primero quería pedirte disculpas por todo Ji... De verdad, escuché tantos pero tantos rumores que por un momento los creí y corte total comunicación, perdoname, soy una madre terrible—.
—No lo eres mamá, no pasa nada—.
—Lo soy, lo siento Jisungie... ¿Podrías venir a almorzar hoy? Puede venir el señor Lee también, se que ustedes quizá están... No sé, pero está más que invitado—.
—¿Qué? ¿Hoy?—.
—Si, hoy. Quiero disculparme como se debe y, de paso, que nos pongamos al día—.
Jisung miro a Minho, este asintió sin problemas.
—Estaremos ahi—.
—Perfecto, nos vemos cielo—.
Colgó la llamada y se quedó mirando el techo, Minho espero a que el hable primero.
