"Kim Taehyung, un hermoso pero rebelde doncel, intenta escapar de su futuro esposo justo un día antes de su boda. Para su mala fortuna, Jeon Jungkook, el vampiro más temido de la región, posa sus ojos en él, horas antes, desencadenando una serie de...
Al fin lo tenía en mis brazos. Lo subí con cuidado a la limusina, donde Yoongi y mi chófer me esperaban, listos para huir del lugar.
—Volvamos a casa — ordené con una sonrisa, sin poder apartar la vista de su hermoso rostro. Tomé su mano y cerré los ojos, deleitándome con la calidez que emanaba de su piel. El palpitar de su corazón, suave como el susurro del viento entre los árboles, podía sentir cómo su sangre fluía por sus venas, serena como un lago tranquilo.
—¿Qué piensas hacer con él?— preguntó Min, sacándome de mi ensoñación.
Lo miré con una sonrisa ladina, levanté una ceja y respondí: —Aún no lo sé...
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Tres horas después de viaje, saqué mi móvil y le marqué a uno de mis empleados. El paisaje pasaba rápido por la ventana, pero mis pensamientos estaban enfocados en la llamada que estaba por hacer.
—Hola, señor Jeon —me respondió del otro lado de la línea con voz formal.
—Hola Doyun. ¿Está mi padre en casa? —pregunté, sin dejar de mirar al hermoso doncel que dormía plácidamente a mi lado. Sus cabellos rubios caían sobre su regazo y su respiración era tranquila, lo que me hizo sonreír.
—No, señor Jeon. Su padre salió a atender unos negocios.
—Ok, gracias —corté la llamada y volví mi atención a Yoongi, quien empezaba a despertar—. Mi padre no está.
Yoongi parpadeó, desorientado, y luego me miró a los ojos.
—¿Crees que se va a molestar contigo por lo que hicimos? —preguntó, mordiéndose el labio inferior.
Le respondí levantando los hombros, tratando de parecer despreocupado.
Llegamos a la mansión y, con cuidado, lo acosté sobre mi cama. Observé su rostro sereno por un momento antes de dirigirme a uno de mis empleados que aguardaba cerca.
—Avísame en cuanto despierte —le ordené con firmeza—. Y coloca rosas frescas en los jarrones —añadí, pasando mi mano por las cálidas mejillas del doncel.
Yoongi y yo bajamos a la sala. Él se dejó caer en el sofá, apoyando su espalda en el respaldo y mirándome con curiosidad.
—¿Piensas liberarlo? —me preguntó, con un tono de voz que reflejaba su preocupación.
—Por el momento no. Seguramente los Jung se darán cuenta muy pronto de que se escapó y lo estarán buscando. Por su bien, haré que se quede aquí un tiempo —respondí con una sonrisa. Tener al doncel cerca me encantaba, su presencia traía una inesperada calidez a mi vida.