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   —¿Es aquí, Kokushibo?—
   —Según la brújula... sí. Ahí abajo... probablemente encontraremos el camino a las ruinas... que nos llevan al lirio—
   —Apresuremonos entonces...—

Al fin llegaron a su destino... Resultó ser la entrada de una cueva que estaba en picada.

   —...¡Enciendan unas antorchas! ¡Vagaremos por la oscuridad!—

Fue así que, con cuidado, empezaron a bajar por las piedras inclinadas... hasta que acabaron sumergiendo la mitad de sus piernas en las aguas estancadas que ahí había; y anduvieron por ellas con intenciones de llegar a su fondo, o al menos hasta encontrar el lugar donde yacía la dichosa flor.

Sin embargo, luego de caminar por un rato, alumbrando con sus antorchas y llegar a un suelo más seco... únicamente se toparon...
   —¿Qué...?— con una pared de piedra que obstruía su paso. —¿No hay salida?—
   —No es posible...— musitó Muzan.
   —¿Entonces hicimos este viaje para nada?— cuestionó el pirata cenizo.
   —"¿Por nada es que lastimaron a Kyojuro...? Me niego a creerlo..."
   —...Tal vez haya que hacer algo—
   —¿Algo como qué, Kokushibo?—
   —Se supone que el lirio fue escondido de tal forma que no pueda ser encontrado... Quizás se debe hacer alguna especie de ritual o... mencionar algunas palabras clave para que una ruta o vía de acceso sea revelada... como en una mazmorra o un laberinto embrujado—
   —¿Palabras mágicas? ¿Como "abracadabra"?—
   —¿O quizás "ábrete sésamooo"?—
Opinaron Gyutaro y Douma.
   —No... No creo que sea con unas palabras tan simples... Debe ser algo relacionado con las condiciones... ¡...!— ahí fue donde se acordó —Los cálices— le indicó al pirata Kaigaku que los cuidaba que se los entregara.
   —¿Los cálices?— le preguntó Muzan, viendo como esculcaba en la bolsa de tela que le dieron.
   —...Vi unas palabras talladas en ellos mientras los limpiaba cuando recién los conseguimos... En ese momento no sabía qué significaban...— entonces sacó los envases de plata, y vio nuevamente en su borde las palabras, siendo aquellas las que diría en voz alta.
   —Aoi no... hima hana...—

Y en ese mismo instante, el silencio fue devorado por el sonido de las aguas arrastrándose bajo sus pies; y estas subieron de tal manera por las paredes hasta que se juntaron en el techo y tomaron la forma de un pequeño lago lleno de niebla.

Todos lo vieron extrañados... y más cuando fueron testigos de cómo un ave cualquiera entró por ahí.
   —...Hay que subir—
   —Gyutaro, ayuda a Kokushibo— le ordenó el capitán.
   —Ah, sí señor— fue así que se acercó al susodicho.

Y recibiendo primero los cálices en las manos, se arrodilló, y con eso, el primer mando aprovechó para sostenerse y llegar más alto, hasta tocar con la punta de su espada las aguas... aunque esta, fue abruptamente absorbida, y por ende la soltó.
Pero eso no fue impedimento para que él metiera su mano, y de ese modo, también fuera absorbido.

Las mismas aguas fueron las que se encargaron de elevarlo y sacarlo al exterior de algún sitio desconocido, y que también estaba rodeado de densa niebla. No obstante, fue suficiente con que diera unos cuantos pasos, con los que pretendía acercarse y levantar su arma de donde fue a dar... para que él se convirtiera en el afortunado del enorme hallazgo.

A unos cuantos metros, bajo la luz que se filtraba por ciertos huecos desde lo alto, y que apuntaba a aquella zona; en un suelo verde algo elevado por escalones, miró varias de ellas esparcidas en su máximo brote...

   —¿Será posible que sea...?— el lirio de araña azul; la flor que otorga la inmortalidad.

La han encontrado.

En eso... su capitán apareció por detrás suyo...

   —Señor Muzan...—
   —...Es real...— y miró también fascinado.

En busca de la INMORTALIDAD [Kny]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora