13. REAL

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REAL

Se sujetó a la pared buscando levantarse. Sus ojos están acostumbrándose a la penumbra en tanto una luz azulada entra por la ventana, indicándole que está en el baño. Pero Renjun no necesita de sus ojos para definir esto.

Escuchó un chillido ahogado y pensó que podría haber sido Jaehyun, pero entonces se dio cuenta del silencio. El chillido había salido de su boca, ya que afuera, no se escuchaba nada.

Sintió pánico.

De pronto todo estaba silencioso. Si Jaehyun iba a enfrentarse al Otro, ¿no debería haber ruido? ¿No debería haber cosas rompiéndose? Renjun se preguntó qué había sido del ruido de la ventana y se movió a un lado. Todavía tiene fuertemente sujeto el trozo de plato; la mano le sangra y las gotas ya han empapado la cerámica en el piso.

Miró sus propios pies cubiertos de sangre y se movió hacia el lavamanos. No parecía tener mucho equilibrio ahora y se siente casi tan perdido como la primera vez que entró allí. Es como si de nuevo no supiese cómo ubicarse. Deslizó la palma buena por la superficie del lavamanos, mirando como este se cubrió de suciedad, entonces, tocó la llave del agua y la abrió, pero no se atrevió a meter la mano allí, en lugar de ello, Renjun levantó la vista, encontrándose con su reflejo.

«¿Soy yo? Se tocó la cara, más aterrado que antes, y volvió a preguntarse —. Esta persona, ¿soy yo?»

Tiene una cortada en la mejilla, la cara cubierta de barro y algunas manchas húmedas se escurren por el mismo sitio que antes recorrieron sus lágrimas. Renjun se tocó el cabello, desordenándolo en todas direcciones y se palpó el rostro repetidas veces.

«Soy yo». Se dijo, aunque sólo podía distinguir una figura empañada de lo que realmente era su rostro.

La voz de Jaehyun se le metió a la cabeza, diciéndole: eres hermoso, Renjun.

Pero en ese instante, él no pudo ver algo como eso en ese rostro distorsionado y lleno de horror, porque eso debía ser esa expresión que escasamente puede distinguir. Su labio inferior tiembla mientras que sus ojos brillan, repletos de lágrimas. Tiene el ceño fruncido y la mandíbula tan apretada que las venas en su cuello se marcan con una tensión medida.

Dejó de mirarse, metió las manos al agua y vio como la suciedad se perdió bajo ellas, deslizándose por el tubo. Renjun se humedeció el rostro y abrió el aparador, tomando las vendas para sus ojos y con algo de torpeza las envolvió en la palma de su mano. Cada tanto envió una mirada al trozo de plato, siempre atento a lo que podría estar sucediendo afuera y cuando hubo cubierto cada una de sus heridas, se movió hacia la puerta.

Renjun pensó en su repentina visión, en que antes no lo había conseguido cuando salió de la habitación, pero entonces recordó que tenía los ojos cerrados. Los ha tenido cerrados desde el inicio, incluso después de quitar la luz, los mantuvo cerrados todo el tiempo.

Por eso él quería que abriera los ojos. Por eso todas las luces estaban encendidas.

«Ahora puedo ver». Afirmó silenciosamente, volviendo al espejo. El trozo de plato estaba sobre el lavamanos. Renjun lo tomó, luego miró a su alrededor. Las sombras apenas le permiten ver con claridad el baño, pero no le hace falta. Soltó el trozo de plato, se puso en cuclillas y abrió el armario junto al inodoro, allí había algunas toallas y al fondo, un botiquín con un color sumamente feo e irritante tomó lugar en sus manos cuando lo sacó.

Sus medicamentos están allí, Jaehyun los ha mantenido allí desde que no le habla porque le resulta más fácil cambiarle la venda cuando termina de desayunar. Renjun lo abrió, arrojó al suelo las pastillas, las vendas extra y al fondo se encontró con la tijera. Renjun la levantó, iluminando el filo con la escasa luz de la ventana y volvió a ponerse de pie.

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