7. OTHER

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OTRO

El domingo por la mañana Chenle los llevó de vuelta a la casa.

Renjun no había querido salirse de la van cuando llegaron y en lugar de formar un escándalo o hacer comentarios, Chenle lo dejó, tomando a Jaehyun del brazo para meterlo a la casa.

Lo primero que Jaehyun vio al entrar fue que todo estaba en orden. El piso estaba limpio, los muebles que había organizado estaban en el mismo sitio y el recipiente de cerveza que había arrojado al suelo seguía estando en la misma esquina, sólo que la cerveza no, puesto que él la había limpiado. Sus pies se movieron rápidamente a la segunda planta, y sus ojos escrutaron hasta el último escalón en busca de lo sucedido el sábado por la tarde, pero incluso cuando atravesó el pasillo y abrió la puerta de la habitación, Jaehyun no encontró nada.

— ¿Qué se supone sucedió aquí? —Le había preguntado Chenle, recargándose de la pared, pero Jaehyun no le había dicho nada.

Él solamente se dio la vuelta y fue por Renjun. Le estaba costando asimilar lo que iba a hacer, pero no le quedaba de otra.

Miró a Renjun, sentándolo en uno de los taburetes de la cocina, lo tomó de las manos y le dijo:

—No hay nada allá —Renjun separó los labios, pero no habló—. Príncipe, debo irme ahora a la oficina.

— ¿Qué? —Jaehyun desvió la mirada hasta Chenle, que sólo estaba allí con los brazos cruzados.

—Surgió algo importante ayer y no puede esperar hasta mañana... lo siento.

Renjun asintió, pero Jaehyun vio que sus manos temblaron. Él apretó los ojos, humedeciéndose los labios antes de dejarlo ir, pero antes, Renjun lo tomó de ambas muñecas y tiró fuertemente de él, hasta abrazarlo en una posición extraña que lo dejó inclinado sobre él.

—Ten cuidado —Renjun le susurró al oído, sonando mortificado—. No te tardes.

Jaehyun se alejó de él, mirándolo fijamente. Las mejillas de Renjun se habían tornado rojas y su semblante triste. Él había lanzado otra mirada hacia Chenle, que le sonrió tan pronto como se hubo alejado de Renjun.

—Wángzí, hay alguien que debes conocer. Esto es la solución a la mierda que te hizo Jaehyun.

— ¿De qué estás hablando? —Inquirió Jaehyun, ayudando a Renjun a levantarse.

—De la vecina. —Y Renjun sonrió.

Song Yuqi se paró en la puerta al cabo de media hora. Ella llevaba un moño alto, lentes de pasta sin vidrio, una camiseta una talla más grande que la suya y unos jeans viejos. También llevaba consigo una cajita de cervezas. Jaehyun vio fijamente la caja y luego volvió al rostro de la chica, que le sonrió con una amabilidad fingida.

— ¿Te han dicho que pareces un padre desaprobando a su niñera? —Le dijo ella, metiéndose sin permiso a la casa.

—No.

—Pero si te lo acabo de decir.

Ella buscó con la mirada a Renjun mientras Jaehyun continuaba con la vista clavada en la cajita de cervezas, eran al menos seis. Y mientras él la miraba, Chenle se acercó, le dio un corto abrazo a la chica y le quitó de las manos la cajita.

Jaehyun gruñó esto:

—Renjun no puede ingerir alcohol —Yuqi lo ignoró—; es delicado.

—Aja, ¿dónde está?

Renjun había subido a la habitación para cambiarse la ropa de Chenle y ponerse algo más cómodo, Jaehyun lo había estado acompañando en todo momento hasta que el timbre sonó. Sin embargo, no pasó tanto desde que Yuqi preguntó y Renjun apareció bajando la escalera con disimulada rapidez.

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