XI

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Eran las cinco de la mañana y Lisa seguía follandose a Jennie, le punzaba la herida pero nada que no pudiera soportar, hacer el amor con su esposa era más importante, le dolía algo la polla ya que nunca la había usado con tanta frecuencia como ahora, pero eso que importaba, solo quería seguir disfrutando del placer de estar dentro del coñito de su esposa. Jennie tenía los ojos rojos de tanto llorar de placer, su piernas temblaban y estaban muy débiles, su coñito ardía pero no le importaba, estaba recibiendo tanto placer que eso no era relevante, solo quería que su general le siguiera metiendo su polla y la siguiera llenando con su semilla, nunca pensó que hacer el amor fuera tan placentero y adictivo.

Al final no se dieron cuenta cuando se durmieron, terminaron demasiado cansadas que en su último orgasmo con solo cerrar los ojos cayeron rendidas.

Eran ya las doce y las sirvientas tenían miedo de ir a despertar a sus amas, no porque su señora Jennie se enoje, si no por lo celosa que es la general, la última vez que intentaron despertarlas la general casi las manda a degollar pero gracias a su señora todavía es que siguen vivas, las sirvientas podrían dejarlas dormir pero el comandante Bambam ya había ido para buscar a la general para resolver el papeleo, que a sus palabras, era demasiado para el solo, así que si o si tenían que ir a despertar a sus amas.

Al final tuvieron que subir dos sirvientas porque no se atrevían a ir de a una. Las sirvientas tocaron suavemente a la puerta.— Mis señoras.— Dijeron.— Mis señoras.— Volvieron a tocar.— Mis... — De repente la puerta se abrió y enfrente de ellas estaba la general, se quedaron sin voz.

—¿Qué es lo que pasa?.— Le pregunto, pero ellas se quedaron calladas.— Pregunté que ¿Qué es lo que pasa?.

—Lo sentimos por molestarla señora, pero el señor Bambam vino temprano en la mañana por usted, para que lo ayudara a completar el papeleo según dijo.— Dijo una con la voz temblorosa y la cabeza gacha.

—Ese hijo de puta siempre interrumpiendo momentos con mi esposa, preparen mi baño y mi ropa, no molesten a mi esposa y si pregunta por mi le dicen que fui con mis soldados.— Entro de nuevo a su habitación y las sirvientas inmediatamente fueron  a preparar el baño.

(...)

—Ya estoy aquí Bam, ¿Qué son esos papeles tan importantes que hicieron que me separaras de mi mujer?.— Pregunto con fastidio.

—El Reino del Norte, hemos estado vigilándolos desde su frontera , se están preparando para otra guerra.— Le dijo tomándola desprevenida.

—Esos malditos, uno pensaría que después de que murieran tantos de sus soldados se rendirían, pero aquí siguen, maldita escoria.

—Realmente lo son, pero que se le va a hacer, todos son escoria humana.— Dijo con gran disgusto, odiaba a los del Norte.

—Tampoco es que tengan alternativa Bam.— Le dijo mientras examinaba los papeles.— Estamos peleando una guerra de nuestros reyes, no de nosotros.

—¿Cómo puedes decir eso Lalisa? Son nuestros enemigos, han matado a miles de nosotros.— Dijo con reproche.

—Y nosotros a miles de ellos, tanto ellos como nosotros tenemos ideales diferentes, pensamientos diferentes, ellos creen que tienen la razón y nosotros creemos que tenemos la razón, pero en realidad ninguno la tiene, en la guerra no hay bandos, no hay quien es el bueno y quien es el malo, tanto aquí como allá hay escorias y hay gente inocente, todos estamos peleando por nuestra vida, tanto aquí como allá es "Mato o me matan", pero como dije, esta es una guerra y alguno de los dos tiene que ganarla.

—... No necesitamos que vuelvas al campo de batalla, aún estás curándote, solo necesito de tus instrucciones, ¿Qué vamos a hacer?.— Dijo Bam evitando el tema, realmente no quería ver a su enemigo como una víctima.

—Bam, en la guerra no importa que tan inocente seas, no importa si has sido bueno en la vida, lo único que importa en una guerra es ganarla, siguen siendo nuestros enemigos.

—Si General.

—Bueno, así es como procederemos...

Estuvieron toda la mañana y parte de la tarde formando un plan de ataque para retrasar a los del Norte.

(...)

Jennie ya había despertado hace horas, justo después de que su esposa se fuera, sintió su ausencia, estaba ordenándole a los sirvientes que hicieran la comida y que limpiaran toda la mansión mientras ella se ocupaba con los jardineros del jardín, le gustaba ensuciarse las manos y se sentía bien consigo misma, poder renovar el jardín y toda la mansión y tener más empleados, se empezaba a sentir más segura de si misma, ejerciendo poder pero sin abusar de ello, se sentía muy orgullosa de lo que era ahora, pero duró poco cuando recibo una carta no grata.

[Jennie, te informamos que dentro de mes y medio nos iremos a vivir contigo, de alguna forma estamos a punto de entrar en la banca rota, no sabemos como pasaron todos estos acontecimientos pero afortunadamente te tenemos a ti y es tu deber apoyarnos recibiéndonos en tu casa y convenciendo a La monstruo para que colabore con tu padre para recuperar todo lo que nos pertenece.

Espero que estes aprendiendo algo de modales mientras estes viviendo ahí porque eras una vergüenza mientras vivías con nosotros, espero no tener que castigarte por tu ya sabida mala conducta, así que no me decepciones.

Por el momento solo iremos Hyuna y yo, ya que tu padre está arreglando todo el viaje de tu hermana menor ya que felizmente se casó con un comerciante americano y van de partida al nuevo continente, no como tú que te casaste con una monstruo sin modales y con ya sabidas aventuras con prostitutas, pero que podíamos esperar de ti si no más que decepciones.

En fin, te veré en dos meses, espero que nos recibas como nos lo merecemos.]

La madrastra de Jennie no solo era cínica, era una eterna "víctima de las circunstancias", ella siempre era la que tenía razón y si no se la dabas o mínimamente demostrabas que estaba equivocada, te hacía la vida de cuadritos, era una mala mujer y no merecía ni el más mínimo sentimiento ni atención, pero Jennie aún no lo entendía.

Una carta corta pero que rompe la alegría y la paz, no sabe como reaccionar, como actuar ante tan horrible noticia, cuando al fin encontró su final feliz con su esposa, viene esta devastadora noticia, y sin saber que hacer, se encierra en su dormitorio y llora de tristeza... de impotencia, cuando al fin se sentía importante y valiente, vienen los traumas del pasado a dejarla una vez más en el suelo.



[...]


En la tarde-noche Lisa al fin regresa del trabajo, comió sola, lo cual se le hizo extraño ya que su hermosa esposa siempre la acompañaba, quizo ir a buscarla pero su Jennie luego la regañaba por no comer, así que a regañadientes comió sin su mujer cerca.

Sucedió lo mismo cuando subió a bañarse, nuevamente su mujer no se presentó para acompañarla, y nuevamente a regañadientes lo hizo sola porque no quería oler mal para su esposa, esa mujer la tenía en la palma de su mano.

La general ya iba rumbo a su habitación y esperando ver a su esposa dormida abre lentamente y sin hacer ruido, pero ve a Jennie despierta aún con su vestido y con claros signos de haber llorado, preocupada entra rápidamente y se arrodilla frente a ella.

—¿Qué pasa esposa?.— Pregunta tratando de no inundarla con más preguntas.

—... Tenemos que hablar.— Y eso solo hace a La general preguntarse "¿qué hice?".










A partir de aquí cambie la mayoría y escribí algunos capítulos, trate de darle el tono de lo que va la historia pero creo que no lo logré, pero espero que les guste este cambio.

Cualquier falta ortográfica que tenga, agradecería que me la mostraran.

MI ESPOSA GIGANTE || Adaptación Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora