VI

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¿Cómo no ver tanta belleza en un sólo cuerpo? preguntó Lalisa cuando se quedó de piedra ahí junto al enviado del rey, hipnotizados con ella, su Jennie...

El joven soltó un suspiro, el cual fué tan fuerte que hizo que la general Lisa reaccionara como si hubiera caído en cuenta de lo que pasaba, empuño su espada con las frías intenciones de matar al pobre hombre que aún estaba absorto en la belleza encantadora de Jennie.

—¡¿Quieres morir ya o después de acabes con tu inspección a MI esposa?!.

Un grito tan grave y poderoso que el lacayo saltó hacia tras cayendo en sus propios glúteos, el rugido feroz de la general alertó al capitán que se encontraba a pocos metros con un grupo de soldados entrenando y al darse cuenta de la situación corrió velozmente a apaciguar las brumosas aguas oscuras de la general Lisa.

—Señora Manobal calmese por favor, es joven no sabe lo que hace, por favor vamos a dentro, y usted.— Le habló al lacayo.— Ya puede irse a las cabañas el mayordomo lo guiará.— Habló para que el joven saliera de ahí con vida.

Jennie había detenido sus pasos cuando escucho los gritos de la general y no quería entrometerse en los asuntos de su esposa.

Pero la curiosidad le ganó y salió al encuentro con su general, llevaban muchos días sin hablarse, ella aún cree que su esposa la detesta pero no se da por vencida y la intercepta en el camino a la mansión.
—Esposa ¿estás bien? ¿Pasó algo? ¿Quien era ese hombre? ¿Te duele la herida?.— Eran tantas las preguntas que hacía al mismos tiempo que Jennie no se daba cuenta de lo tierna y jodidadamente caliente que ponía a Lisa.

Esta detuvo su andar y miró seria al capitán dándole a entender que se marchara y así lo hizo rápidamente.

Lisa estaba muy furiosa, molesta, celosa...

—Si estoy bien, no pasó nada, es un enviado del rey, y no me duele la herida.— Le respondió tajante en el mismo orden de preguntas.

—Entonces ¿porqué ibas a sacar tu espada? ¿te molestaron las noticias de su majestad?.

Lisa la miró fijamente sintiéndose abrumada, no podía seguir así, ella es su esposa, su pequeña esposa pero no sabía como ser diferente con ella, no tan bruta.

—Sólo es un baile al que debemos asistir por el cumpleaños de la reina madre y estamos invitadas, soy la general suprema es mi deber asistir y controlar la vigilancia del evento, así que debemos hacer acto de presencia, es para dentro de tres días, quedas informada.

Habló seria y con su imponente voz que hacias estragos en el lívido de Jennie, sólo de escucharla hablar tan fluida y tan tajante su entrepierna ya estaba más que húmeda y ella jadeo de exitación.

—¿Tienes vestidos para el evento?.— Quizo saber
Lisa o tendría que viajar a la cuidad para buscarle uno acorde y digno de su esposa.

Ello lo pensó, tenía sólo los grandes vestidos de sus hermanastras y no quería hacer pasar vergüenza a
su esposa.

—Yo.. yo no tengo vestidos esposa.— Habló con una voz muy baja por la pena de pedirle a su esposa dinero.

A Lisa le encantó que fuera así, ella quiere ser su todo, quien la complazca, la mime, le proteja, la exite, la satisfaga.

Dios, Estoy frustrada por esta mujer, se dijo
Lisa ante la ternura de su gatita. ¡Me la quiero comer!.

A Lisa le pareció extraño que ella no tuviera un amplio guardarropas, sabía que las mujeres de clase tenían a montones, y se supone que los padres de Jennie son de la alta sociedad y con buena posición económica, ¿porqué ella no tenía buenos vestidos ni un guardarropa extenso? tenía que averiguar más.
Lisa se aclaro la garganta y le habló lo más
educada posible.

MI ESPOSA GIGANTE || Adaptación Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora