VIII

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Lisa estaba realmente furiosa, y muy celosa, ella jamás sería como uno de esos duques, condes o marqueses, delicados y educados, ella era una mujer ordinaria, bruta, un moustruo, y así sería hasta el último día de su vida.

Pero ahora es una mujer casada y su prioridad es ella, y que venga cualquier rico con su costoso traje y fino hablar a tratar de arrebatarle a su pequeña gatita no le agradaba, tuvo que poner todo de su ser para no terminar matándolos.

Recordaba cómo la miraban con deseo, le coqueteaban y ella con su inocencia no se daba cuenta de que la estaban seduciendo.

—¡Jamás, primero los mato!.— Hablaba con resentimiento cargando a su mujercita al hombro.
Cuidadosamente la metio dentro del carruaje y ella tenía la intención de entrar con ella cuando a sus espaldas una voz femenina la llamó.— General.— Dijo la mujer mientras le tomaba del brazo para retenerla, y aprovechando que la general dio la espalda al carruaje la atrajo hacía atrás para poder hablarle más íntimamente, acción que dejó a la pobrecita Jennie muy triste y desanimada.

Lisa la miró seriamente, no entendía porque o para que esa fastidiosa mujer la tocaba, ella sabía perfectamente que ella tenía intenciones con su persona, específicamente sexuales.

No era una mujer fea, pero por muy maldita que ella sea, jamás se metería con mujeres casadas o de la alta sociedad (por eso no quería una esposa como Jennie, aunque Lisa no sabía realmente la vida que vivió Jennie) y menos con la esposa de su único pariente, su tío August D, marques y familiar de su madre.

Jennie la vió alejarse sin más y con los ojos llenos de dolor veía a su esposa dirigirse hacia la parte retirada del lugar.

—¡Infiel!.— Dijo con tristeza.— Jamás me verá cómo su verdadera mujer si a ella le atraen mujeres más elegantes y más maduras.— Los pensamientos de Jennie eran una montaña de subidas y bajadas, sus estados de ánimo la tenían estresada. Y ahora su enorme esposa estaba hablando muy cerca de esa horrible mujer, con un sonoro suspiro ordenó al conductor del carruaje llevarla a la mansión sin esperar al la general.— ¿Y la ama señora?.— Preguntó el cochero respetuosamente.

—Ella está muy ocupada.— Dijo con sorna y rabia, odiaba sentirse así, su nana estaría decepcionada si la escuchara hablar de esa manera o la viera con esas actitudes tan descorteses.— No se preocupe.— Dijo al hombre.— Ella tiene a su caballo, pronto llegará a la mansión.

La marquesa no presto atención al carruaje o quien estaba dentro de el, ella sólo tenía un plan trazado y debía actuar rápido.

—Disculpe por molestarla general, mi esposo se embriago un poco y está preguntando por su única familia y esa es usted, él está en el salón del fondo, ¿puede ir por favor? No será mucho tiempo el que le tome.— Hablo educadamente tratando de convencerla, ya que el plan de la marquesa es seducirla, quedar embarazada de esta y alegar que es del anciano y así su hijo heredaria el legado, y de paso cuando muera el marques ella le confesaria a Lisa de su hijo y ella tendría aún más la oportunidad de tener más dinero, sabe que la horrible mujer tiene bastante y eso es lo único que le interesa a la marquesa, sólo que ella no sabía que la general ya está casada.

Lisa estaba ahora sí oficialmente furiosa, la maldita arpía trató de seducirla y hacerla caer en tentación,
como si pudiera soportar a mi bestia, pensó y en automático apretó la mandíbula.

Al parecer la marquesa la llevó al supuesto encuentro con el marques y cuando entró al sitio no había nadie, la marquesa cerró con seguro la puerta para empezar a quitarse la ropa, no podía creerlo, ella muriendo por poseer a su pequeña gatita y esta maldita mujer la trata de engañar.

No le dió tiempo a nada y con lo burda que es, pasó por el lado de la casi desnuda mujer y la empujó sin ninguna delicadeza cayendo al piso y sin más abrió la puerta sin antes darle una fuerte advertencia.

MI ESPOSA GIGANTE || Adaptación Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora