Capítulo 2

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No Justice - Cancerbero


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Capítulo 2: Esta vaina está arrechísima.



Hace muchísimos años existió un hombre, un soldado con ideas ambiciosas para el país y todos les creyeron, confiando y dejando su futuro en sus manos. A él poco lo importó porque lo único que quería era el poder, así que no le importó arrastrarnos hasta la miseria y el hambre.

Él murió y dejó las manos del país en otro hombre que parecía que tenía el mismo nivel de inteligencia que un burro. Y él al igual que el otro poco le importó el país. Dejándonos aún más en la miseria.

Y el pueblo venezolano ya había perdido la fe.

Hasta los juegos de los Countrys. Aquí una oportunidad para salir un poco de la mala racha. Aunque no ha habido buenos participantes en los últimos tres juegos.

Hoy es lunes 28 febrero del 2030.

Hoy es el día de la gran elección.

Hoy se elige al títere nacional que manipularán por los siguientes 10 años.

Y no tiene que haber margen de error. Si metemos la pata se arma la San Pablera.

Mi parte del trabajo es estudiar quienes estarán en la reunión que hará el gobierno al en el Palacio de Miraflores. Los invitados, los trabajadores, los meseros, logística, cámaras de seguridad, uniforme.

Todito.

La cuestión está en que tengo que envenenar las copitas de vino porque la gente esa no toma un papelón con limón bien frío. La de ser pobre no se la saben.

Me despedí de mi madre con un beso en la sien después de pedir la bendición. Y siendo sincera estoy cagadísima de miedo con una broma que nos puede salir malísima y capaz y nos sale el tiro por la culata.

Bueno, que Dios, La virgen del Valle y José Gregorio Hernández nos amparen.

Son las 6 de la mañana y tengo en el estómago solo un pancito con queso.

Igual tengo hambre. Pero que sea de Venezuela no significa que siempre tengo hambre... Y sí, siempre tengo hambre. Pero no porque sea de Venezuela.

Soy un lambucia, okey.

Tengo puesto el uniforme de la empresa de festejos. Una chemise azul marino con el logo, y pantalón y zapatos negros.

Mis greñas rubias atado en una cola alta bien peinada, toda elegante. Mis ojitos azules los resalté con un delineado y decidí pintarme la boca de rojo.

Antes de irme, me miré por última vez en el espejo de mi casa. Una pequeña y pendeja parte de mí me hizo pensar que parecía la bandera nacional; amarillo por mi cabello, azul por mis ojos heredados por mi madre, y el rojo intenso en mis labios.

Venezuela: La lucha por la libertad (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora