CAP 20 - Doña.

142 12 16
                                    

***

Narra Altagracia:

Las rivalidades ocurren en la mayoría de todos los ecosistemas, como si fuera una regla de la naturaleza. No necesariamente tiene que existir un motivo concreto, solo es esa necesidad de demostrar quién gana y quién sale del camino. Lo curioso ver cómo a veces esas disputas pueden terminar de formas muy ambigüas a comparación de su comienzo, demostrando que nada consiste en un cien por ciento.

Las personas son lo más cercano que tenemos a los animales en cautiverio, agresivos y feroces, la diferencia es que el hombre si presenta una verdadera consciencia sobre su mundo, causando que no tenga una verdadera forma de justificar sus actos inhumanos, tan inhumanos como un animal.

O tal vez sí, muchas veces.

Pero, los actos salvajes también pueden no regirse en solo peleas o rivalidad, también existe lo que casi todo animal o persona necesita en algún momento de su vida adulta: El sexo.

Ahora me pregunto yo, ¿cómo es que terminamos así?

-"¿No deberías dejar de beber? Te invité una copa pero llevas media botella, después terminas mentandome la madre."

-"Si eso es lo que te preocupa, entonces bebé conmigo."

-Joder... -dijo en mi oído, bajando por mi cuello hasta mi clavícula y dejando algunos mordiscos en ella.

-Sabía que eras fogoso, Navarrete, pero no pensé que eras así de salvaje. -Jadeé rasguñando su espalda.

-Es así porque tú me provocas...

-¿Yo, procovarte? Fuiste tú quien se me tiró encima.

Mentí, claro, ninguno de los dos estaba en sus cinco sentidos y eso en parte es culpa mía por convencerlo de beber conmigo, no hablo de ese supuesto café que le invité.

-¿Ah sí? -Con una sola mano bastó para arrancarme la sábana que traía cubriendo mi cuerpo desnudo, dejándome expuesta frente a él.

-Más despacio, Navarush... -Le di una leve bofetada para exitarlo más..

Llevó su mano hasta mi intimidad, poco después coloca su cabeza entre mis piernas, jugando con su lengua y yo arqueo mi espalda cuando siento sus dientes clavarse en mi punto débil.

-¡José Luis! -Pedí en un esfuerzo por contenerme, eso pareció ser su señal para aumentar su velocidad.

Abro por completo mis piernas para dejarle paso y, sin más, el sonríe igualando mi expresión cínica habitual.

Un grito ahogado salió de mi boca al sentir toda su longitud ser introducida en mí, en una desesperación por complacerme, clavo mis uñas en su cintura obligándolo a moverse, y yo por impulso seguí gritando aún más.

Jalé su cabello, haciendo que su cara se vaya hacia atrás y él metió dos de sus dedos en mi boca, a punto de provocarme una arcada por su profundidad. Sus embestidas iban aumentando su ritmo y yo lo ayudaba moviendo mis caderas en sintonía.

Usó sus dos manos para apretar mi cuello con algo de fuerza, dejándome sin aire, las embestidas eran cada vez más fuertes y constantes. Usé mi boca para atacar sus labios y acercarlo más a mí, pasando mi lengua por su mejilla.

Finalmente, ambos llegamos al orgasmo, dejó salir todo su interior dentro y sobre mi, posterior a ello se recostó a mi lado y ambos suspiramos.

-Eres una bestia, ¿lo sabes? ¡Casi me matas!

-Una disculpa, sucede que ese cuerpecito tuyo es tan apretable. -Admitió muy cerca de mi rostro, dejándome paso a sentir ese olor a vino que provenía de su boca.

Alma de Acero || NavagraciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora