CAP 21 - ¿Qué quieren comer?

139 13 10
                                    

***

Altagracia:

–Esta es la segunda maldita vez que me quedo dormida en una bañera.

–¿A poco ya te dormiste en una bañera antes? Pensé que eras rara pero no me imaginé que tanto.

–Sí, ayer. Bueno pero ya quítate de encima que me estás aplastando.

–Pues ni que tuviera unas piernotas tan grandes así como tú.

–¿¡Disculpa!? Ya quisieras tú tener este cuerpazo. –Palmeé mis caderas.

–Ojalá, ni siquiera fuiste capaz de heredarne un poco de busto.

–Eso no se comparte, pero hey, fea no estás. Tienes bonito cuerpo.

–¿Hablas de mi cuerpo de una niña de quince años? Ojalá tener tanto pecho como tú, mamá.

–Opérate, yo ya no puedo hacer nada por ti.

–Si quieres ser una madre presente, vas a tener que prestarme plata pa' ponerme unas pechugotas como las tuyas –intentó acomodarse para salir pero me metió un codazo.

–¡Ay, desgraciada! –Cubrí mi ojo con mis manos –Creo que nos enredamos.

–¿Por qué vergas tienes jabón en polvo en la cabeza? –Me pasó su mano intentando sacudirme el cabello.

–Okey, definitivamente abusamos mucho con los tragos.

–¡Todo esto es tu culpa, tú me ofreciste!

–Ah, ¿ahora haces todo lo que yo te diga? ¿Si quemo una casa tú vas directo a quemar la del vecino?

–No es mala idea.

–¿El viernes, te parece? Tengo algunas personas de las cuales vengarme.

–Me parece bien, pero ahora salgamos de aquí.

Después de una ardua lucha por desenredar nuestras piernas y estirarlas por lo dormidas que estaban, nos dirigimos hasta la sala para tantear que tanto desastre habíamos hecho.

–¿Qué es esto? –Cuestioné alzando un par de prendas de ropa que estaban tiradas en el suelo.

–Esa es nuestra ropa, seguro nos la quitamos durante el concierto.

–Ahora entiendo porqué estamos en brasier.

–Imagínate que llegaba Isabela o mi tía y nos vieran ahí tiradotas en la bañera y en brasier, seguro pensarían que estamos locas.

–Pero, ¿no que se fueron hace poco?

–Sí, hace como unas, ¿dos semanas? Se mudaron de acá para darnos nuestro espacio pero igual tienen llave.

–Mejor sigamos acomodando todo, esos sofás de allá están volteados.

–Acuérdate de cuando nos caímos.

–No volveré a tomar en un año, menos contigo, pendeja.

–¡No puedes decir que no valió la pena! En realidad, mi única queja es que preferiría que primero nos vistamos, esto es un poco vergonzoso –se cubrió con ambas manos –Pero a juzgar por tu cabello –señaló –Y tu ropa...

–¿Qué le pasa a mi ropa?

–Tiene manchas de vino, mira.

–Nosotras no tomamos vino.

–Eso está en duda, te vas a tener que meter a bañar.

–No traje ropa –recordé poniéndome la blusa –Me cambiaré cuando llegue a mi casa.

Alma de Acero || NavagraciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora