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Minho abrió los ojos y saltó de la cama, cayendo al suelo al instante. Miró el reloj y se espantó cuando comprobó que efectivamente ya era tarde. Ni siquiera se lo pensó y decidió saltarse el baño para enfocarse mejor en el trabajo de arreglarse.

Nunca, en toda su vida, se había quedado dormido. Él siempre había sido puntual y gracias a la educación de sus padres, tenía un impecable historial de asistencias académicas arrastrando en su espalda. No importaba si el chico parecía que estaba a punto de morir de una fiebre, Lee Minho tenía bien claro que nunca iba a recibir una inasistencia mientras pudiera moverse fuera de su cama.

—Buenos días.

Se detuvo en seco cuando aquella voz le llegó a los oídos. Seungmin le miraba con una sonrisa suave, sentado en los pies del sillón aparentemente trabajando en su computadora portátil.

—Oh, bu-buenos días..., ¿que no se supone que tú deberías estar trabajando?

Su voz salió un tanto agresiva, pero era sólo el mero resultado de su desesperante mañana. Seungmin alzó la ceja ante ello y lo miró ingresar a la cocina donde se encargó de acarrear todo lo necesario para hacerse un café.

—Sí, es mi día de descanso... Estoy seguro de que esa es la sal —advirtió.

Minho le miró con las cejas arrugadas. Analizó su café con la mirada y luego dio un pequeño sorbo. Su rostro se distorsionó en una mueca de asco y escupió el resto con urgencia en el lavabo.

—Puta...

—Wow —expresó el menor con una tonada burlesca, pero rápidamente se abstuvo de reír cuando fue asesinado con la mirada ajena—. Realmente creí que eras un ser de luz que estaba casado con la paz.

Minho lo ignoró y se dedicó a gruñir y maldecir por lo bajo. Seungmin se sorprendió al ver el mentón marcado de su compañero y tragó saliva cuando se dispuso a levantarse con su taza de café en mano. Se acercó al mayor con cautela y dejó la taza sobre la barra, llamando la confundida atención del otro.

—Oye, tranquilízate, ¿si?... Tus clases inician en veinte minutos, yo puedo llevarte en el auto en cinco minutos —palmeó suavemente su hombro—. No tendrás un buen rendimiento si te vuelves cascarrabias hoy.

-—Claro... Gracias.

Seungmin le dedicó otra sonrisa y luego se volvió a su sitio en los pies del sillón. Se concentró en su computadora y dejó a un consternado Minho que se obligó a calmarse. Bebió tranquilamente del café ajeno y guardó los utensilios que alcanzó anteriormente. Ya con los nervios sosegados, se lavó los dientes y se acercó de nuevo al menor, sintiendo que el estómago se le revolvía entre nervios y caos.

—Uh... Seungmin, ¿puedes llevarme ahora, por favor?

El aludido alzó la mirada tranquila, llevando una de sus comisuras hacia arriba de manera breve.

—Claro.

Ambos tomaron sus pertenencias necesarias y se encaminaron al exterior del edificio. Minho agradeció internamente que el menor estuviera hablando por teléfono y que no le prestara mucha atención, pues ahora estaba muriéndose de vergüenza por su actitud anterior. Además, no podía dejar de pensar en el hecho de que estaba por subirse al auto del chico que le gustaba y que prácticamente no conocía tanto como para tomarse tal libertad.

El mayor también tuvo que morderse la lengua y tragarse sus comentarios cuando Kim los guió hasta un auto del año y le señaló la puerta del copiloto. Por supuesto, Lee conocía los lujos porque afortunadamente el trabajo de su padre era bien remunerado, no obstante, eso no quitaba el hecho de que se volvía diferente porque simplemente no era su padre el dueño de ese auto costoso al que subiría. Minho no era estúpido, pero tampoco era alguien confianzudo.

We Are Young [Knowmin/ 2min]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora