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Seungmin despertó. Se sentía pesado y parecía que todo le daba vueltas. Su vista estaba pegada al techo, pero tan pronto giró, se dio cuenta de la ausencia del cuerpo de su compañero, es más, ni siquiera el catre estaba puesto en su lugar.

Sintió una punzada en la coronilla y pronto los recuerdos de la noche pasada empeoraron su cruda moral. Había actuado como un estúpido con Minho y casi arruinaba su buena cordura, metiéndose con un fulano desconocido. Él no era alguien impulsivo, así que era normal que se sintiera desconcertado por los errores del ayer.

Se levantó con el amargo sabor de boca. El frío en sus piernas le hizo mirar abajo y darse cuenta que estaba en calzoncillos. Sus mejillas se encendieron y se apresuró a tomar unos pantalones antes de que Minho pudiera mirarlo sin embargo, sus movimientos se quedaron en el aire cuando se dio cuenta de que aquel espacio ajeno estaba vacío y que la maleta estorbosa ya tampoco estaba ahí.

«Se fue».

Miró nuevamente la soledad de ese espacio y el sentimiento de vacío viejo volvió a golpearlo. Se vistió y se lavó la cara con el remordimiento burbujeante en su pecho. El recuerdo de la forma en la que arrojó las llaves al mayor, comenzó a repetirse como bucle sin final. Tormentoso, como si fuera el mero aviso de que se estaba volviendo un monstruo.

Reflexionando, decidió que no iba a ser un patán y como buen hombre, iría hasta la puerta del departamento de enfrente para pedir una disculpa. Era claro que no iba a recuperar su compañía sin embargo, al menos iba tener la paz de haber remediado su error.

Se vistió decente y alcanzó un vaso con agua para remediar su sed insaciable. Respiró profundo un par de veces y luego se armó de valor para salir de su hogar.

—Oh, es como si supieras que iba a venir.

La voz de su padre lo congeló apenas cerró su puerta. Miró al hombre y quiso rodar los ojos sin embargo, se mordió la lengua y dedicó una reverencia corta.

—En realidad sólo iba a surtir la despensa.

—Hazlo después, te llevaré a almorzar.

Seungmin intentó negarse, pero la mirada de su padre amenazaba para que ni se le ocurriera huir. Inhaló su aire con resignación y se movió en compañía de su padre hacia la salida del edificio. Para fortuna del menor, su padre siempre lo llevaba a desayunar en el restaurante de la pequeña plaza al costado de la universidad.

Agradeció que al menos el cielo estuviera nublado. La migraña post borrachera estaba apareciendo con síntomas tardíos que lo estaban orillando a querer ponerse a llorar para decirle a su padre que se fueran a casa, pero sólo iba a morderse la lengua porque su padre ni siquiera iba a querer escucharlo.

Finalmente, ambos llegaron al local. La frescura en el ambiente los abrazó y luego de una cálida bienvenida, padre e hijo tomaron asiento en una de las mesas más retiradas con una de las encargadas detrás de ellos.

—Por favor, agradecería obtener un salteado de cerdo con arroz picante y un plato de "súper sopa".

La chica asintió y se retiró. El hombre miró a su hijo, sus ojos rojizos, sus labios resecos, la palidez de su rostro. Era un completo desastre. Se mantuvo en silencio respondiendo un par de mensajes en su teléfono hasta que la chica regresó con sus pedidos. Ambos agradecieron y Seungmin comenzó a comer antes de que su padre tomara los palillos.

—¿Terminaste con tu novia? —indagó.

—¿Para qué me trajiste? Tengo cosas que hacer.

—Te lo diré sin rodeos, tu madre está embarazada.

We Are Young [Knowmin/ 2min]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora