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Estaba arreglando mis maletas, hasta que escucho un ruido en mi puerta, fui a ver y había un paquete con una nota, la tomé y decía esto.

No debiste de aceptar el trabajo, té daré un pequeño regalo, espero que con eso te lleves una pequeña lección.

En seguida le llame a Minho, no sabía que estaba pasando.

En la llamada.

- ¿Qué pasó, si te dio el permiso?

- No es eso, ni siquiera he ido.

- Bueno ¿entonces?

- Bueno, estaba arreglando mis maletas.

- Ajá

- Pero cuando iba a cerrar la última maleta, escuché el timbre de mi casa abrí, pero no fue nadie, solo vi un paquete con una nota.

- No te muevas, voy para allá.

Fin de la llamada.

Nada más pasaron como seis minutos y llegaron como cuatro patrullas y como una mini grúa control remoto.

- ¡Que está pasando aquí!

- ¿No sabes quién te dejó eso verdad?

- Si.

- ¿De quién?

- De la persona o más bien, asesino, que me seguía por hace casi dos años, lo reconozco por el tipo de la letra.

-Oh, bueno no te muevas aún, no hagas nada hasta que te lo diga.

- ¿Por qué?

- Es una bomba que se activa con el movimiento de la primera persona que la cámara ve, en este caso tú, y explotará si te mueves, hemos recibido reportes de algo similar así que así.

- Ok, y no hay algo para desactivarla.

- Pues el punto es dejar la bomba en una caja que resista la explosión, dejar la cámara a la vista para que te pueda seguir viendo, puedas moverte cuando yo te diga, ¿ok? - dijo firme - lo que vas a hacer es brincar hacia tu casa, cerrar la puerta y taparte los oídos.

- Ok.

Todo pasó muy rápido, solo vi como metieron la bomba a una caja sin que dejara de verme.

- ¡Ahora Annie!

Salte hacia mi casa cerré la puerta y me cubrí los oídos, nunca hice algo más rápido que eso, escuché la explosión, cuando me levanté salí de mi casa ya se estaban yendo, Minho se me acercó.

- Oye ya es todo solo ten más cuidado ahora que sabemos que te ha vuelto a perseguir, trabajaremos en eso, ahora tu ve a la oficina a pedir ese permiso.

- Gracias, enserio - entre a mi casa y fui por las maletas para llevarlas a la cajuela de mi camioneta.

- Te ayudo - me dijo tomando una de mis tres maletas.

- Gracias - dije subiéndolas a mi camioneta.

- De nada.

Cuando terminamos de meter las maletas a mi camioneta, le agradecí y me fui a la oficina para pedir el permiso.

Al llegar, no fui con rodeos ni nada, fui caminando directo hacia la oficina del jefe.

El Ultimo SuspiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora