Joven Maestro

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Esta historia será como la del cap 2, donde Lloyd Frontera no cambió de cuerpo con nuestro ingeniero, quiero hacerlo un poco más agridulce que el anterior, siempre me pongo a pensar si Javier pudo haber podido tener sentimientos por el verdadero Lloyd Frontera, claro que solo esto pasa en mi imaginación, pero aquí vamos otra vez. Igual se gustan que escriba sobre alguna temática o sobre alguna referencia del libro o el manhwua, no duden en decírmelo 🙃.

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En la penumbra de la noche, el espadachín yacía solo, su corazón, un campo de batalla, luchando contra el destino.

Javier estaba ahí otra vez, cargando en su espalda a ese castaño, sintiendo el frío viento chocar su rostro, la luz de la luna acompañándolo, preguntándose cuando su vida mejoraría.

Llegaron a la habitación de su joven Maestro, se veía tan patético era él mocoso, insolente y desafiante, un torbellino de vicios y desdén.

Pero había algo....

un deseo prohibido.

El espadachín, no podía negar que ya hace mucho tiempo había cruzado la línea entre el deber y el deseo, una culpa que lo hacía enloquecer y a pesar de su arrepentimiento no lo dejaba de hacer.

Ese castaño siempre ganaba, podía tenerlo cuanto quisiera, jugar con él como si de un muñeco se tratara.

Era cruel...

Sus ojos se cruzaron en un instante, y el mundo cambió, no podía ganar su cordura al ver esos brillantes ojos, que le llamaban al deseo.

Ese mocoso burlándose de su deber, desafiando su razón. Se atrevía a coquetearlo, su mirada seductora, sus labios carnosos qué brillaban más que nunca. Pero el espadachín no podía evitarlo, no podía huir, pues el deseo ardía más fuerte que cualquier espada.

El joven, ebrio y cruel, lo tentaba con su sonrisa, sus labios como puñales, su piel como seda.

No necesitaba argumentar  , sabía que ese caballero ya había caído a sus pies, entre sonrisas empezaba a desvetirse, mostrando su frágil cuerpo, empezó sacándose su saco lentamente, elevando su pecho, para después sacarse su camisa, mostrando sus botones café claro, sabía muy bien que ese peloceleste no dejaba de verlo, deseando que no parara.

El espadachín luchaba contra la obligación y el deber, pero el amor no correspondido lo arrastraba al abismo.

Sabía muy bien que solo era un juguete, uno que su joven Maestro utilizaba para saciar su necesidad de ser amado, estaba mal visto la relación entre el mismo sexo, qué diría el conde si se enterara, pero eso ahora no importaba.

Empezo a sacarse el pantalón, su cintura era muy estrecha, resaltando sus curvas y sus caderas demasiadas anchas para un varón, tenía el cuerpo demasiado tentador. Un cuerpo que ese espadachin deseaba probar ahora mismo.

"Javier te deseo". Susurro pícaro, acercándose al nombrado, para después ser sujetado por este, podía sentir su paquete levantándose.

¿Cuantas veces lo hicieron?

Eos no importaba, ahora estaban comiéndose, hambrientos de probarse una al otro, sus besos apasionados y energéticos, que los exitaba cada vez más.

Sus cuerpos entrelazados, sus almas en conflicto.

Lloyd gemia, mientras el otro empezaba a mamar esa pequeña veega, conocía muy bien los puntos dulces de ese castaño, como tocarlo, era tan experto que tenía grabado en sus memorias ese cuerpo. No falto mucho para que su boca se llenará de esa sustancia blanquecina, la misma que estaba utilizando para mastubar su entrada trasera, necesitaba aflojarlo para poder entrar en ella sin problema.

"ah~ah ~ Javier metelo... Ya no aguanto". Suplicaba entre gemidos, removiendose entre las sábanas, disfrutando cada toque de placer que recibía.

"No te desesperes". Respondió ronco, él más que nunca ya deseaba profanar esa pequeña entrada, pero necesitaba preparalo bien, no quería lastimarlo.

El deseo ganó la batalla, la cordura cayó rendida,y el espadachín se perdió en el abrazo del pecado.

Los dos se encontraban entrelazados, sus cuerpos unidos, ahora eran uno. Como dos amantes que se devoran. Era como una droga, una muy buena y adictiva, una que nunca quieres dejar de consumir.

"Javier para.... Ah~ ah ~ah~ aaaah". Llego al placer maximo, sus ojos volteados, su cuerpo temblando aun sintiéndose lleno. Por instinto sus brazos rodearon ese fuerte cuello, sintiendo como aún su entrada era envestida con fuerza.

Ese espadachin aun no había acabado..

"Lloyd no me aprietes....". Se sentía tan bien, tanto que la razón se esfumaba en cada embestida.

Y ahora eran los dos que habían llegado al placer máximo .

Estaban exaustos, tirados en la cama, con una capa de sudor que rodeaba todo su cuerpo y aun así no se separaban, dándose besos apasionados y largos.

No importaba el pecado que estaba cometiendo, ya mañana la culpa llegaría y el arrepentimiento se encargaría del castigarlo.

Al día siguiente ese castaño se levantó temprano, no le importo que su caballero quedara aún en su cama durmiendo. Como si nada pasara se baño, para después cambiarse y salir de esa mansión, dejando en el olvido cualquier rastro que dejó la noche anterior.

Él era así...?

No importara que tan consiente estará o que tanto recordará, todo lo culpaba al alcohol, negando lo que paso y al mismo tiempo destruyendo a ese espadachin.

"Señor Lloyd a donde va?" pregunto ese espadachin, reteniendo  al castaño qué estaba a punto de salir de la mansión.

"Eso no te importa". Contesto ese mocoso malcriado, siguiendo su camino a paso engreído y majadero.

Era muy tonto para creer que ese castaño podría cambiar en algo, era muy ingenuo para creer que los dos comparten el mismo sentimiento.

Él solo era un juguete que el otro utilizaba cuando lo necesitan y cuando ya no era útil..... Simplemente era botado como si de basura se tratara.

Pero aunque intentara no caer en su juego, perdía, no podía luchar contra ese castaño. No podía negar tocar ese cuerpo y volverlo suyo por una corta noche ... Al menos se quedaba con la esperanza que algún día ese mocoso cambiaría...

Qué tan equivocado estaba....

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