Solo Cuentos

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En la penumbra de su alcoba, el espadachín se arrodilló, su corazón latiendo con la fuerza de mil espadas. Ante él, su señor, un hombre cuya apariencia no era grácil ni hermosa, sino más bien tosca . Pero en esos ojos cansados, el espadachín encontraba una sabiduría que trascendía la belleza superficial.

“Señor”, susurró, “mi lealtad hacia usted es inquebrantable. He jurado protegerlo con mi vida, pero hay algo más que arde en mi pecho”. El espadachín se atrevió a mirar directamente a los ojos de su señor, buscando una chispa de comprensión.

“¿Qué es, joven?”, preguntó el señor, su voz ronca pero llena de curiosidad.

“Es un sentimiento que no puedo reprimir”, continuó el espadachín. “Un amor que va más allá de la lealtad. He caído en la trampa de la codicia, pero no por oro o riquezas mundanas. Mi codicia es por su bienestar, por su sonrisa, por su seguridad”.

El señor frunció el ceño, confundido. “¿Codicias mi bienestar?”

“Sí, señor”, afirmó el espadachín. “Codicio su felicidad, su tranquilidad. Cada moneda que gano, cada batalla que peleo, es para asegurar su comodidad. Pero también codicio su corazón, aunque sé que es un deseo imposible”.

El señor se levantó de su silla. “Joven espadachín, la codicia puede ser un veneno. Pero si tu codicia es por mi bienestar, entonces es un veneno que puedo aceptar”. Sus ojos se ablandaron. “No soy un hombre hermoso, pero quizás haya belleza en la lealtad y el amor silencioso”.

El espadachín se inclinó aún más, su frente tocando el suelo. “Gracias, señor. Mi espada siempre estará a su servicio, y mi corazón, aunque en silencio, también”.

Así, en la penumbra de la alcoba, se selló un pacto secreto entre el espadachín y su señor: un amor que no necesitaba palabras, solo acciones y espadas desenvainadas. 🗡️❤️💫

Lloyd estaba leyendo ese libro entre risas. "Como si esas cosas pasaran" sus carcajadas eran ruidosas y nada agradables, a su lado su fiel caballero que leía entre líneas saltadas, no entendía el porqué de las risas.

De todos modos ese castaño siempre fue rarito.

Pero el libro ya estaba en el final, dejando una intriga en lo que pasara después.

"Este libro fue muy cursi". Se atrevió a soltar el castaño, cerrando el libro, esperaba más violencia por la portada, pero resultó ser un romance oculto en en peleas y frases de lealtad y amor, se veía tan empalagoso que le daba acidez en la garganta.

"Si lo dice un hombre que siempre es rechazado". Respondió el peloceleste, sonriendo levemente por la reacción molesta que le lanzaba ese feo.

Para él el libro fue todo lo contrario, una hermosa historia, un desarrollo de maravilla y el final tan corto que lo dejo con querer más.

¿Qué sucedió?

Por fin el señor y su caballero vivieron felices?

Era todo un misterio o el autor lo dejaba en la imaginación de cada lector, eso solo hacia crecer la llama que estaba en su corazón, su mirada apuntando a ese castaño ruidoso.

¿Podría ser tan valiente como el caballero de la historia?

"Javier por qué me estas viendo tanto?" Pregunto horrorizado cubriendo sus pechos como una dama, tachando de pervertidos a ese espadachin "De seguro quieres actuar como el caballero del libro" soltó frotando sus brazos, cubriendo su rostro entre sus hombros. Le encantaba molestar a ese peloceleste, podía ver ese perfecto rostro arrugarse, saliendo una vena de esa frente, viéndolo con odio.... Era tan gracioso.

"Veo que el maestro no ha madurado nada" soltó el un murmuró, decidido a seguir ese bobo juego que él otro había comenzado. "Tiene razón maestro, yo solo puedo verlo a usted". Se acercó peligrosamente a ese castaño que se encontraba sentado en el sofá. "Lo deseo tanto que mi imaginación me traiciona". Ahora se encontraba encima de él, viendo ese feo rostro sonrojado, estaba ganando él juego. "Quiero verlo como llego a este mundo, deseo poder probar cada centímetro de...." antes de poder terminar la oración fue empujado, cayendo al suelo.  Estaba tan concentrado en su supuesta actuación que no se percató que iba hacer empujado.

"Javier ganaste..!". Grito molesto Lloyd, con el rostro rojo como tomate, no era que le gustara ese espadachin, pero era malditamente guapo que no podía negar que....... No entendía si sus propios sentimientos...

Lloyd había sentido cosas de mujer?

Era claro que la confianza tenía otro significado en esos dos, hace mucho tiempo habían pasado esa delgada línea llamada amistad.

Cada toque con una intención oculta, cada palabra con doble significado, cada gesto sincero....

Ese caballero quería ser correspondido..... Y su maestro era un tonto...

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