Capítulo 1

163 30 22
                                    

En el resplandor amortiguado de una taberna en el Callejón Diagon, Draco Malfoy observaba su copa a medio beber

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En el resplandor amortiguado de una taberna en el Callejón Diagon, Draco Malfoy observaba su copa a medio beber. Había decidido después de varias noches en vela, que lo mejor sería aclarar sus pensamientos con una jarra de cerveza de mantequilla. Quizás para muchos esto podía ser un gusto demasiado infantil, sin embargo para él, era una forma de recordar los momentos en el único lugar en que pudo ser verdaderamente feliz.

Aún después de casi tres años, los recuerdos de aquel día seguían llegando a él como olas embravecidas rompiendo contra los acantilados de su mente. Había noches en las que se encontraba atrapado en medio de la oscuridad, reviviendo los horrores que presenció, las decisiones difíciles que tomó y las consecuencias que enfrentó.

No es de menos decir, que cada vez que observaba su brazo, sentía impotencia y asco de él mismo, no solo por la marca, sino por otras cicatrices que se encontraban sobre esta y que en momentos de desesperación habían sido la vía más accesible para olvidarlo todo y sufrir todo aquel dolor que según él merecía.

Porque por muchos años que pasaran, los trabajos que consiguiera o los amigos que lograra hacer, nada lograría tapar esa marca que tanto dolor y sufrimiento había llevado a todo el mundo mágico. Nada sería suficiente para enmendar los errores que había cometido y el daño que estos habían causado a la humanidad.

Y es que una cosa está clara, lo más probable es que por mucho que hubiera querido, le habría resultado imposible hacer algo al respecto, todo pasó como tenía que pasar, aunque le cueste creerlo, tanto a él como al resto del mundo.

El problema es que ellos no saben lo que sucedió en aquel entonces, no conocen todo el sufrimiento que un niño de dieciséis años tuvo que soportar, solo miran tu antebrazo con desaprobación y te niegan la entrada a muchos lugares.

Probablemente había tenido mucha suerte en conseguir un trabajo como profesor en Hogwarts, pero siendo sinceros, no era como si él lo hubiera ganado por sí mismo, más bien McGonagall se había encargado de darle una oportunidad y por supuesto que le estaba eternamente agradecido, no sabía que podría haber sido de él sin su ayuda.

Los murmullos entre las personas del lugar se hicieron presente y cada vez más y más personas comenzaron a entrar en la taberna. Todo se tornó demasiado ruidoso para su gusto, por lo que decidió salir y dar un respiro fuera.

El sonido cada vez hacía menos eco en su mente, por lo que decidió dejar de alejarse y sentarse en la calle frente a la taberna. La oscuridad inundaba las calles siendo la única luz la de una farola que se encontraba cerca suya.

De pronto el sonido de unos pasos se hicieron presente. No le prestó demasiada atención pensando que sería cualquier persona que caminaba por allí, pero cuando esos pasos comenzaron a acercarse hacia él a gran velocidad, miró hacia ambos lados llevándose la sorpresa de que no había nadie.

Era consciente de que llevaba noches sin dormir, pero nunca pensó que podría afectarle tanto. Seguramente se trataba de algún gato callejero o simplemente estaba alucinando.

Lover ✵ DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora