So Long, Cincinnati

1.4K 107 8
                                    

Ally miró por la ventana del taxi, observando cómo Cincinnati se acercaba lentamente, cubierto por una neblina grisácea. Cada calle y esquina parecía ser un recordatorio de un pasado que intentaba dejar atrás. Cuando el taxi se detuvo frente a la casa que una vez había sido su hogar, una ola de nostalgia la envolvió. El viejo porche, las ventanas con cortinas que ahora estaban apagadas por el polvo, todo parecía exactamente igual, como si el tiempo se hubiera detenido en el momento en que se fue.

Al ingresar, el silencio en la casa era ensordecedor. El eco de sus pasos parecía un lamento solitario en la vasta soledad de su antiguo hogar. Las sábanas blancas cubrían los muebles, creando sombras fantasmas de lo que alguna vez fue un lugar lleno de vida y risas. Ally se detuvo en el centro del salón, cerrando los ojos un momento, tratando de sofocar el dolor que amenazaba con inundarla.

De repente, el sonido de la puerta se abrió. Ally giró lentamente, y allí estaba Joe, parado en la entrada, su expresión una mezcla de sorpresa y desconsuelo. El cambio en ella era evidente: el cabello más corto, el rostro menos radiante. Joe no pudo evitar notar cómo la ausencia de su sonrisa habitual le hacía parecer una sombra de la mujer que conoció.

—¿Qué haces aquí, Joe? —preguntó Ally, tratando de mantener la calma, aunque el temblor en su voz traicionaba su ansiedad.

—Es mi casa. —respondió él, y se sorprendió a sí mismo por la defensiva en su tono.

—¿Y por qué está todo como lo dejé? ¿No has cambiado nada desde que me fui? —su voz era un susurro de dolor y desconcierto.

Joe miró a su alrededor, el dolor y la culpabilidad reflejados en sus ojos. —Creí que volverías. — admitió finalmente, su voz rota por la honestidad.

Ally sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras. —¿Cuánta tristeza creíste que podía soportar?—La pregunta era una daga afilada, y Joe no supo qué responder.

—Lo siento. —dijo él, su voz llena de arrepentimiento. —No sé cómo llegamos aquí, pero ahora creo que no hay vuelta atrás.

Ally cerró los ojos, luchando por mantener sus lágrimas bajo control. —En eso tienes razón. 

¿Acaso olvido lo que le dijo antes de cortar la llamada? ¿Dónde estaba ese hombre que le dijo que la extrañaba? ¿Quién era el extraño que no podía mirarla a la cara al hablar?

—¿A qué viniste?

—A buscar un par de cosas que olvide.

—Bien, llévate lo que quieras.

—¿Qué vas a hacer tú?

—Asegurar las ventanas por la tormenta, si se salen los marcos me costará aún más poder vender la casa.

El ya había decidido, vendería el único lugar donde quedaban los recuerdo de su relación.

—Bien, suerte con eso. —dijo ella antes de abandonar el comedor y subir a la planta alta.

Sus expectativas de verlo con intenciones de recuperarla se desvanecieron.

Recorrió los pasillos, observo los cuadros aún pegados en ellos y llegó al final donde se encontraban las tres puertas, la habitación principal, el cuarto de Tank y la habitación del bebé.

La primera vez que conversaron acerca de tener hijos fue cuando llevaban dos años de novios, meses previos a que él le propusiera matrimonio, habían realizado un viaje corto a un rancho en Montana. Después de hacer el amor bajo las estrellas a Joe le surgió la pregunta "¿Cómo lucirían sus hijos?"

Hablaron hasta el amanecer sobre eso, Ally nunca dijo que si o que no, se sentía en un sueño al escuchar al hombre que ama hablar de una vida junto a una gran familia, y si en ese mismo momento él le hubiera propuesto tener hijos ella sin duda hubiera accedido.

Ella estaba dispuesta a entregarle su vida, su cuerpo y su juventud a cambio de su amor.

Al entrar a la habitación fue directo al armario, en el fondo de este, dentro de una caja de cartón se encontraban los recuerdos que guardaba de su primer año de relación con Joe. Pequeñas notas de papel, regalos pequeños y los boletos de cada partido de LSU.

Ally sentía que recuperarlos era recuperar esos momentos, son un recuerdo amargo, pero al final son recuerdos de un gran amor.

Tolerate It | Joe BurrowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora