Playing with the enemy.

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☆ Mafia au! Dark Romance.
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La bodega estaba completamente oscura, respirando fuertemente, estaba agradecido de que había tomado tantos años de entrenamiento y supiera guardar la calma mientras esperaba ser terriblemente torturado por los matones del clan K.

Era un espia infiltrado en la organización de mafia más grande de toda Tailandia, el tráfico de dinero acompañado con los negocios sucios del clan K hicieron que el agente N fuera enviado a sus bases como infiltrado.

Era un trabajo para alguien como el, había sido entrenado en los mejores campos de espías y sabía todo lo necesario para defenderse. Había pasado 6 años de su vida entrenando para esto.

Pero no espero ser atrapado tan rápido.

Tan pronto como pasaron 3 días donde se infiltro en la organización como un simple ladrón de baja categoría fue interceptado en su departamento sin poder dar aviso a su agencia.

Mientras era llevado a la fuerza a una silla en aquel lugar oscuro repasaba todas sus acciones para saber que lo había delatado ¿Cómo mo se supone que se dieron cuenta que el era un espía?

Fue amarrado al asiento tanto sus pies como manos y torso, a este punto ya debían saber que era un experto en artes marciales y podía defenderse por lo que la protección de más al amarrarlo no era una exageración.

Ahora debía esperar quién haría el trabajo sucio de torturarlo, debía buscar el punto débil con el cual pudiera escapar vivo de esta. Si es que podía, usualmente los torturadores del clan K eran despiadados.

Examinaba con la poca iluminación el entorno, buscando que habilidades tenía disponibles y cual debía hacer si esperaba lograr ver la luz del día vivo. Lamentablemente el sitio no contaba con ventanas, tampoco trampillas en el suelo y solo una puerta que estaba demasiado custiodiada para decir podría pasar por ahí.

Seguramente en la inspección que realizó no se dio cuenta de cuando sus secuestradores encendieron las luces de la habitación, principalmente de una de las lamparas con luz blanca incandecente que lastimo sus ojos al principio, cuando su mirada por fin llegó a adaptarse pudo ver al hombre frente a el.

Era alto, claramente mayor pero claramente no estaba cerca de los 35, su cabello era negro perfectamente peinado, traía un traje azul con una camisa blanca abierta al menos los primeros 4 botones de la misma, tenía ojos almendrados, oscuros los cuales no dejaban de verlo de forma profunda, analizandolo como el lo hacía.

Intentó recordar los archivos de la operación, la documentación del clan K y recordar quién en las cabecillas de la organización podrían calzar con ese hombre que tenía enfrente. Al principio creyó tontamente que podría ser el sucesor del clan, Max el hijo del lider de la banda pero... no podría ser, es decir, alguien como el no vendría a torturar a un simple infiltrado de la polícia... pero entre más lo veía...

Mierda, era Max, el hijo del hombre más buscado del mundo criminal en Asia.

El alto sonió tan pronto como vio en su mirada que sabía quién era, tan pronto como el agente Nat comenzó a tensarse el mayor infló el pecho y se acercó a el.

Comenzó a desesperarse, moverse intentando absurdamente soltarse como si fuera a lograrlo, claramente no lo haría, pero debía intentarlo porque todos sabían que Max era un sádico de mierda a la hora de aplicar cualquier tortura, podría dejarte mes y medio vivo con tal de que la tortura continuara. Ya era hombre muerto.  

- ¿Ya sientes miedo gatito? - Dijo Max mientras se reía de ver como se movía. Normalmente respondería pero no quería darle la satisfacción a ese desgraciado de escuchar su voz titubiar.

- No debes tener miedo, no te pasará nada. - El mayor hizo unas señas a sus compañeros para que trajeran una mesa que pusieron entre ambos, afortunadamente esta estaba vacia, pero eso no significaba nada, luego de ello, todos sus secuaces se fueron de la bodega dejándolos a ambos solos en ese eco y humedad que le calaba los huesos.

- Suéltame. - Exigió el menor de ambos con fuerza. Extrañamente al estar solos sentía más confianza para hablar.

- ¿Porqué debería? Tu eres el infiltrado aquí.

- Si es por dinero de rescate no te darán nada.

- Ja! Mira, dedicando tantos años a una compañía para que nisiquiera quieran pagarte un rescate.

- Entonces comienza a torturarme de una vez, prefiero que esto termine pronto...

- Wow, quiero decir, se que soy guapo pero no esperaba que accedierás a salir tan rápido.

- ¿Perdona? - Dijo Nat dejando de forcejear algo sorprendido.

El mayor se acercó lo suficiente para sentarse en la mesa frente a el para tomar su mentón y obligarlo a verlo.

- Sería un desperdicio completo torturarte como a cualquier otro maleante. Eres demasiado lindo. - Respondió el mayor pasando su pulgar en uno de sus labios acariciándole con suavidad.

- ¡S-sueltame! - Dijo sonrojado.

- Desde el primer momento te delataste, eres demasiado lindo, demasiado angelical, muy puro para creer que pasarías desapercibido por mi organización.

- Es de tu padre idiota.

Max tomó su mandibula ahora con fuerza forzandolo a ver toda la bodega. Si hacía algo más de presión seguramente le quedaría un hematoma en la zona.

- Mira bien a tu alrededor. ¿Acaso vez a mi padre aquí? No cariño, si el no está, lo que hay aquí es mio, incluyendote.

Con un manotazo lo soltó pero automáticamente Nat ya extrañaba esa mano alrededor de su rostro a pesar que fuera un toque violento, soltó un suspiro mientras el mayor se quedó viéndolo, esperando a ver el siguiente movimiento del joven espia.

Luego de un momento de silencio donde ambos esperaban a quien hablaría primero, Nat decidió romper el misterio.

- ¿Qué pretendes hacer conmigo? Sino vas a torturarme, que se supone que harás.

- Bueno, pasaras el resto de tu tiempo conmigo. - El mayor se levantó para comenzar a desatar sus pies y torso de la silla. - Ahora eres mi rehén y me perteneces.

- Suenas muy seguro de ello. - Dijo Nat sorprendido de que estuviera quitandole las cuerdas, pero incluso sin ellas su complexión no alcanzaba ni por curiosidad a derribar la alta figura de Max por lo que no intento nada.

- Créeme, lo estoy. - Max ya se encontraba detrás de el retirando la silla para permitirle levantarse pero antes de poder moverse, el mayor lo doblo sobre la mesa, aún con sus manos atadas. - Lo que quiero, lo obtengo cueste lo que cueste.

- ¿Y-y que se supone que quieres de mi? - Respondió a duras penas Nat sintiendo muy cerca de su trasero la pelvis del mayor, casi rozandolo, si movía su cadera solo un poco... ¿En que estaba pensando?

- Que seas mio. - Dijo el alto con una sonrisa picara, pasando sus manos por su espalda, era un toque tan suave que lo desesperaba, fuera lo que quería Max hacer, debería hacerlo rápido.

Tomo sus hombros con fuerza y lo levantó de su posición, en su espalda sintió el arma contra su camisa además del cuerpo de Max empujarlo hacia adelante.

- Vamos gatito, creo que tendrás unas largas vacaciones.

- ¿¡A donde piensas llevarme?! - Respondió asustado el menor.

- A mi casa, aunque apartir de ahora la nuestra gatito.

Max lo sacó de aquella bodega, la ráfaga de viento lo golpeó automáticamente, el helicóptero estaba listo para partir a algo completa desconocido para el.

Our Love Stories - MaxNat (One Shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora