—Hasta luego su majestad— habló Taehyung, haciendo una corta reverencia.
—Adiós, Taehyung, fue un placer volver a verte, esperamos tu visita a Amarilis— dijo el rey Byonbu atrayendo al príncipe omega a sus brazos.
—Lo haré rey Byonbu— respondió, correspondiendo el abrazo.
—Amor, es hora de irnos, el carruaje ya está listo— interrumpió el rey Chaneol qué venia acompañado de Jungkook.
—Por supuesto— se giró, yendo hacia su hijo —Cuídate mucho Jungkook, también cuida de Taehyung— lo abrazó.
—Lo haré padre, espero verlos pronto— sonrió para su padre omega.
—Jovencito, fue un placer conocerte, no hicimos una mala elección al elegirte como pareja de Jungkook— habló Chaneol, dirigiendose al omega —Hasta luego.
—Hasta luego— se despidió haciendo una reverencia.
Los reyes Jeon asintieron, empezando a caminar hacia el carruaje.
El joven matrimonio vio partir a los reyes, entrando silenciosamente al interior del palacio. Jungkook, un poco nostálgico al ver a sus padres marcharse y Taehyung muy triste al recordar que ese tipo de amor que tenían los reyes Jeon, él nunca lo viviría.
En el gran comedor real se podía oír el sonido de los cubiertos chocar contra los platos de porcelana, sobre la gigantesca mesa montado todo tipo de platillos; codorniz, queso, vino y hortalizas. Iluminadas por las antorchas, ubicadas en las cuatro esquinas y un magnífico candelabro en el centro del techo.
—Taehyung ¿era necesario comer juntos?, la reina no está— dirigió su palabra hacia el omega qué estaba probando un bocado de codorniz.
Taehyung le había rogado qué comieran junto a reina para demostrarle lo unidos qué estaban y también para explicarle el porqué no dormían juntos, pero vaya sorpresa que se dio al no ver a la reina por ninguno lado.
—Surgió un imprevisto— bebió un poco de vino —Su celo se adelantó.
—Oh, se debe estar divirtiendo, en este reino hay omegas muy hermosas— habló, recordando a las omegas qué vio en su corta estancia en el palacio; buenos cuerpos bien proporcionados y curvilíneos.
Taehyung siguió comiendo, fingiendo desinterés, de lo contrario empezaría una discusión con el pelinegro y era lo que menos quería.
—Altezas— entró Sunni por esa gran puerta. Al llegar haciendo una reverencia.
—Sunni, deberías estar descansando— regaño con la mirada, pues las heridas de su dama aún estaban abiertas.
—Disculpe su alteza, es mi deber servirlo y sobre todo no puedo quedarme quieta— habló un poco tímida al ser tratada de esa forma en presencia del alfa. No era tan común que algún miembro de la familia real se preocupe por el bienestar de la servidumbre.
—Infórmame lo que tengas para mí y te irás hacia mi aposento y descansaras allí, no acepto alguna protesta.
—De acuerdo alteza. Sus pertenencias ya están en el aposento del príncipe Jungkook.
—Gracias Sunni, puedes retirarte— la dama se inclinó y acató la orden —Yo me retiro, Jungkook, iré a nuestro aposento— se levantó rápidamente, caminando hacia la salida, dejando al alfa en la mesa.
Debía apresurarse, ahora que compartía habitación con Jungkook, tendría mucho cuidado. Rápidamente se metió a la habitación para asearse, vistió su pijama y se arropó entre las suaves sábanas.
Unos minutos bastaron para que vea como Jungkook se asomaba por la puerta, dirigiéndole una mirada gélida, un leve sonrojo apareció en sus mejillas al ver como el alfa se quitaba sus prendas, quedando solo en ropa interior que a pesar de la poca claridad podía ver el cuerpo bien proporcionado y ejercitado.
—J-Jungkook ¿Qué estás haciendo?— preguntó nervioso, sin sentir tanta confianza como para ver al alfa de esa manera.
—Me preparo para dormir— alzó sus hombros desinteresado, dejando su ropa en una cesta.
—¿Dormirás de esa manera? — lo señaló, sorprendido ante el descaro qué tenía el alfa.
—Sí.
—No puedes dormir de esa manera— refutó con su ceño fruncido.
—Lo haré Taehyung, dormiré como de costumbre. Si no estás de acuerdo puedo marcharme.
Taehyung frunció sus labios sin decir más, observando como el alfa iba acercándose hacia él.
—¿Q-qué haces? — preguntó Taehyung, nervioso, agarrando con fuerza las sábanas.
—Voy a dormir— se acercó al otro lado de la cama y se recostó.
—Vete, no podemos dormir en la misma cama, vete— Taehyung tomó asiento y empezó a golpear al cuerpo del alfa.
—Oye, cálmate— le habló, tapándose con la sábana de Taehyung.
—Es mi sábana— protestó tirando de la tela.
—Nuestra, compartimos habitación, recuerda que no fue idea mía dormir juntos— sonrió victorioso, cerrando sus ojos, después de todo si él quería podía irse a dormir a otro lugar y el que saldría perdiendo era el omega.
—Bien— bufó, soltando la sábana, no estaba dispuesto a dormir en la misma cama que Jungkook y mucho menos si este estaba semidesnudo.
Al ver que Jungkook seguía en la cama sin la mínima gana de irse, decidió bajar de la cama, descalzo caminando hacia el sofá.
El pelinegro abrió un ojo al no sentir la presencia del omega, vio como este se acomodaba boca arriba sobre el sofá, cerrando los ojos, sonrió victorioso ante lo sucedido, nuevamente molestó al príncipe.
Unas horas después, el alfa se removía de un lado a otro, tratando de acurrucarse más en la única sábana qué lo cubría, aun así no brindándole el suficiente calor. Al ya no resistir el frío, abrió sus ojos, bajando de la cama, caminando hacia el armario y de este sacó un par de sábanas aterciopélalas. Nuevamente se propuso caminar hasta la cama, deteniéndose al escuchar un quejido bajito, curioso regresó su mirada a Taehyung que estaba echo bolita en el mueble, despacio se fue acercando, divisando que dormido.
—Eres tan terco y orgulloso, Taehyung— dijo, mirándole el rostro apacible —¿Tienes frío verdad? — preguntó, al ver como Taehyung se acurrucaba entre si.
Con cuidado lo alzó en brazos, llevándolo hacia la cama y depositándola en esta, por está noche se compadecería de él, ante el intenso frío que azotaba el palacio. Agarró las sábanas y lo arropó.
—Bien principito, iré por más sábanas, sueña con cocodrilos y arañas— habló, caminando nuevamente hacia el armario.
Antes de abrir el armario, pudo divisar en la puerta una pequeña lagartija, sin miedo la tomó en sus manos, dirigiendo hacia el mueble, tomando asiento.
—¿Tienes frío? — preguntó, mirando como la lagartija metía su cabecita en sus manos —Por está noche te ofreceré una cama, así como esa lagartija qué está durmiendo allá— señaló al bulto de la cama.
Se levantó del sofá, caminando hacía una pequeña canasta ubicada en el tocador del omega, un lugar perfecto y caliente para el animalito.
—Esté será tu colchón— agarró una pequeña toalla y la coloco en la canasta, depositando a la lagartija —Ni se te ocurra salir y hacer un desastre, este tocador no es mío y bueno... El dueño es muy gruñón— sonrió ante lo loco que sentía al estar hablando con la lagartija —Eres un buen chico— dijo, al ver como el animalito se quedo quieto sobre la canasta.
Regresó nuevamente hacia el armario por las mantas, caminando hacia el mueble y recostándose en este, se arropó con las sábanas, mirando fijamente el bulto de la cama.