Seth lo entrenaba, casi que lo insultaba para que golpeara más fuerte, con cada golpe mi ser se congelaba vivo, parecía muy concentrado, sus brazos no flaqueaban una sola vez, sus golpes iban rápidos y directos. Trataba de ver la televisión, pero era casi imposible, sus pies contra el suelo me asustaban casi tanto como los gritos de Seth que daba casi burlándose de él.
─ ¡¿Es todo lo que puedes hacer?! Veo a Olive desde aquí y hasta parece decepcionada de ti─ el golpe que dio luego resonó por toda la habitación, me hizo saltar de donde estaba, lloré por el miedo y no pude parar luego de eso, supe que él se detuvo porque me escuchó, quién no me habría escuchado, me abracé a mis piernas y largué un lloriqueo─ está bien, descanso.
Sentí que corrieron hacia mí, miré hacia el lugar del sonido y antes de que Digory me tocara retrocedí por el sofá.
─Hey, hey, basta, no la obligues, está asustada, ¿quieres ir a tu habitación nena? ─ Seth parecía preocupado, como Dig, aunque principalmente sólo parecía estar desesperado, me salí del sofá y lo rodeé por detrás para no tener que hacerlo por donde ellos dos se encontraban, corrí fuera de allí, hacia donde recordaba estaba la que era supuestamente mi habitación. Por la cocina se escuchó a Mathew.
Cerré la puerta. Me senté en el suelo agitada y temblorosa.
─ ¿Olive? ¡Qué le hicieron!
─Se asustó por un golpe que dio Digory, estará bien─ escuché, me quedé a un lado de la puerta esperando a que no tratasen de entrar. Unos pasos me alarmaron así que por el retumbe me fui hacia atrás ─ ¡No Digory! ¡Basta ya! ─ la puerta se abrió de golpe, cuando noté que él quiso agarrarme retrocedí.
Él no dijo nada cuando logró tomar uno de mis pies y arrastrarme hacia él, pero yo sí y lancé un grito lo más fuerte que pude y al soltarme gateé hasta levantarme a tropezones y entrar en el closet, cerré la puerta. Alguien dio un golpe fuerte, ni siquiera se molestó en tomar la perilla.
─ ¡Basta Digory! ¿quieres que ella no te quiera? ¿quieres que te odie o qué? ─ ese fue Mathew─ Para de una vez, tranquilízate, se que esto es duro para ti pero debes pensar un poco en cómo se siente ella, te tiene miedo, no va a aceptarte si sigues así, respira─ yo seguía aguantando la puerta como podía aunque nadie me hiciera lo contrario, y yo... yo no podía parar de llorar─ escúchala por favor, cálmate, respira.
─Yo... yo la quiero.
─Lo sabemos─ habló Seth, parecía nervioso─ pero no debes tratarla así, recuerda que eres muchísimo más grande que ella, mucho más fuerte y ella es muy pequeña y frágil, puedes lastimarla y eso no es lo que queremos, si la lastimas no la verás de nuevo─ él dio un golpe a la puerta, ésta se abrió un poco pero la seguía sosteniendo─ escúchala, está llorando, si sigues así no la verás de nuevo y nosotros nos aseguraremos de eso, debes portarte bien y ella saldrá y te dejará abrazarla, si la tratas bien podrán dormir juntos hoy también.
─ ¿De verdad?
─Claro que sí─ dijeron al unísono.
Escuché unos pasos, parecía que él se había ido, pero no me arriesgué y seguí allí.
─Olive, ¿puedes salir? ─ me acosté un poco lejos de la puerta, no respondí─ bebita, ¿necesitas algo? ─ era Mathew, no quería responderle tampoco─ bien, voy a ir a buscar paletas de helado, eso te hará sentir mejor, ellos ya fueron a practicar lejos de aquí si quieres salir, puedes ir a la cocina y buscarlas tú misma o espérame un rato y volveré con las que tenemos y te preguntare cual te gusta.
Me quedé allí, lloriqueando y con dolor de cabeza, busqué por la habitación encontrando un cajón con muchas toallas sanitarias y tampones, a un lado había cajas con pañuelos, tomé una y me sequé las lágrimas y con otra mi nariz que goteaba un poco, con eso listo tomé aire y traté de calmarme. Me quedé en el suelo tapizado con una alfombra blanca y suave, mirando el cajón repleto con esas cajas rosas, azules y moradas.
─Ow... ¿estás con la regla bebita? ─ suspiró, miré hacia Mathew y negué viéndolo con un plato plástico lleno de helados en palitos─ qué te parece si yo te dejo esto en tu sala de juegos, cerca de la televisión, y tú y yo vamos a limpiar esa carita toda roja y te tranquilizamos, ¿sí? vamos─ sonrió un poco, me hablaba suave y lento.
Dejó la puerta un poco abierta, dejé todo guardado como lo había encontrado y me levanté con el papel usado para llevarlo al basurero, entré al baño con él abriéndome la puerta desde afuera, me lavé la cara y me cepillé el cabello con las manos mojándolo un poco para también llegar a mi cuello algo caliente, con el cabello así me sentía algo mejor. Más fresca, Mathew me puso dos hebillas con moñitos blancos que quitaban mis cabellos de mi rostro y combinaban con la ropa. Tomó mi mano y se sentó en un poof grande donde me puso sobre sus piernas, me acomodé y me acosté en su pecho, me gustó y me quedé quieta mirando la televisión a la vez que elegía una paleta de helado, él lo abrió y me lo cedió.
Mientras comía, él no decía nada, sólo peinaba mi cabello, sabía que hacía algo porque lo había visto tomar una caja de un mueble a un lado. Llegué a divisar algunos colores pasteles y cositas llamativas, aun así mi helado y la televisión parecía más interesante que saber lo que le hacía a mi cabello.
─ ¿Quieres otro? ─ asentí, antes de tomar otro negó alejando el plato, se paró conmigo para dejarme donde él había estado─ te traeré uno que no esté derretido y quédate aquí mientras tanto, vuelvo enseguida─ salió al segundo de la habitación.
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BELOVED (Tres daddys y una little)
Roman d'amourConocía a Mathew Livingston, Seth Switzer y por su puesto Digory Barton el campeón de estas luchas ilegales, me intimidaba, nunca perdía por lo que sabía. Estaba entre estos dos últimos, Mathew conducía, Digory no hablaba, pero los demás sí, hablab...