Capítulo 18

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Narrador

Caesar recibió un mensaje poco después de esa conversación con Zhenya, la dirección que le envío parecía dar a un restaurante bastante reconocido, así que después de salir de aquella habitación en dónde se encontraba el chico al cual él le acreditaba un sin fin de cosas detestables, se encerró en su oficina para planear lo que haría en los siguientes días.

Caesar culpaba a Taekjoo, pero ¿De qué era culpable? Era culpable de interferir en la relación que él había construido junto a Lee Won, era culpable de llevarse a Lee Won a citas y darle un par de detalles, era culpable de escuchar atentamente los relatos del abogado y mostrar interés en lo que decía, era culpable por querer hablar siempre con él y dejarse llevar por las emociones que el peligro le provocaba. Sí. Taekjoo era culpable de querer y enamorarse de Lee Won, alguien que era "la fruta prohibida" para él.

¿Cómo le dices al corazón lo que tiene que hacer? ¿Cómo le das la orden para que deje de amar a alguien? Los amores se superan, pero en su momento llegan a ser catastróficos, y hay algunos que son tan intensos, que la única forma de dejar de amar es arrancándose el corazón...

[...]

Antes de entrar a su oficina, Caesar ordenó a uno de sus empleados lo siguiente:

—Trae al médico, que trate las heridas del moreno, quiero que esté vivo —el chico asintió levemente—. Si llega a morir, la culpa recae en ti, vete ahora mismo y no molestes.

Dicho esto, El Zar se encerró en su oficina; minutos después el médico estaba atendiendo las heridas que Caesar le había producido a Taekjoo.

—Me sorprende que siga vivo... —comentó el doctor mientras terminaba de suturar las heridas.

—Es un chico fuerte por lo visto —respondió el empleado de minutos atrás, este era un tanto joven para estar trabajando en ese lugar y arriesgar su vida al servicio del Zar, pero todo lo hacía por el dinero que necesitaba.

—Pobre... —murmuró para seguir curando sus heridas, en ese momento Taekjoo estaba inconsciente, lo habían encontrado así y lo habían llevado a la cama de la habitación para tratarlo mejor.

Un par de horas después, Taekjoo recuperó el conocimiento y lo primero que hizo fue sentarse de golpe sobre la cama, el médico seguía allí, estaba limpiando las heridas de su cara cuando Taekjoo se levantó repentinamente.

—¿Quién es usted? —su expresión cambio a dolor mientras se sostenía la herida en la parte baja del abdomen.

—Tranquilo, solo te estoy curando —las canas plateadas del hombre se iluminaron a la luz de la habitación, en ella no habían ventanas, pero seguramente ya era de noche.

—¿En dónde estoy? ¿Quién me trajo aquí? —soltaba preguntas a la defensiva.

—Creo que ya sabes en dónde estás muchacho, no es de mi incumbencia averiguar porqué estás aquí, solo estoy haciendo mi trabajo —con voz tranquila y movimientos calmados, empujó suavemente el hombro desnudo de Taekjoo indicándole que volviera a recostarse.

—¿Cuánto tiempo llevo inconsciente? —sin poner tanta resistencia, se dejó caer lentamente en la cama.

—¿Desde que yo llegué? Dos o tres horas, pensé que ibas a morir —este hombre se acercó a su botiquín y tomó un par de pastillas.

—¿Y ese hombre?

—¿El Zar? No lo sé —se encogió de hombros.

—¿Sabe en dónde esta la salida? —el doctor negó con la cabeza y le acercó las pastillas junto con un poco de agua a Taekjoo.

Condena de Rosas | LeeJooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora