El avión despegó rumbo a Londres, y el silencio entre las cuatro amigas era casi palpable. Chiara miraba por la ventana, sus pensamientos perdidos en recuerdos y miedos. No podía dejar de preguntarse qué encontrarían al llegar, ni tampoco acordarse de cómo era su vida con Violeta cuando aun no se le había ido todo de las manos.
En otro contexto quizá simplemente ansiaría ver a su... a Violeta. Pero la macabridad del juego no le permitía tranquilizarse en ningún momento. Parecía estar viviendo en una película de terror, o en una pesadilla constante en la que era incapaz de despertar. En ambos casos solo quería una cosa. Que Violeta estuviese bien.
Las tres amigas se encontraban igual de intranquilas que la menorquina, tal vez un poco menos. Sus pensamientos no iban tan rápido como los de Chiara.
—¿Estás bien? —preguntó Samuraï en voz baja, tocando suavemente el brazo de Chiara.
—Sí. —respondió Chiara, sin apartar la vista del paisaje que se desdibujaba bajo ellas. —Tengo que estarlo.
Ruslana y Denna, sentadas frente a ellas, intercambiaron una mirada de preocupación. Ambas sabían que la situación era crítica, y que por mucho que quisiera aparentar, Chiara no estaba bien. Tampoco quisieron forzar ninguna conversación en aquel momento. Lo último que necesitaban era desestabilizar a nadie, mucho menos a ella.
Al aterrizar, tomaron un taxi hacia la dirección que Denna había localizado. El trayecto parecía interminable, cada minuto aumentaba la ansiedad y la determinación de las chicas. Finalmente, el taxi se detuvo frente a un edificio antiguo y sombrío, la fachada cubierta de enredaderas y musgo. A las afueras de la ciudad. El desván parecía el lugar perfecto para esconder a alguien.
—Es aquí —susurró Denna, comprobando de nuevo la ubicación en su móvil.
—Tenemos que ser rápidas y silenciosas —dijo Chiara, su voz apenas un susurro. —Vosotras sacáis a Violeta y yo me encargo de Nicole.
—No. —Dijo Ruslana. —Te dije que no vas a enfrentarte sola a esa loca del coño.
—A ver, —Denna las interrumpió antes de que se enredaran en una conversación sin sentido. —Está claro que necesitamos un plan.
—Entramos las cuatro juntas, y nos vamos separando en las puertas para vigilar. —Siguió Samu. Chiara y Ruslana se miraron y asintieron. —Todas con el móvil encendido y el número de la policía marcado.
—Ay dios parece una peli de miedo. —Soltó Denna.
—No digas eso que ahí siempre muere gente. —Replicó Ruslana.
—Chicas. —La mayor volvió a interrumpirlas. —¿Todo claro?
Las cuatro asintieron y comenzaron a subir las escaleras exteriores con sigilo, el crujido de la madera bajo sus pies aumentando la tensión. Cuando llegaron al último piso, Denna se puso a trabajar en la cerradura con una de las horquillas que recogía su pelo. En pocos minutos, la puerta se abrió con un suave clic.
—Me quedo aquí a vigilar. —Avisó la rubia. —Suerte.
A diferencia de lo que pensaban, tras la puerta encontraron el desván. Su interior estaba oscuro, y el aire era pesado y cargado. Las chicas avanzaron con cautela, sus ojos ajustándose lentamente a la penumbra. Finalmente, vieron a Violeta, acurrucada en una esquina, su rostro surcado de lágrimas y sus nudillos ensangrentados.
—Vio. —Chiara corrió hacia ella, abrazándola con fuerza. Se olvidó del plan, de no hacer ruido y de que Nicole se podía encontrar a tan solo unos metros de ahí.
Desde la perspectiva de Violeta, aquellos días habían sido una tortura. Se sentía atrapada, sola, y cada minuto que pasaba aumentaba su desesperación. Había perdido la noción del tiempo y solo el sonido de la puerta abriéndose la había hecho levantar la cabeza. Al ver a Chiara, su corazón dio un vuelco. No estaba preparada para verla, no estaba preparada para dejarse ver en ese estado.
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Una Ruptura y Diez Bodas || KiVi
FanfictionCuando todo el mundo se casa, y dos antiguas compañeras de clase se reencuentran en la boda de una amiga en común.