6. nos quedamos con los cactuses

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—¿Tenían reserva?

—Pues no, porque a alguien se le ha olvidado. —Violeta rodó los ojos, enfatizando el 'alguien' mientras miraba con reproche a Chiara.

—¡Jolín! Se me olvidó sin querer. —Se excusó la menor.

—Pues menos mal que no se te olvidó queriendo. —Musitó con una leve sonrisa.

—Bueno, —Volvió a hablar el hombre de la recepción. —Puedo ofrecerles una habitación doble con cama de matrimonio ambientada en el salvaje oeste por sesenta euros. —Las chicas se miraron. —Con cactus de verdad.

—¿Y qué más...? —Preguntó la pelirroja.

—Una suit deluxe de lujo, cien euros cada una la noche. —Pronunció con acento el señor. —¿Les apunto esa?

—Nos quedamos con los 'cactuses'. —Se apresuró a decir la pelinegra.

La boda de Miriam y Amaia había llegado. A penas habían pasado cinco días desde la última, aunque se habían visto bastante durante esos días. Hablaron de las bodas que les quedaban, tres de Violeta y tres de Chiara. También compusieron, y ambas quedaron gratamente sorprendidas con la conexión que encontraron en la otra.

Miriam llamó a Violeta en cuanto esta le mandó un mensaje diciéndole que ya había llegado. Lo cogió al segundo, echándose en la cama.

—Miriii, ya estamos aquí.

—¡VIOLETA! —Tuvo que separarse el teléfono del oído para no quedarse sorda. —Es una emergencia ¡HEMOS PERDIDO LOS ANILLOS!

Chiara escuchó los gritos a través del teléfono, y vio la cara de pánico que puso la pelirroja. —Ay dios, no me jodas. —Violeta miró a la pequeña, haciéndole gestos los cuales no llegaba a entender del todo.

—¡Te juro que la mato! Mira que le dije que los guardara bien... ¡Siempre igual! ¡Me cago en mi-

—Miriam. —La pelirroja se levantó de la cama. —Cálmate. ¿Voy a tu casa si quieres?

—Espera un momento. —La chistó la gallega. Violeta se quedó callada, intentando escuchar algo al otro lado de la línea.

—¿Qué pasa? —Susurró la menorquina, que solo veía las reacciones de su amiga. Esta le negó con la cabeza, indicándole que luego le contaba.

—¡LOS HA ENCONTRADO! —Violeta volvió a apartarse el teléfono del oído. —¡LA AMO! ¡ES LA MUJER DE MI VIDA! Nunca dudé de ella.

Violeta soltó una carcajada. —Vaya par sois.

—Oye, ¿cuando nos presentas a tu amiga? —La pelirroja miró a Chiara.

—Cuando queráis. Supongo que ahora estaréis un poco liadas.

—Pues un poco, qué te voy a decir. —Contestó con gracia. —Nos vemos en la boda entonces Vivi.

—Vale guapa, te quiero. —Se despidió la granadina. Chiara la miraba con los brazos cruzados y una sonrisa en la cara. —¿Qué?

—¿Tú diciendo te quiero? Wow, que privilegio para la otra persona. —Violeta rodó los ojos y le lanzó uno de los cojines. La menorquina soltó una risita. —¿Quién era? —Preguntó con curiosidad.

—Miriam. —Contestó. —Está histérica con la boda.

—Tengo unas ganas de conocerla. —Dijo Chiara sonriendo.

—Ella también tiene ganas de conocerte a ti. —Respondió Violeta. La pelinegra abrió los ojos con sorpresa.

—¿Le has hablado de mí? —Preguntó incrédula.

Una Ruptura y Diez Bodas || KiViDonde viven las historias. Descúbrelo ahora